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Un control como nunca lo hemos visto: el César de Mar-a-Lago vuelve a Roma


NUEVA YORK.- Los discursos de asunción suelen girar en torno al arte de lo posible. Pero una de las frases más reveladoras del discurso de Donald Trump el lunes fue sobre el arte de lo imposible.

“Muchos pensaron que era imposible que lograra este histórico regreso político”, dijo el 45° presidente norteamericano, ahora reconvertido en el 47°. “Pero como verán, acá estoy. El pueblo de Estados Unidos ha hablado”.

Acá estoy: jactancia y advertencia en una sola frase.

En 2015, cuando la estrella del reality show saltó a la arena política pisoteando todas las reglas, algunos le veían como un payaso y otros como un dilema, incluidos muchos republicanos.

El presidente Donald Trump habla con la prensa en la Casa Blanca. (Jim WATSON / AFP)JIM WATSON – AFP

En 2016, cuando fue elegido, muchos supusieron que era una anomalía, una desviación del nuevo movimiento político encarnado por Barack Obama.

Pero ahora la que parece una anomalía es la coalición de Obama, y Trump la fuerza transformadora de la historia.

Regresó a Washington como amo y comandante de toda la flota, con un control de facto de los tres poderes del gobierno, con los republicanos más obedientes que nunca y los demócratas impotentes frente a su primacía. Trump los tiene a todos exactamente donde los quiere tener.

El presidente Donald Trump firma órdenes ejecutivas en la Oficina Oval de la Casa Blanca, el lunes 20 de enero de 2025, en Washington. (AP Foto/Evan Vucci)Evan Vucci – AP

Desde que ese chico prepotente y ambicioso salió de Queens encandilado por las luces de Manhattan, con el dinero de su familia, pero pocas herramientas sociales para escalar en sociedad, a Trump siempre lo obsesionaron los hombres de gran personalidad que dominan a los demás, y fue modelando su personalidad tomándolos como ejemplo. Su biógrafa Gwenda Blair dijo que Trump era “como ese gordito provinciano recién llegado a la ciudad, como un personaje de Las ilusiones perdidas de Balzac”.

Pero el día de la asunción esas ilusiones se hicieron realidad. Allí estaban los magnates tecnológicos de Estados Unidos, miembros de su corte, ocupando el panteón durante su segundo discurso inaugural, directamente frente a los expresidentes y al presunto gabinete de Trump. Muchos miembros del Congreso, el verdadero gobierno elegido por el pueblo, fueron relegados a los asientos de atrás.

Los hombres que controlan las comunicaciones, los ojos y, a menudo, las emociones de los norteamericano obtuvieron los asientos más codiciados, y varios de ellos se han apoderado de grandes mansiones en Washington para estar más cerca del Salón Oval.

Elon Musk se sentó detrás de la madre del vicepresidente, y se puso a agitar los brazos y levantar los pulgares cuando Trump dijo que pondría la bandera estadounidense en Marte, donde Musk quiere morir (aunque no por el impacto).

Sundar Pichai, de Google, estaba cerca de Donald Jr. y al lado de Jeff Bezos y Lauren Sanchez, quienes a su vez estaban cerca de Ivanka y Jared. Shou Zi Chew, CEO de TikTok, se sentó al lado de Tulsi Gabbard, propuesta por Trump como directora de inteligencia nacional. Tim Cook, de Apple, estaba cerca de Barron Trump. Sam Altman, CEO de OpenAI, también estuvo en la asunción, pero tal vez debido a su litigio legal con Elon, se mantuvo en la sala de escucha, con Ron DeSantis, Eric Adams y Conor McGregor.

Mark Zuckerberg, Jeff Bezos, Sundar Pichai y Elon Musk, en la 60ª investidura presidencial en la Rotonda del Capitolio de Estados Unidos en Washington, el 20 de enero de 2025. (AP/Julia Demaree Nikhinson, Pool)Julia Demaree Nikhinson – AP Pool

“La Edad de Oro de Estados Unidos comienza hoy mismo”, graznó Trump, aunque más pareció una segunda Edad Dorada, dada la parva de megamillonarios que lo acompañaron en su regreso. En los viejos tiempos, los “barones ladrones” —como se llamaba a los grandes capitalistas de la Edad Dorada de fines del siglo XIX— comerciaban con ferrocarriles, acero y petróleo, cosas que Estados Unidos necesitaba para crecer. Pero estos gigantes tecnológicos han trastocado a Estados Unidos con sus sitios de redes sociales y pueden terminar destruyéndolo con una IA no regulada (están desarrollando IA demasiado rápido como para descubrir dónde está el botón de “apagar”).

