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La confesión de Jenson Brooksby, promesa del tenis estadounidense: su lucha para superar un trastorno del espectro autista y las ganas de volver a brillar

Jenson Brooksby llegó al circuito profesional de tenis haciendo mucho ruido. Cuando en agosto de 2018 ganó el campeonato nacional Sub-18 de Estados Unidos y se ganó una wild card para el cuadro principal del US Open, el mundo del tenis posó los ojos en él y el californiano no tardó en demostrar que quienes le auguraban un futuro brillante no estaban equivocados.

Llegó a estar 33° en el ranking en junio de 2022, con apenas 21 años, y en enero de 2023, bajó en la segunda ronda del Australian Open a Casper Ruud, por entonces número tres de la ATP. Sin embargo, dos operaciones en las muñecas y una sanción por perderse tres controles antidoping en un período de 12 meses lo alejaron de las canchas tras aquel paso por Melbourne (perdió en segunda con Tommy Paul). Ninguno de esos obstáculos, igual, fue tan difícil de superar como el que se encontró cuando tenía apenas dos años y lo diagnosticaron con un trastorno severo del espectro autista.

«Es algo que ya no quiero tener que guardarme para mí. Obviamente, es un tema personal que, incluso con gente con la que te sentís muy cómodo -en mi mente, al menos durante mucho tiempo-, no era algo para soltar sin más como parte de una conversación. Pero siempre he pensado en ello y… al final, simplemente quería hablar de ello», reflexionó en una entrevista con la agencia AP, mientras se prepara para volver a competir en enero del año próximo.

«Sólo quiero que la gente me conozca por lo que soy plenamente, y eso es sólo otra parte de mí. Pasé mucho tiempo sin jugar y tuve que pensar mucho», agregó.

Foto: AP

Michelle Wagner, una analista de comportamiento especializada en trastornos de autismo, comenzó a trabajar con Brooksby cuando tenía dos años y nueve meses, poco después de su diagnóstico, y acompañó su tratamiento hasta que tenía seis. Y aseguró que el progreso que logró el jugador -que hoy «se encuentra en el extremo más leve del espectro«- es «inusual y único».

El estadounidense, de 24 años, contó que durante los primeros cuatro años de su vida no hablaba y apenas se relacionaba con su entorno. Y que llegó a pasar 40 horas por semana con terapeutas para aprender a comunicarse verbalmente, vestirse solo o preparar una mochila para ir al colegio, y para «para mejorar esa habilidad y su forma de desenvolverse en situaciones sociales».

«Estaba claro que necesitaba una intervención intensiva. Presentaba algunos desafíos a nivel de comportamiento y estaba retrasado con respecto a su grupo de edad», explicó Wagner.

Foto: APFoto: AP

Hoy, Brooksby ve su trastorno como una «gran fortaleza en los momentos de presión» en cancha, porque le permite «enfocarse realmente bien en dos o tres detalles específicos durante un largo período de tiempo». Aunque reconoce que también puede hacer que el tenis «sea un poco más duro». Es que puede llevarlo a tener estallidos de rabia o a actuar impetuosamente si va perdiendo un partido o si está descontento con cómo ejecutó un golpe o con algún aspecto de su técnica.

Eso ocurrió en marzo de 2022, durante un encuentro que le ganó en tres sets a Federico Coria por la primera ronda del Masters 1000 de Miami. Tras perder un punto en el tercer set, se enojó y lanzó su raqueta contra el suelo, que rebotó e impactó contra la pared del fondo de la cancha y estuvo a centímetros de lastimar a un alcanzapelotas. El ballboy reaccionó con velocidad y esquivó el golpe. Y tras sellar su victoria, en lugar de festejar, se quedó sentado cabizbajo durante unos segundos en la silla.

Su equipo de trabajo, en especial su entrenador deportivo, Paul Kinney, siempre está atento a comportamientos de ese tipo y ya tiene identificado algunos «signos de incomodidad» de su pupilo, como tocarse la ropa o el pelo o inclinarse hacia delante con las manos sobre las rodillas.

Ese viaje con el autismo y lo mucho que tuvo que trabajar para mejorar su diagnóstico fue quizás clave para superar los duros momentos de las últimas dos temporadas, marcadas por las lesiones y una severa sanción.

Los problemas empezaron en los primeros meses de 2023. Tras alcanzar las semifinales en Auckland, Brooksby llegó a la tercera ronda del Grand Slam oceánico, al superar al noruego Ruud y celebrar la mejor victoria de su carrera y la segunda ante un top 5 (había vencido a Stefanos Tsitsipas en Indian Wells en 2022). Y aunque en su siguiente partido perdió con su compatriota Tommy Paul, luego semifinalista, su paso por Melbourne ratificó que era un de las grandes promesas del tenis de su país.

Foto: APFoto: AP

Sin embargo, en marzo tuvo que operarse la muñeca izquierda para reparar la vaina de su tendón, que estaba «dislocado al cien por ciento». La lesión lo venía molestando desde hacía dos años. El estadounidense esperaba regresar en dos meses, pero en mayo el mismo problema, pero en la muñeca derecha, lo forzó a pasar de nuevo por el quirófano. Y cuando se había recuperado de esa segunda intervención, la Agencia Internacional de Integridad del Tenis le propinó un nuevo golpe.

El 5 de julio, la ITIA lo suspendió provisoriamente por haber faltado a tres controles antidoping en el lapso de 12 meses. Y a fines de octubre, confirmó la sanción de 18 meses, que lo obligaría a estar alejado de las canchas hasta el 4 de enero de 2025.

Brooksby apeló, argumentando «diversas circunstancias y fallos de comunicación» para explicar su supuesta «negligencia». Además, en su descargo ante la ITIA, Wagner explicó cómo el autismo afecta la toma de decisiones del estadounidense como un adulto y conduce a lo que ella denomina «una falta de funcionamiento ejecutivo». Es decir, que muchas veces, él tiene problemas para entender las consecuencias de sus acciones.

La Agencia aceptó «reevaluar» su grado de culpa y luego acordó una reducción de la sanción, que le permitía volver a jugar en marzo pasado. Sin embargo, por nuevas molestias físicas, en uno de sus hombros, y porque eligió tomarse un tiempo para armar su nuevo equipo y prepararse bien para el regreso, recién pisará de nuevo una cancha en enero.

Sin ranking ATP, jugará un Challenger en Canberra y luego viajará a Melbourne para disputar el cuadro principal del major australiano, con ranking protegido (que podrá utilizar porque lo pidió cuando estaba lesionado, antes de la sanción). Y en esta «nueva carrera», Brooksby tiene un objetivo muy simple: «Convertirme en un mejor jugador».

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