Para la segunda mitad de 1995, River daba una sorpresa en el mercado de pases. Al equipo dirigido por Ramón Díaz (había asumido la dirección técnica el mes anterior), y capitaneado por Enzo Francescoli, llegaba desde México Alberto García Aspe, un futbolista que jugaba de mediocampista y era titular de la selección mexicana que ya había disputado un Mundial con el combinado de su país (el de Estados Unidos 1994) y que luego participaría en otros dos (Francia 1998 y Corea-Japón 2002). Así se convertía en el primer y -hasta el momento- único jugador azteca en vestir la banda roja.
“Vengo a triunfar”, afirmó García Aspe cuando, con 28 años, pisó suelo argentino y dio una miniconferencia de prensa –de la que participó Clarín– en el hall del aeropuerto de Ezeiza el viernes 25 de agosto de 1995 (la nota salió publicada en la edición del sábado 26). Y también dijo que “jugar al lado de Francescoli será un placer”. Había llegado por cuatro meses, con un salario total de 160 mil dólares, siendo el jugador mejor pago del plantel por aquel entonces de acuerdo a las informaciones periodísticas, aunque él luego desmintió que haya sido así.
Las expectativas fueron más grandes que la realidad y el desempeño del mexicano fue muy flojo, a tal punto que su paso por River fue catologado como “un fracaso”, incluso por él mismo. No pudo adaptarse al fútbol argentino y tres meses y medio después regresó al Necaxa de México, de donde había venido a préstamo.
Tan sólo siete partidos oficiales disputó el ex mediocampista azteca en 1995. “Fue una experiencia que desde lo futbolístico no fue buena. No nos fue bien, pero me dejó una buena experiencia de vida para mí. “Me tomé como un fracaso mi paso por River. Pero de los fracasos uno tiene que aprender y eso me sirvió muchísimo para crecer. No sólo como jugador, sino como persona y ser humano en todos los aspectos; siempre de los tropiezos es de los que más aprendés. A nivel futbolístico este fue el primer fracaso que tuve en mi carrera”, analizó tiempo después.
García Aspe, a quien Ramón Díaz no pidió pero aceptó igual su llegada, no pudo soportar la presión del fútbol argentino y de River. Así se lo reconoció al periodista Gustavo Ronzano, en una entrevista que dio para Clarín, antes de su regreso a México.
“Te puedo dar muchas explicaciones, pero no quiero poner excusas. No se dieron las cosas y nada más. Pasé por un estado de crisis pero ahora estoy más tranquilo”, respondió sobre los motivos por los que pasó con pena y sin gloria por River. Y acerca de su desempeño, comentó: “Pienso que comencé bien en los dos primeros partidos que jugué pero ya después no tuve buenas actuaciones”. Y siguió: “Lo que pasó, creo yo, es que me metí mucha presión sobre mis espaldas tontamente. Encima acá la presión es fuerte. Con todo lo que se habló de mí antes de mi llegada, yo me metí una presión extra que terminó perjudicándome”.
En definitiva, en pocos meses, García Aspe pasó de refuerzo estrella a un gran fracaso…