«¿Y si te llama Román?«; «Quiere jugar en Argentina«; «La esposa ya busca colegio para los chicos«. Frases así, y tantas otras variaciones, se escuchan miles de veces cuando se inicia cada semestre y se abre el mercado de pases del fútbol argentino. Los equipos buscan dar el «golpe de efecto» que los potencie dentro del campo de juego y en el ya instalado terreno del marketing deportivo, con los dólares que trae aparejado. Rumores que se transforman en negociaciones y negociaciones que se hacen historia.
Boca buscó recientemente tentar a Sergio Ramos, como lo logró con Edinson Cavani y Daniele De Rossi. Esas novelas no son novedad de estos últimos años. Ni siquiera de este lustro, de esta década o de este ya avanzado siglo o milenio. Este fenómeno se potenció con el avance de la tecnología y el avance de las redes sociales. Pero ya estaba ahí desde los tiempos del blanco y negro.
Tal vez una de las últimas más leídas novelas fue la del uruguayo Luis Suárez y su posible llegada a River en 2022. El «bombazo del mercado de pases» -otro de esos carteles de temporada alta- dependía en gran parte de que los de Núñez avanzaran en la Copa Libertadores. Vélez lo frustró en aquellos polémicos octavos de final e interrumpió el sueño con el uruguayo.
El Pistolero tuvo su emotivo regreso a Nacional de Montevideo, pero no ocultó su desilusión por la transferencia que nunca fue. «Era una motivación deportiva, llegar bien al Mundial me seducía. Mi prioridad desde un principio era y es quedarme en Europa, pero la posibilidad de ir a River iba a ser muy grande si clasificaba», explicó en declaraciones a ESPN.
Ese «casi pase» de Suárez consumió horas y horas en programas deportivos al compás de la furia de las redes sociales. Pero apenas si había diario, radio y TV blanco y negro en 1963 cuando Uwe Seeler, que por entonces jugaba en el Hamburgo, de donde nunca se fue, sonó para San Lorenzo.
El goleador alemán disputó cuatro Mundiales con Die Mannschaft , seleccionado al que llevó a la final de 1966, ganada por Inglaterra con el aún polémico «Gol Fantasma» que, medio siglo después, acaso la tecnología hubiera anulado. Seeler falleció en julio de 2022 y para su club se trató del deportista más importante de su historia. A pesar de que El Gráfico -la Biblia futbolera de aquellos años- quiso acercarlo a Avenida La Plata, Uns Uwe se fue del mundo sin haber pisado Boedo.
En 1980, Emerson Leao, histórico arquero brasileño que dos años antes había venido a jugar el Mundial a la Argentina, sonó para reforzar a Independiente. Pero a veces los fichajes, como los amores, no son correspondidos.
Años después, en 2006, cuando dirigió al Corinthians y tuvo bajo sus órdenes a Carlos Tevez y Javier Mascherano -además de Sebastián Domínguez-, dejó clara su postura: tras la salida de ambos, reconoció que prefiere a jugadores brasileños antes que a los nuestros. Lo de Leao en Argentina no estaba llamado a ser realidad.
Desde esos tiempos, los rumores insólitos y las negociaciones frustradas se van encadenando. Alcanza con sacar un nombre para tirar del hilo y que vayan saliendo de la memoria caso tras caso. Algunos son más cercanos, más conocidos por la memoria colectiva del futbolero, e incluso dejaron pruebas materiales. Otros son privilegio de quienes acumulan años de partidos en el lomo. Y algunos más tienen por estos días, al repasarlos, un impacto que genera asombro.
Los que sonaron en Boca: 4 millones por Bebeto y Menotti le dice que no a Ronaldo
Boca fue históricamente uno de los clubes que más ruido hizo en cada libro de pases. En enero de 1995, trascendió que Boca había ofertado cerca de 4 millones de dólares por Bebeto, quien pocos meses antes había alzado la copa con Brasil en el Mundial de Estados Unidos 1994. El entonces jugador de Deportivo La Coruña se quedó en España y volvería a Sudamérica recién en 1997 para jugar en Cruzeiro y Botafogo. Antonio Alegre, presidente del club, llegó a declarar que, entre otras opciones que manejaba para reforzar el plantel, la de Bebeto era «la más factible».
