El destino de dos orcas es incierto tras el cierre de un zoológico marino en Francia el 5 de enero. Hay un desacuerdo entre activistas, por un lado, y administradores del zoológico, por otro, sobre qué debería suceder con ellas. El gobierno local ya bloqueó una propuesta para realojarlas.
El mes pasado, el zoológico llamado Marineland Antibes, ubicado cerca de Cannes en la Riviera francesa, dijo que cerraría permanentemente el 5 de enero debido a nuevas leyes sobre bienestar animal. La legislación, que prohíbe el uso de delfines y ballenas en espectáculos de zoológicos marinos, se aprobó en 2021, pero entrará en vigor el próximo año.
Marineland, que se describe a sí mismo como el predio más grande de su tipo en Europa, alberga actualmente dos orcas: Wikie, de 23 años, y su hijo Keijo, de 11. Los gerentes de la empresa señalaron que los espectáculos con orcas y delfines atraían el 90% de los visitantes del parque y que sin ellos el negocio no es viable. Se propusieron varios destinos para las ballenas, pero no hay acuerdo sobre dónde deberían ir.
La mayoría de los expertos coincide en que liberar en la naturaleza a los dos animales, que son específicamente orcas islandesas, no sería adecuado porque ambos nacieron en cautiverio y no tienen las habilidades necesarias para sobrevivir por sí mismas. “Es un poco como sacar a tu perro de casa y enviarlo al bosque para que viva libremente como un lobo”, afirma la bióloga marina Hanne Strager.
En 2023, Strager publicó el libro The Killer Whale Journals (Diarios sobre Orcas), que detalla su interés de décadas por los depredadores oceánicos y su comportamiento. “La relación más cercana para las ballenas que pasaron toda su vida en cautiverio es con los seres humanos. Son ellos quienes les proporcionaron alimento, cuidados, actividades y relaciones sociales. Las orcas son animales muy sociales, tanto como los humanos, y dependen de vínculos sociales. Los establecieron con sus entrenadores. Dependen de los humanos y eso es lo único que conocen”, dice la experta.
Un acuerdo para enviar a Wikie y Keijo a un zoológico marino en Japón, respaldado por gerentes de Marineland, provocó indignación entre los activistas según los cuales las orcas recibirían un trato peor. En noviembre pasado, el gobierno francés bloqueó el acuerdo argumentando que las leyes de bienestar animal en el país oriental son menos estrictas en comparación con las de Europa, y que el viaje de 13.000 kilómetros causaría estrés a las orcas.
Otra opción es enviarlas a un zoológico marino español en las Islas Canarias. Loro Parque, en Tenerife, cumple con las normas europeas de bienestar animal, pero los activistas temen que Wikie y Keijo aún tengan que participar en actuaciones para entretener al público. En ese lugar hubo, además, varias muertes de orcas en los últimos años. Un macho de 29 años llamado Keto falleció en noviembre pasado y otras tres orcas murieron allí entre marzo de 2021 y septiembre de 2022.
Loro Parque asegura que los exámenes científicos de esas tres orcas realizados por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria muestran que las muertes eran inevitables. Katheryn Wise, de la organización benéfica World Animal Protection (WAP), Protección Animal Mundial, dice a la BBC: “Sería devastador para Wikie y Keijo terminar en otro lugar de entretenimiento como Loro Parque, pasar de una cárcel de ballenas a otra”.
Esa organización quiere que las orcas sean realojadas en una bahía oceánica adaptada. “Nosotros y muchos otros instamos al gobierno de Francia a hacer todo lo posible para facilitar el traslado de las orcas a un santuario frente a la costa de Nueva Escocia”, en Canadá, indica Wise. “Les cerraremos un área en la bahía”, prosigue.
