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El Papa urgió que “callen las armas” en Ucrania y en Gaza, donde denunció una “gravísima situación humanitaria”


ROMA.- Silenciar las armas y superar las divisiones; derribar todos los muros de separación, ideológicos y materiales; perdonar las deudas, especialmente aquellas que gravan contra los países más pobres. En su tradicional mensaje navideño y antes de impartir la bendición “urbi et orbi”, a la ciudad y al mundo, el papa Francisco volvió este miércoles a explicar el significado del Jubileo de 2025 -que inauguró anoche al abrir la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro– y lanzó un fuerte llamado a no tener miedo a dar pasos hacia la reconciliación y la paz, “incluso con nuestros enemigos” y a ser “peregrinos de esperanza”.

“Todos somos como ovejas perdidas y tenemos necesidad de un Pastor y de una Puerta para regresar a la casa del Padre. Jesús es el Pastor, Jesús es la Puerta. Hermanos y hermanas, no tengan miedo. La Puerta está abierta, abierta de par en par. Vengan, dejémonos reconciliar con Dios, y entonces nos reconciliaremos con nosotros mismos y podremos reconciliarnos entre nosotros, incluso con nuestros enemigos”, dijo, al aparecer al mediodía local (las 8 de la Argentina) en el balcón central de la Basílica de San Pedro. “Sí, la misericordia de Dios lo puede todo, desata todo nudo, abate todo muro que divide, disipa el odio y el espíritu de venganza. Vengan, Jesús es la Puerta de la paz”, aseguró, ante miles de fieles que colmaban la Plaza, en una jornada soleada y no tan fría.

“Entrar por la Puerta requiere el sacrificio de dar un paso adelante, de dejar atrás contiendas y divisiones, para abandonarnos en los brazos abiertos del Niño que es el Príncipe de la paz”, explicó. “En esta Navidad, inicio del Año jubilar, invito a todas las personas, a todos los pueblos y naciones a armarse de valor para cruzar la Puerta, a hacerse peregrinos de esperanza, a silenciar las armas y superar las divisiones”, siguió.

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Como suele hacer siempre en esta ocasión Francisco, de 88 años, fue haciendo una radiografía de un mundo en llamas. Y volvió a manifestarse especialmente preocupado por Ucrania y por la franja de Gaza. “Que callen las armas en la martirizada Ucrania. Que se tenga la audacia de abrir la puerta a las negociaciones y a los gestos de diálogo y de encuentro, para llegar a una paz justa y duradera”, pidió. También reclamó que “callen las armas en Oriente Medio”: “Con los ojos fijos en la cuna de Belén, dirijo mi pensamiento a las comunidades cristianas de Israel y Palestina, en particular a Gaza, donde la situación humanitaria es gravísima”, denunció, al pedir, además, que “cese el fuego, que se liberen los rehenes y se ayude a la población extenuada por el hambre y la guerra”.

Manifestó, por otro lado, su preocupación por la comunidad cristiana del Líbano, sobre todo del sur, y la de Siria, “en este momento tan delicado”, dijo, sin mencionar el inesperado cambio de guardia que hubo en este país gobernado hasta el 7 de diciembre con puño de hierro por Bashar Al Assad, que debió exiliarse en Moscú. “Que se abran las puertas del diálogo y de la paz en toda la región, lacerada por el conflicto. Y quiero recordar aquí también al pueblo libio, animándolo a buscar soluciones que permitan la reconciliación nacional”, añadió.

Francisco pidió asimismo tiempos de esperanza, paz y fraternidad para países castigados del continente africano, como República Democrática del Congo, Burkina Faso, Malí, Níger y Mozambique, los del Cuerno de África y Sudán. “La crisis humanitaria que los golpea está causada principalmente por conflictos armados y por la plaga del terrorismo y se agrava por los efectos devastadores del cambio climático, que provoca la pérdida de vidas humanas y el desplazamiento de millones de personas”.

Rogó, por otro lado, que el anuncio de la Navidad traiga consuelo a los habitantes de Myanmar, que, a causa de los continuos enfrentamientos armados, padecen grandes sufrimientos y son obligados a huir de sus casas.

Al mencionar su continente, el americano, el papa Francisco pidió que “el Niño Jesús inspire a las autoridades políticas y a todas las personas de buena voluntad, con el fin de encontrar lo antes posible soluciones eficaces en la verdad y la justicia, para promover la armonía social, en particular en Haití, Venezuela, Colombia y Nicaragua, y se trabaje, especialmente durante este Año jubilar, para edificar el bien común y redescubrir la dignidad de cada persona, superando las divisiones políticas”.

El Papa dio inicio al Jubileo con la apertura de la Puerta SantaVatican Media

Que el Jubileo sea ocasión para derribar todos los muros de separación: los ideológicos, que tantas veces marcan la vida política, y los materiales, como la división que afecta desde hace ya cincuenta años a la isla de Chipre y que ha lacerado el tejido humano y social”, indicó también, al solicitar que se pueda alcanzar una solución compartida, que ponga fin a la división respetando plenamente los derechos y la dignidad de todas las comunidades chipriotas.

Subrayó luego la importancia de redescubrir durante este Año Santo el sentido de nuestra existencia y la sacralidad de cada vida y de “recuperar los valores fundamentales de la familia humana”. Pidió por los más frágiles, por todos los niños y, especialmente, los que sufren por la guerra y el hambre, por los ancianos, “obligados muchas veces a vivir en condiciones de soledad y abandono” y por los que “han perdido la propia casa o huyen de su tierra, tratando de encontrar un refugio seguro”. Recordó asimismo a los que han perdido o no encuentran trabajo, a los “encarcelados que, a pesar de todo, siguen siendo hijos de Dios” y los que son perseguidos por su fe. Y agradeció, en este día de fiesta, a todos los que se esmeran al máximo por el bien de manera silenciosa y fiel. “Pienso en los padres, los educadores y los maestros, en el personal sanitario, en las fuerzas del orden, en cuantos llevan adelante obras de caridad, especialmente en los misioneros esparcidos por el mundo, que llevan luz y consuelo a tantas personas en dificultad. A todos ellos queremos decirles: ¡gracias!”, indicó.

Como ya había hecho anoche durante la misa de Nochebuena, finalmente, volvió a pedir, además, que el Jubileo “sea la ocasión para perdonar las deudas, especialmente aquellas que gravan sobre los países más pobres”. “Cada uno de nosotros está llamado a perdonar las ofensas recibidas, porque el Hijo de Dios, que nació en la fría oscuridad de la noche, perdona todas nuestras ofensas. Él ha venido a curarnos y perdonarnos”, reiteró. “Peregrinos de esperanza, vayamos a su encuentro. Abrámosle las puertas de nuestro corazón, como Él nos ha abierto de par en par la puerta del suyo”, volvió a pedir. Y concluyó: “a todos les deseo una serena y santa Navidad”.

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