Ese mismo año fue Faustino Asprilla quien tuvo en mente llegar a Brandsen 805. De hecho, por intermedio de su representante, Gustavo Mascardi, también seducido por River. Fue un rumor superclásico: él se fotografió con ambas camisetas sobre sus hombros, como esperando la mejor oferta. Pura pose.
El colombiano, uno de los verdugos del lacerante 5-0 de Colombia a la Selección en el Monumental, se incorporaría a Palmeiras de Brasil tras su aventura europea. En 2000 erró un penal en la final de vuelta de la Copa Libertadores contra el Boca de Carlos Bianchi. Finalmente, tuvo una incursión demorada por estas canchas: fue en 2004, en Estudiantes de La Plata y con Bilardo en el banco. Duró 98 minutos y rescindió contrato.
Su compañero de ataque en el seleccionado, Iván René Valenciano, también coqueteó con la azul y oro. En 1995 se mostró con la camiseta de Boca, pero se rumoreó que fue el propio Alegre, quien no quiso que se sumara al equipo de Silvio Marzolini, que contaba por entonces con Diego Maradona y Claudio Caniggia, entre sus máximas figuras.
Iván Zamorano, otro goleador mítico de las últimas décadas en Sudamérica, admitió que tuvo conversaciones con Boca en el ocaso de su carrera. Su nombre, como el del turco Hakan Yakin, fue uno de los que quedó en trascendidos. No hay pruebas fotográficas, sólo su testimonio: explicó que había un preacuerdo con América de México y, hombre de palabra, puso rumbo al Distrito Federal.
Incluso, Alexi Lalas, ex defensor del seleccionado de Estados Unidos y hoy periodista de traje y corbata, posó con la camiseta de Boca cuando jugaba en Italia. Fue un juego. El colorado barbudo, rockstar y figurita de los álbumes del Mundial ’94 y ’98, no quiso jugar en la Argentina.
El sitio En Una Baldosa, bitácora digital de promesas y trotamundos del fútbol, le dedica una sección completa a pases que no fueron y allí rescata idas y vueltas en negociaciones por futbolistas de renombre.
Freddy Rincón, otra estrella colombiana de la década del ’90, tenía «todo arreglado» con Boca en 1993. Así lo había asegurado su representante, Settimio Aloisio. Pero el pase nunca se hizo, ni siquiera luego de la foto que el mediocampista se sacó junto a una camiseta de Boca.
El peruano Jefferson Farfán supo estar en el radar para ocupar la delantera boquense, pero su nombre nunca sonó tan fuerte como el del mediocampista brasileño Felipe Melo, casi un infaltable en la rutina de los que «se mueren» por jugar en Boca. Estrellas que cruzan el cielo una vez cada seis meses, y después se van.
Gianluigi Buffon fue compañero de Tevez en la Juventus y su nombre fue vinculado a Boca gracias a la relación entre ambos. Pero ni él ni Gennaro Gattuso pudieron cumplir su sueño como sí lo hizo Daniele De Rossi en 2019.
«En el 2012 estuve cerca de ir, pero la mujer manda en casa. Mis chicos eran muy pequeños y no era la situación familiar para ir», explicó en una entrevista televisiva el mediocampista campeón del mundo en 2006.
Roberto Baggio, Il Divino Codino, también fue un rumor que ilusionó, pero se esfumó. Dueño de campos en la Argentina, se refugió en estas tierras tras errar el penal que definió a favor de Brasil la final del Mundial 94. Ese fue su vínculo con el país, además de amistades como las de Gabriel Batistuta y Javier Zanetti.
Ronaldo, surgido del Cruzeiro, apabulló a Boca en la Copa Libertadores de 1994, meses antes de salir campeón de la Copa del Mundo con Brasil. Cuando aún no se había ido a PSV de Países Bajos, donde empezó a convertirse en O Fenômeno, fue ofrecido al Xeneize. En ese entonces el DT era César Luis Menotti, quien le bajó el pulgar a la promesa. En su lugar llegó el colombiano de rastas John Jairo Tréllez.
Años después El César dijo: «Ronaldo no sabe jugar al fútbol, Makelele juega mejor que él. No estoy diciendo que Ronaldo sea un burro, pero sí que no entiende cuándo jugar a un toque y cuándo a dos». La historia lo elegiría como uno de los delanteros más espectaculares del planeta, devenido hoy a empresario que se hizo con acciones de clubes como Cruzeiro y Valladolid de España.