La organización que espera construir el refugio en el este de Canadá dice que podría atraer financiación si recibiera un compromiso del gobierno francés de que enviarán a las dos ballenas allí. El Proyecto Santuario de Ballenas (WSP por sus siglas en inglés) propone cerrar con redes un área de agua de mar de 40 hectáreas. Wikie y Keijo podrían entonces utilizar la gran extensión de agua, con el apoyo humano de veterinarios y otros trabajadores especializados en bienestar animal hasta el final de sus vidas.
La esperanza de vida promedio de una orca macho es de unos 30 años, según la agencia de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos. Las hembras suelen vivir unos 50 años. “La vida en el santuario será lo más parecida posible a la que habrían experimentado creciendo en el océano”, afirma el WSP. “Será una nueva vida que compensará gran parte de lo que les sucedió antes”, agrega.
Este tipo de proyecto se realizó antes. Keiko, la orca que protagonizó la película Free Willy, Liberen a Willy, de 1993, fue rescatada de su cautiverio en 1996 antes de ser llevada a una bahía de Islandia en 1998. A diferencia de Wikie y Keijo, Keiko nació en la naturaleza y volvió a aprender algunas de las habilidades de supervivencia necesarias mientras vivió en la bahía durante cuatro años. Finalmente, se unió a un grupo de orcas con el que se marchó y llegó hasta Noruega, donde murió en 2003 por una infección.
Strager advierte que el santuario propuesto podría parecer tan extraño para Wikie y Keijo como lo sería el océano abierto. “Tenemos esta idea de que los animales disfrutan de la libertad en el mismo sentido que nosotros: ‘ahora son libres y les encantará’. No sabemos si ven la libertad de la misma manera… ¿Van a tener miedo porque es un sitio tan diferente al que están acostumbrados? No lo sé”, agrega Strager. “No creo que haya buenas soluciones para los animales que estuvieron en cautiverio toda su vida”, dice.
Más de 4000 animales serán retirados de Marineland, que fue fundado en 1970 por el conde Roland de la Poype. Él fue un piloto de combate condecorado que luchó durante la Segunda Guerra Mundial antes de establecerse en la industria del plástico y abrir ese parque debido a su interés en la vida marina.
El cierre de Marineland es el último paso de una campaña contra los zoológicos marinos que cobró impulso en los últimos 15 años. La actriz Pamela Anderson pidió su cierre en 2017 y realizó una protesta frente a su entrada con un cartel que decía “el cautiverio mata”. En 2013, el documental Blackfish detalló cómo una orca llamada Tilikum mató a su entrenadora Dawn Brancheau tras un espectáculo en SeaWorld Orlando en 2010.
El animal atrapó a Brancheau y la arrastró bajo el agua, donde le arrancó un brazo y la ahogó. El documental describe cómo Tilikum también estuvo involucrada en la muerte de otras dos personas. Los investigadores entrevistados en la película aseguran que las orcas capturadas en la naturaleza y entrenadas para actuar se vuelven violentas en cautiverio.
El número de visitantes y los ingresos financieros de Sea World sufrieron a raíz del documental y en 2016 el zoológico marino suspendió su programa de cría en cautiverio. Sea World rechazó los llamados para liberar a las orcas restantes en la naturaleza y afirmó que probablemente morirían.
Hace dieciocho meses, la empresa abrió un nuevo zoológico marino en los Emiratos Árabes Unidos, el primero de Sea World fuera de Estados Unidos. El nuevo parque en Abu Dabi es una instalación de US$1200 millones en la que participa la empresa estatal de entretenimiento Miral y cuenta con el acuario más grande del mundo. No hay orcas en exhibición aquí, pero, para consternación de los activistas, todavía hay delfines.
WAP ayudó a convencer a Expedia de que no venda más tours de vacaciones con espectáculos de delfines en cautiverio y quiere que otras compañías de viajes hagan lo mismo. “Blackfish fue más que un éxito: fue un fenómeno”, escribe la científica Naomi Rose en un informe de WAP. “Estoy convencida de que esto empujó a la sociedad occidental más allá del punto de inflexión en el tema de los cetáceos en cautiverio”, agrega.