El fin de semana futbolero tenía un partidazo en carpeta, la visita del Atlético de Madrid de Diego Simeone al Barcelona, que juega como local en Montjuic mientras refacciona el Nou Camp. Y el choque estuvo a la altura de las expectativas porque se lo llevó en forma épica el equipo del Cholo por 2-1, en un trámite muy desfavorable y dando vuelta el resultado con un golazo de Rodrigo De Paul y otro del noruego Alexander Sørloth, en el último instante, tras una gran acción en la que participarón Julián Álvarez, el propio De Paul y Nahuel Molina.
Era un duelo de líderes, pero con caras opuestas: los de Hansi Flik (ausente por haber sido expulsado) fueron la sensación de España y toda Europa en el arranque de la temporada pero venían en baja, justo en coincidencia con la lesión de Lamine Yamal (se recupera de una lesión); por su parte, el conjunto de De Paul y Julián (ambos titulares junto a Giuliano Simeone) llevaba 11 triunfos consecutivos sumando todas las competiciones y ahora quedó a uno de su máximo histórico, en 2012, también con el Cholo.
La duda en la previa era saber si el Cholo iría por la victoria y la gloria, o se conformaría con un empate que lo mantuviera en la cima, atento al Real Madrid, que también está metido en la pelea. Es que se trataba además de un escenario hostil para los rojiblancos: no ganaban en tierra catalana desde febrero de 2006, y el DT argentino estuvo en 17 de esos 24 partidos de sequía, sumando siete empates y diez derrotas, las últimas tres en forma consecutiva.
Nadie sabe si el Atlético no quiso o no pudo ser protagonista en Montjuic porque el único equipo en cancha durante casi todo el partido fue el Barcelona.
Los primeros minutos del partido fueron todos del Barcelona, con un Raphinha intratable y Robert Lewandowski demasiado movedizo para la estática defensa colchonera. Fue el brasileño quien tuvo la más clara en ese arranque furioso: entre el arquero Jan Oblak y su zaga central lograron evitar el gol del local.
Recién a los 17 minutos llegó la primera incursión del Atlético en territorio enemigo: un pelotazo cruzado y la cabeza del «Cholito» Giuliano buscando a Antoine Griezmann, sin éxito, y la pelota despejada al tiro de esquina.
El camino de los ataques del Barcelona eran basándose siempre en el pase corto pero también con centros cruzados, siempre en busca de ese farol que es Lewandowski: allí fue el uruguayo Josema Giménez el encargado de desactivar cada bomba aérea dirigida hacia el polaco.
La nueva generación del Barcelona hacía de las suyas en Montjuic, Lamine Yamal divirtiéndose en una de las plateas. Avisó Gavi, en un tiro de esquina, apareciendo por sorpresa y cabeceando en el primer palo un centro perfecto de Raphina. El gol del Barcelona estaba al caer, y finalmente llegó.
Pedri, este virtuoso centrocampista de apenas 22 años que parece un clon de Xavi Hernández, se cansó de los centros, agarró la pelota en la mitad de la cancha y encaró hacia el área de Oblak. En el camino tiró una pared con Gavi, quien sin querer se la devolvió y lo dejó solo: fue el 1-0 y la justicia en Montjuic.
Se trató de un primer tiempo cuesta arriba para el Atlético, que tuvo su única buena jugada en los últimos segundos. Oblak recibió por abajo y en lugar de reventarla tocó para Marcos Llorente, iniciando una salida con pases y movimientos en la que participaron Pablo Barrios, Griezmann y Javi Galán, para cruzar toda la cancha hasta el extremo izquierdo, desde donde el inglés Conor Gallagher sacó un centro venenoso que iba en dirección a los pies de Julián, en el área chica, cuando justo apareció Iñigo Martínez, para mandarla al córner con un cruce que valió un gol. El Atlético estaba vivo.
En el comienzo de la segunda mitad, el Atlético siguió ligando porque Barcelona lo tuvo al borde del nocaut en un mano a mano en el que Fermín López definió apurado y Oblak despejó con las piernas: iban apenas 2 minutos de juego.
El Cholo recién movió el banco pero fue en forma obligada, por la lesión de Giménez: por el uruguayo ingresó el belga Axel Witsel, que a los dos minutos volteó a Lewandowski en el borde del área y fue amonestado. Un ratito después probó Pedri y su remate se fue por arriba.
A los diez minutos llegó la más clara. Pedri buscó a Raphinha y el brasileño corrió solito rumbo a Oblak, en una jugada parecida a la que el brasileño tuvo contra el Real Madrid y definió por arriba: esta vez volvió a picarla pero la pelota cayó sobre el travesaño, y Lewandowski no pudo en el rebote. El resultado era cortísimo, y era de lo único que podían aferrarse el Cholo y compañía, porque el fútbol no perdona.
A los 15 se dio lo que cualquier futbolero ya adivinaba: Julián agarró la lanza y corrió por izquierda, en uno de los tantos arrebatos individuales que describían el ataque del Atlético. La fortuna estaba decidida a jugar para los de Madrid: el centro del ex River fue despejado de taco por un defensor y le cayó a Rodrigo De Paul, que sacó un derechazo soñado, de primera, en dirección al palo izquierdo de Iñaki Peña. Golazo y 1-1. Una estadística en tiempo real confirmó la precisión del volante: al momento de pegarle estaba tan tapado que su disparo tenía apenas un 5 por ciento de chances de llegar a la red.
El Barcelona reaccionó rápido, con una sucesión de jugadas que en cualquier otra circunstancia hubiera dado inicio a una goleada. Raphinha llegó al fondo por la derecha y sacó un centro peligrosísimo que besó la cadera de Lewandowski y cruzó el área chica. El polaco después quedó debajo del arco y se vio tan solo que pifió su remate, cerrando la acción con una sonrisa de frustración y resignación.
A los de Madrid les quedaba algo de chispa. De esa jugada insólita de Lewandowski nació una contra en la que Julián mostró su sacrificio y su lucidez de siempre para habilitar a Barrios, que remató demasiado débil y Peña sacó con el pie. Era la hora de los fantasmas: esta temporada, el equipo del Cholo lleva diez partidos con goles vitales en los últimos minutos, con nueve victorias y el empate ante Real Madrid, con Ángel Correa marcando en tres de ellos.
Angelito no ingresó y la capa de héroe esta vez se la puso Sørloth, otro noruego goleador como Erling Haaland. Sin embargo, primero tuvo que seguir revolcándose Oblak. El arquero esloveno, siempre a la altura en los grandes partidos, le tapó el gol a Raphinha y luego a Pedri, haciéndose imbatible la noche catalana.
El árbitro adicionó seis minutos y en el sexto llegó la conexión argentina entre Julián, De Paul, Molina y Sørloth. Ganó el Atlético de Madrid, y aunque no lo mereció hizo historia.
Con este triunfo, Atlético de Madrid llegó a los 41 puntos y le sacó tres al Barcelona, que tiene un partido más, y cuatro al Real Madrid, que este domingo recibe al Sevilla. Desde las alturas de la Liga tendrá unas felices fiestas y recién el 4 de enero volverá a la acción visitando al Marbella por la Copa del Rey, en busca del triunfo número 13 y el récord. Para los blaugranas el sabor amargo de saberse superiores pero morder el polvo de la derrota: ganaron apenas uno de sus últimos siete partidos, y perdieron los últimos tres en casa.