Otro que era explosivo, pero que al menos una vez jugó silencioso, fue Hristo Stoichkov. «Tuve la posibilidad de jugar en Boca hace muchos años y no se supo nunca. Tengo buenos recuerdos y grandes amigos. Después del Barcelona tuve esa oportunidad, pero elegí venir a Estados Unidos con mi familia», dijo a una radio argentina el delantero búlgaro, ladero gremial de Diego Armando Maradona.
Los que sonaron en River: un Beatle para Núñez, la operación Beckham y el día en que Chilavert posó en el Monumental
El Millonario, a través de los años y en diferentes escenarios, también fue noticia por la posible llegada de nombres rutilantes del fútbol mundial.
En la lista de los que se pusieron la banda roja para la foto aparece Toninho Cerezo, talentoso mediocampista de Brasil. El club de Núñez lo tentó a comienzos de los años 80. Con la llegada de Mario Kempes, el River de 1981 buscaba opacar a su clásico rival, que había contratado nada menos que a Maradona.
Ya había existido un rumor impactante un lustro antes: supuestas negociaciones con George Best, en 1975. El norirlandés se había retirado en 1974, a los 28 años. Meses más tarde quiso volver a jugar y un empresario lo ofreció al Millonario. Lo contó El Gráfico en su edición del 16 de julio, que en la tapa llevó una faja con la pregunta «¿Best a River?».
Best murió en 2005 y fue autor de frases como: «En 1969 dejé las mujeres y el alcohol. Fueron los peores veinte minutos de mi vida» o «Me gasté la mayor parte de mi fortuna en mujeres, alcohol y coches deportivos. El resto lo desperdicié».
Aunque el Quinto Beatle -como se lo conocía por su bohemia y el gusto por la moda- nunca llegó, River consiguió cortar una racha de 18 años sin títulos. El gol que le devolvió la gloria al club fue anotado por un juvenil de las inferiores llamado Rubén Norberto Bruno, quien tuvo su chance producto de una huelga que impidió que aquel partido contra Argentinos Juniors lo jugaran los titulares.
En ese plantel estaba Daniel Passarella. Décadas más tarde fue DT y luego llegó a la presidencia. En diciembre de 2009, la mañana que asumió al mando del club, Antonio Caselli, varias veces candidato a conducir la institución, dijo que si el Kaiser le abría la puerta, tenía apalabrados a futbolistas como el uruguayo Diego Lugano y el brasileño Julio Baptista. El resto es historia conocida. O, mejor dicho, no es historia.
El francés Robert Pires, campeón con Francia en 1998 y figura del Arsenal, posó junto a un joven vistiendo la camiseta de River. Sin embargo, a una radio argentina le había dicho que su deseo era jugar en Boca. Lógico: fue compañero de Juan Román Riquelme en Villarreal. Ninguno de los dos estuvo siquiera cerca de contratar al futbolista galo.
Álvaro Recoba, quien se ilusionó con ser entrenador de River o Boca y que fue dirigido por Marcelo Gallardo en Nacional de Montevideo, sonó en 2011 para llegar a Núñez ante la salida de Fernando Cavenaghi y Andrés D’Alessandro. Aunque Uruguay queda más cerca que Francia, él tampoco se puso la banda.
David Beckham, Pep Guardiola, Edgar Davids, Guti y Alessandro Del Piero fueron parte de la danza de nombres en los mercados de pases de River en la década pasada.
Beckham, hoy detrás de la aventura de Messi en Miami, es sinónimo de glamour y marketing. En 2014, el empresario Guillermo Tofoni llegó a decir que la operación para que desembarcara en Núñez estaba en «un 80%» y que la empresa Adidas, que viste al Spice Boy y a River, daría una gran mano con los costos.
El empresario, que estuvo durante años vinculado con la Selección Argentina, supo aprovechar la magia de las redes sociales, donde lanzó el rumor de que tal vez el inglés pudiera ir al Millonario. «Why not???», se preguntó en modo tuitero.
«En todo el mundo se hablaría de River. Y otro detalle. ¿Sabés cuántas mujeres se acercarían al Monumental para verlo jugar? ¿Cuántas camisetas se venderían? Un montón», se entusiasmó ante la prensa. Rodolfo D’Onofrio elogió a Beckham, pero desacreditó su versión riverplatense: «Una fantasía».
