SIDÓN, Líbano.- Familias del sur del Líbano atascaron el lunes las rutas hacia el norte, en su huida de bombardeos israelíes cada vez más intensos y camino a un futuro incierto, con chicos en el regazo de sus padres, valijas atadas al techo de los autos y un humo oscuro que se elevaba tras ellos.
Innumerables autos y camionetas estaban cargados de pertenencias y llenos de gente, mientras que otras familias emprendían el éxodo llevándose lo estrictamente necesario. “Cuando por la mañana atacaron las casas, agarré todos los papeles importantes y salimos. Los ataques nos rodeaban. Fue aterrador”, dijo Abed Afou, cuyo pueblo, Yater, fue duramente golpeado en el bombardeo del amanecer.
Israel y el grupo terrorista libanés Hezbollah llevan intercambiando disparos a través de la frontera desde que comenzó la guerra en Gaza el año pasado con un ataque de Hamas, aliado de Hezbollah, pero Israel ha intensificado rápidamente su campaña militar durante la última semana.
El lunes, cuando el bombardeo se intensificó hasta abarcar más zonas del Líbano, la población recibió llamadas telefónicas pregrabadas en nombre del ejército israelí en las que se les decía que abandonaran sus hogares por su propia seguridad.
Afou, que había permanecido en Yater desde el comienzo de los combates a pesar de encontrarse a sólo unos 5 kilómetros de la frontera israelí, decidió marcharse cuando las explosiones comenzaron a golpear las casas residenciales del distrito, dijo.
”Con una palmada en su espalda le dije a mi hijo que no tuviera miedo”, explicó.
La familia de Afou, con tres hijos entre los seis y 13 años, y varios parientes más, estaban ahora atrapados en la autopista mientras el tránsito se dirigía hacia el norte. No sabían dónde se alojarán esta noche, dijo, solo querían llegar a Beirut.
Al paso por Sidón se formaron largas colas. Junto a la autopista, un grupo de miembros de las fuerzas de seguridad libanesas, vestidos con pantalones azules y chalecos negros con la inscripción “Policía”, permanecían de pie con sus armas.
Un hombre se inclinó sobre una mujer en el asiento del copiloto de un auto para gritar por la ventanilla: “Volveremos. Si Dios quiere, volveremos. Dile a (el primer ministro israelí, Benjamin) Netanyahu que volveremos”.
Pero otro hombre, que sólo dio su nombre de pila, Ahmed, dijo que solo Dios sabía si su familia podría volver algún día a casa. Había parado junto a la ruta, con su camioneta llena de más de 10 personas, muchas de ellas niños.
”Ataques. Aviones de guerra. Destrucción. Allí no queda nadie. Todo el mundo ha huido. Juntamos nuestras pertenencias y nos fuimos”, contó.
El Ministerio de Salud libanés dijo que más de 492 personas habían muerto, incluyendo 35 menores de edad, en el bombardeo y un funcionario afirmó que era el día más mortífero en el país desde el final de la guerra civil en 1990. Por lo menos 1645 libaneses resultaron heridos.
Según Israel, atacó unos 800 objetivos relacionados con Hezbollah y que los edificios bombardeados contenían armas pertenecientes al grupo.
“Aquí, como en Gaza, Israel está haciendo tierra quemada”, pronunció Huda, madre de tres hijos, mientras huía de Bint Jbeil, una localidad del sur de Líbano destruida por las fuerzas militares israelíes.
“Gracias [Hassan] Nasrallah por traer Gaza a nuestras casas”, murmuró con ironía Muhammad, un agricultor de la región de Nabatiye, crítico con las opciones políticas del líder de Hezbollah.
En cambio, Alí, habitante de los suburbios de Tiro, no habla de la política del partido, pero acusa a Israel de querer “convertir el sur del Líbano en una nueva Gaza mientras el mundo mira sin mover un dedo”.
”Israel es un Estado terrorista”, afirmó Ali, que se sumó al éxodo hacia zonas más seguras mientras los hospitales colapsan debido a los miles de heridos y las escuelas se convierten en refugios de emergencia.
Algunos locales fueron testigos directos de la destrucción. ”La fuerza y la intensidad de los bombardeos son algo que no habíamos presenciado en ninguna de las guerras anteriores”, dijo Abu Hassan Kahoul, quien se dirigía a Beirut con su familia después de que dos edificios fueron arrasados cerca del bloque de apartamentos donde vive.
”Los niños pequeños no saben lo que está pasando, pero tienen miedo en los ojos”, añadió.
Incluso en Beirut crecía la alarma, y los padres se apresuraban a sacar a sus hijos de las escuelas mientras Israel advertía de más ataques. “La situación no es tranquilizadora”, dijo un hombre llamado Issa, que venía a retirar a un joven estudiante.
Otros bombardeos israelíes han alcanzado zonas hasta ahora intactas: como la remota meseta de Akrum y la zona de Hermel, en el noreste, en la frontera con Siria. Aquí resultaron heridos refugiados sirios, sorprendidos por el ataque aéreo y las explosiones posteriores mientras se encontraban en las tiendas improvisadas de un campo olvidado en medio de pantanos y alcantarillas abiertas.
Agencias Reuters y ANSA
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