La revista inglesa The Economist nombró este jueves, como cada diciembre, al país del año. Su elección no se basa en el mejor lugar para vivir, el más desarrollado o el más “feliz”, sino en el que “se encaminó hacia algo mejor” y el que “mejoró” en los últimos 12 meses. Entre los ganadores anteriores se encuentran Colombia, por terminar la guerra civil; Ucrania, por combatir la invasión rusa; y Malawi por su democratización. La Argentina esta vez quedó entre los finalistas. Y el elegido fue Bangladesh.
La carrera hacia el país del año tuvo otros finalistas. Por un lado, en Polonia asumió el primer ministro Donald Tusk luego de elecciones parlamentarias en 2023 y “pasó este año tratando de arreglar los daños generados por su predecesor”, Mateusz Morawiecki.
“El partido Ley y Justicia, que gobernó durante ocho años, erosionó las normas democráticas liberales al hacerse con el control de los tribunales, los medios de comunicación y las empresas, siguiendo el modelo de Viktor Orban en Hungría. Tusk ha iniciado el largo camino de reparar las instituciones. También ha convertido a Polonia en un pilar aún más fuerte de la seguridad europea, con su gran ejército y el aumento del gasto en defensa. Sin embargo, recortó algunos aspectos constitucionales y las relaciones con Alemania son malas”, indicó The Economist.
Otro de los finalistas fue Sudáfrica. “Los votantes estaban hartos del fracaso económico, agravado por el saqueo y el desmantelamiento de los órganos del Estado por parte de los peces gordos del partido gobernante [que estaba en el podes desde el fin del apartheid en 1994]. Ahora, la nueva coalición tendrá dificultades para resolver problemas tan graves como el desempleo y la delincuencia, pero ofrece la oportunidad de gobernar mejor”, publicó el medio.
El tercer país de la “lista corta” fue Argentina, elegida por la reforma económica encabezada por el presidente Javier Milei. En ese marco, The Economist consideró: “Las políticas argentinas han sido nefastas durante mucho tiempo, gasto desmedido, alta inflación, múltiples tipos de cambio y defaults en serie. En 2024, su presidente ‘anarcocapitalista’, desató el experimento de libre mercado más radical del mundo, recortando el gasto público y desregulando”. En esa línea, afirmó que el programa “dio resultado” ya que “la inflación y los costos de endeudamiento cayeron y la economía comenzó a crecer nuevamente en el tercer trimestre”. Pero advirtió: “La Argentina todavía tiene una moneda sobrevaluada y el apoyo público a la terapia de choque puede no durar”.
Finalmente, Siria entró entre los contendientes casi a último minuto por el fin del gobierno de Bashar Al-Assad. “Su derrocamiento el 8 de diciembre puso fin a medio siglo de dictadura depravada. En tan sólo los últimos 13 años, la guerra civil y la violencia estatal han matado a unas 600.000 personas. El régimen de Assad utilizó armas químicas y torturas masivas contra supuestos opositores, y recurrió al tráfico de drogas a escala industrial para recaudar dinero. Su caída trajo alegría a los sirios y humillación a sus partidarios autocráticos. Rusia, que le prestó poder aéreo para lanzar bombas de barril, e Irán, que contaba a Siria (con Hamas y Hezbollah) como parte de su ‘eje de resistencia’”, argumentó el medio.
En esa línea, agregó que Assad “fue fácilmente el peor tirano depuesto en 2024″, pero que “la calidad de lo que lo reemplace también importa”. Y es que el movimiento que lideró el golpe, Hayat Tahrir al-Sham (HTS), el grupo rebelde más poderoso, que ahora controla Damasco y partes del resto de Siria, “ha sido pragmático hasta ahora, pero hasta 2016 estuvo afiliado a Al Qaeda y durante algunos años gobernó la provincia de Idlib de manera competente, pero represiva”. “Si HTS gana demasiado poder, puede imponer una autocracia islamista. Si tiene muy poco, Siria puede desmoronarse”, advirtió.
El país del año -según The Economist- es Bangladesh, que también derrocó a un dictador. En agosto se desataron protestas callejeras lideradas por estudiantes y expulsaron a Sheikh Hasina, que había gobernado el país de 175 millones de habitantes durante 15 años. “Hija de un héroe de la independencia, en su día presidió un rápido crecimiento económico, pero se volvió represiva, manipuló las elecciones, encarceló a los opositores y ordenó a las fuerzas de seguridad disparar a los manifestantes. Se robaron enormes sumas de dinero bajo su mando”, indicó el medio.
Tras el contexto, explicó el porqué de la decisión. “Bangladesh tiene una historia de violencia vengativa cuando el poder cambia de manos. El principal partido de la oposición, el BNP, es venal. El extremismo islámico es una amenaza. Sin embargo, hasta ahora la transición ha sido alentadora. Un gobierno tecnocrático temporal, encabezado por Muhammad Yunus, premio Nobel de la Paz, cuenta con el apoyo de los estudiantes, el ejército, las empresas y la sociedad civil. Ha restablecido el orden y estabilizado la economía. En 2025 tendrá que reparar los lazos con la India y decidir cuándo celebrar elecciones, asegurándose primero de que los tribunales sean neutrales y de que la oposición tenga tiempo para organizarse. Nada de esto será fácil. Pero por derrocar a un déspota y dar pasos hacia un gobierno más liberal, Bangladesh es nuestro país del año”, cerró.