La misma empresa, tiempo después, pretendió llevarlo a Bolívar de Bolivia. Pero eso tampoco ocurrió.
Guti declaró que su pase a River estuvo avanzado «en un 99 por ciento», pero razones familiares lo alejaron de esa chance. Davids, por su parte, llegó a reunirse con el ex presidente José María Aguilar, como lo hizo Mauro Camoranesi con Passarella.
Guardiola, quien admitió cuando vino a la Argentina fue a ver a Banfield -jugaba su amigo Ángel Matute Morales y lo tentó-, lamentó no haber firmado con River tras su paso por Barcelona, Brescia de Italia, el fútbol mexicano y el qatarí. José María Orobitg, representante del catalán, confirmó que la propuesta le interesaba al español cuando seguía jugando con los cortos pero ya se probaba el elegante sport de entrenador. «A Pep le gusta el buen fútbol y en Argentina lo tiene asegurado. El asunto económico es secundario, porque tiene ofertas más elevadas», dijo Orobitg.
Otro caso recordado fue el de José Luis Chilavert, que proveniente de San Lorenzo, llegaría a River junto a Darío Siviski a cambio de Sergio Goycochea y Néstor Raúl Gorosito. El entrenador del Millonario era Menotti, quien posó para la tapa junto al paraguayo y otros refuerzos en el Monumental.
Durante años se dijo que el plan canje naufragó por culpa de Goycochea. Pero mucho después Chilavert fue categórico sobre los motivos de su frustrado pase. «Si quieren saber por qué, deberían preguntarle a Menotti. Él fue la clave por la que no me quedé en River», apuntó el paraguayo. Y arrimó otra explicación: «Yo llegué a un acuerdo con el presidente de River, Alfredo Davicce, y cuando llego a mi casa me llama un empresario y me dice que si no llegaba de la mano de él no podría jugar ahí».
El día en que Tinelli quiso seducir a Roberto Carlos para llevarlo a San Lorenzo
San Lorenzo se ilusionó con las llegadas de Roberto Carlos, Ronaldinho y Gabriel Batistuta. El caso más concreto fue el del lateral brasileño. «Quiero jugar en San Lorenzo, es un club importante. Y ya hablé con (Marcelo) Tinelli. La posibilidad está, pero todavía no se resolvió nada”, dijo en 2009, y agregó: «El fútbol argentino siempre fue atractivo y de gran nivel. Sería un honor jugar allí, también hay otras ofertas de varios clubes de Brasil y del exterior, pero jugar en Argentina me seduce».
En el repaso de los rumores, hubo uno que, si bien no era del mercado de pases, estremeció a San Lorenzo hace una década. Fue cuando un diario neoyorquino deslizó que el club era objeto de deseo de Donald Trump, el magnate que el 20 de enero volverá a ser presidente de Estados Unidos.
Es que en 2015, el diario New York Post afirmó que el empresario quería quedarse con «el equipo del Papa Francisco», para atraer el voto católico de cara a las elecciones de 2016. Según aquel medio, también quiso adquirir, por 100 millones de dólares, al Atlético Nacional de Medellín.
De regreso a las versiones que entretienen a los hinchas cuando no hay fútbol, Andrés Iniesta supo sonar para Argentinos Juniors, al igual que el camerunés Francois Oman Biyik, verdugo de Argentina en el debut mundialista en Italia 1990.
Al fabuloso ex mediocampista español lo llamó Gabriel Milito en junio de 2023, según informó Olé, la otra biblia del fútbol argentino. Todavía jugaba en Japón y al Bicho lo dirigía su excompañero de Barcelona. «Estamos en contacto», se limitó a decir Iniesta, que también expresó su deseo de regresar al Camp Nou.
En 2000, Chacarita intentó contratar a René Higuita, el mítico arquero colombiano, quien fue ofrecido por un grupo empresario al Funebrero. «No nos podemos endeudar. Nos hubiese gustado tenerlo pero de esta manera no se puede», declaró Luis Barrionuevo, histórico jefe gremial de los gastronómicos y por entonces presidente del club.
Presentación, litigio y portazo: la contratación fallida que casi termina con la carrera de Valderrama
El brasileño Denilson estuvo en el radar de Newell’s. Lo de Carlos Valderrama, en cambio, fue algo más. Mucho más que un rumor, una historia en sí misma, una negociación casi exitosa. El Pibe viajó a Rosario en enero de 1995 y posó con la casaca leprosa, como lo haría un año después con la de Independiente.
Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, la relación con Eduardo López, ex presidente de Newell’s, se rompió.
“Estuve en Rosario, me fui para allá y todo. Fui a una cancha de básquet donde estaban todos los aficionados esperándome. Cuando me fui de Barranquilla, había llegado a un acuerdo. Me dijeron que cuando llegara a la Argentina, me darían un adelanto del contrato, que es lo que siempre se hace», rememoró Valderrama en TyC Sports.
Hubo conferencia de prensa y hasta confianza en que Newell’s formaría «un gran equipo».
«Cenamos y cuando terminamos me quedé esperando ese adelanto que nunca llegó porque empezaron las excusas. Entonces pensé: ‘Si el primer día es malo, todo va a ser malo’. Me regresé y me quedó pendiente jugar en el fútbol argentino», lamentó el crack colombiano.
Con López a la cabeza, la dirigencia leprosa decía tener los documentos en regla y afirmaba que el acuerdo incluía «contrato, forma de pago, cesión de un coche, un departamento y cuatro pasajes».
Pero el colombiano ya había perdido el interés e insistía en dar marcha atrás con los papeles. Temía que el conflicto legal se extendiera y lo pusiera al borde del retiro. Terminó yendo a la MLS.
El episodio tuvo otro protagonista casi famoso: Sergio Greco, el empresario que quiso vender el pase de Valderrama a Newell’s. Meses más tarde, su nombre cobraría fuerza en los medios de comunicación por una estafa por 5 millones de pesos al Banco de Santiago del Estero. Fue preso y salió en 2001 tras el pago de una fianza.
El SMS de Matthaus a Racing
El delantero rumano Adrian Mutu, como el peruano José Guillermo «Chemo» Del Solar, sonaron para Racing, pero no estuvieron tan cerca como Lothar Matthaus.
El alemán hasta fue anunciado por la dirigencia como nuevo entrenador en la primera década de este siglo. «¿Un milagro alemán para Racing?», tituló Clarín.
Lo esperaban en Ezeiza el 29 de octubre de 2009. Horas antes, mandó una respuesta negativa por SMS. «Ridículo, estamos decepcionados», reaccionaron entonces las autoridades del club.
Aunque le echaron la culpa a Kristina, su esposa, el problema fue que el club no le envió los avales bancarios a tiempo. «Racing me tiene que pedir perdón a mí», reaccionó el campeón del mundo en Italia 1990. «El milagro alemán de Racing fue un papelón», resumió este diario en su tapa del 29 de octubre.
Rivaldo, el astro de Brasil y Barcelona, iba a llegar a la Academia gerenciada por Blanquiceleste a través de un sponsor, confirmó en 2004 prensa especializada. «Ya hablé con Rivaldo y la idea no le disgustó», dijo Alejandro Mancuso, involucrado en aquella negociación. El gerenciador, Fernando Marín, al referirse a la posibilidad, aclaró que no quería «crear falsas expectativas». Quienes obedecieron ese consejo evitaron la desilusión final.
En 2017, Ronaldinho coqueteó con Gimnasia y Esgrima La Plata. Se dijo que su contrato estaba acordado. Fue su hermano, Roberto de Assis Moreira, quien fogoneó aquella ilusión, contó el periodista Julián Zocchi.
Su llegada, dijo el familiar del futbolista, traería consigo grandes negocios y oportunidades para el Lobo. Quien se había visto encandilado con el acercamiento fue Mariano Cowen, que buscaba impulsar su candidatura a presidente y que luego le acercó la propuesta al triunfador, Gabriel Pellegrino, quien tiempo más tarde contrataría a Maradona como entrenador.
De apellido en apellido, los recuerdos de los mercados de pases siguen cayendo de la memoria. Thomas N’Kono sonó para Atlanta y Marco Van Basten en Estudiantes poco tiempo después de retirarse. Romario fue vinculado por Rosario Central en negociaciones que nunca fueron oficiales pero que ilusionaron a más de un Canalla. Porque al cabo de eso se trata… De ilusiones.
A veces no importa quién llame ni el supuesto porcentaje que tenga de segura la transferencia. «Hasta que no firme, no está», suelen decir los más precavidos. Y está bien: nunca hay que contar los pollos antes de nacer.