NUEVA YORK.- El año pasado, cinco personas que esperaban ver los restos del Titanic murieron cuando su sumergible implosionó en el océano Atlántico. Esta semana, un panel de la Guardia Costera de Estados Unidos que está investigando el desastre del Titán escuchó cuatro días de testimonios que suscitaron serias dudas sobre si se ignoraron las señales de advertencia.
El panel tiene previsto escuchar otros cinco días de testimonios la semana que viene.
Esto es lo que los testigos dijeron hasta ahora:
El ingeniero jefe no quiso entrar en el Titán
Al testificar sobre una inmersión que tuvo lugar varios años antes del accidente fatal, el ingeniero jefe Tony Nissen dijo que se sintió presionado para preparar el Titán y se negó a pilotearlo.
“No voy a meterme en esta nave”, le dijo Nissen a Stockton Rush, cofundador de OceanGate, la empresa propietaria del Titán.
Nissen dijo que era difícil trabajar con Rush, que tenía exigencias que cambiaban a menudo día a día y que se centraba en los costos y los plazos. Nissen dijo que intentaba mantener ocultos sus enfrentamientos con Rush para que los demás en la empresa no se enteraran de las fricciones.
Avería días antes de las implosión
El director científico Steven Ross dijo que en una inmersión realizada unos días antes de que el Titan implosionara, la nave tuvo un problema con su lastre, que la mantenía estable. El problema provocó que los pasajeros se “volcaran” y chocaran contra la mampara, dijo.
“Un pasajero quedó colgado boca abajo. Los otros dos lograron acomodarse en la proa”, testificó Ross.
Aunque dijo que nadie resultó herido, se tardó una hora en sacar la nave del agua. Agregó que no sabía si se llevó a cabo una evaluación de seguridad o una inspección del casco después de ese incidente.
No fue el primer problema
Un pasajero que pagó una misión al Titanic en 2021 dijo que el viaje se canceló cuando la nave comenzó a experimentar problemas mecánicos.
“Nos dimos cuenta de que lo único que podía hacer era girar en círculos y dar vueltas a la derecha”, dijo Fred Hagen. “En ese momento, obviamente no íbamos a poder navegar hasta el Titanic”.
Agregó que el Titán regresó a la superficie y que la misión fue cancelada. Hagen dijo que era consciente de los riesgos que implicaba la inmersión.
“Cualquiera que quisiera ir estaba delirando si no creía que fuera peligroso, o estaba asumiendo el riesgo”, dijo.
Responsabilidad federal
El director de operaciones, David Lochridge, dijo que la tragedia posiblemente podría haberse evitado si una agencia federal hubiera investigado las preocupaciones que les planteó en múltiples ocasiones.
Lochridge señaló que ocho meses después de haber presentado una denuncia ante la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional, un asistente social le dijo que la agencia no había comenzado a investigar y que todavía había 11 casos pendientes. Para entonces, OceanGate había demandado a Lochridge y él había presentado una contrademanda. Un par de meses después, agregó Lochridge, decidió retirar la denuncia. El caso se consideró cerrado y ambas demandas fueron desestimadas.
“La idea detrás de la empresa era ganar dinero”, testificó Lochridge. “Había muy poca seguridad en el campo de la ciencia”.
Después del testimonio de Lochridge esta semana, la agencia federal respondió que, en ese momento, había “remitido rápidamente” sus preocupaciones de seguridad a la Guardia Costera.
Visión optimista
Renata Rojas, miembro del Explorers Club, que perdió a dos pasajeros que pagaban por su viaje en la inmersión fatal, adoptó un tono diferente con su testimonio.
Según su versión, OceanGate fue transparente en el período previo a la inmersión y nunca sintió que la operación fuera insegura.
Rojas, que había participado como pasajera en una inmersión anterior, estaba trabajando como voluntaria con la tripulación de superficie cuando el Titán implosionó.
“Algunas de esas personas son individuos muy trabajadores que simplemente estaban tratando de hacer realidad sus sueños”, afirmó.
Agencia AP