Su asunción de 2017 estuvo escasa de celebridades y titanes. Hoy baila con los Village People y saluda a uno de sus integrantes, el de los pantalones provocativos. Con su innegable triunfo electoral, finalmente la dinámica se invirtió y es el más poderoso de todos. Ya no está “con la ñata contra el vidrio” y disfruta restregándonoslo en la cara.

“Hoy estoy ante ustedes como la prueba viviente de que nunca deben creer que algo es imposible”, dijo. “En Estados Unidos, lo que mejor hacemos es lo imposible”.

Frente a los contentísimos dioses de la tecnología estaba el amargado grupo de los enemigos caídos. Allí estaban los rostros de los predecesores de Trump y sus rivales vencidos, que siguen sin poder digerir que Trump estuviera más conectado que ellos con el Estados Unidos real. Para comunicarse entre ellos, tuvieron que recurrir a un sistema de susurros, apartes, y miradas congeladas, y llegado el mediodía, se fueron.

El presidente Donald Trump saluda a la primera dama Melania Trump, mientras Barron Trump observa durante la 60ª Inauguración Presidencial en la Rotonda del Capitolio en Washington, el 20 de enero de 2025.Kevin Lamarque – Pool Reuters

Hace ocho años, el discurso de Trump sobre la “carnicería estadounidense” fue como un lanzallamas para la clase política, muy fuera de tono con los discursos estándar de juramento patriótico y aspiracional.

Pero aquello fue un ramo de rosas en comparación con la visión detallada, explícita, radical, transformadora y transaccional de Estados Unidos que Trump esbozó en su discurso de este lunes.

Allí afirmó que “toda la nación se está uniendo rápidamente en torno a nuestra agenda”, lo cual no es cierto. Lo que ocurre es que en este momento los demócratas simplemente están boqueando y en desbandada.

El recién asumido firmó un paquete de decretos presidenciales que seguramente serán divisivos, incluido el abandono de Estados Unidos de los acuerdos climáticos de París y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), e intentar poner fin a la ciudadanía por derecho de nacimiento. Para mantener a la gente en vilo, hizo algunas amagues de armonía, diciendo que se esforzaría por hacer realidad el “sueño” de Martin Luther King Jr. Michelle Obama hizo bien en saltearse su discurso.

Trump arrancó con una muestra de desprecio por todos los que estaban sentados en las dos primeras filas a su izquierda. Mientras Joe Biden, Kamala Harris, Barack Obama, los Clinton y George W. Bush escuchaban, tratando de mantener su cara de piedra, Trump desató una denuncia fulminante contra los líderes norteamericanos que según él han generado una “crisis de confianza”.

El presidente Joe Biden, la primera dama Jill Biden, la vicepresidenta Kamala Harris, el segundo caballero Doug Emhoff, el expresidente Bill Clinton, la ex primera dama Hillary Clinton, el expresidente George W. Bush, la ex primera dama Laura Bush, el expresidente Barack Obama,el presidente electo Donald Trump, su esposa Melania Trump, el ex vicepresidente Al Gore, el ex vicepresidente Mike Pence y otros, en el funeral del expresidente Jimmy Carter en la Catedral Nacional de Washington el 9 de enero del 2025. (AP foto/Ben Curtis)Ben Curtis – AP

Hillary se salió de personaje y se rió con sorna cuando Trump prometió cambiar el nombre del Golfo de México por el de Golfo de América. Pero su audiencia no lo tomó como una broma: lo vitoreó.

“Durante muchos años, un establishment radical y corrupto ha extraído poder y riqueza de nuestros ciudadanos, mientras los pilares de nuestra sociedad estaban rotos y en evidente y completo deterioro”, dijo el nuevo presidente, ignorando la ironía implícita por el grupo de magnates rapaces que lo acompañaban. “Hoy tenemos un gobierno que no puede siquiera manejar una simple crisis interna y al mismo tiempo tropieza con un catálogo infinito de hechos catastróficos en el exterior”. Y agregó que daría marcha atrás con todo lo hecho por quienes estaban sentados a su lado.

“Mi reciente elección es un mandato para revertir total y completamente una traición horrible y muchas otras traiciones que se fueron sucediendo”, dijo Trump. Y ese mandato, agregó, no es solo de los votantes: es nada menos que divino.

“Hace apenas unos meses, en ese hermoso campo de Pensilvania, la bala de un asesino me atravesó la oreja”, dijo Trump. “Pero entonces sentí, y hoy aún más todavía, que Dios me salvó la vida por una razón: para hacer que Estados Unidos sea grande otra vez”.

Un atacante disparó contra Donald Trump en un mitin en Pensilvania.AP

Mientras que los discursos se asunción de JFK y Obama se centraron en las nuevas generaciones que llegan al poder, impulsando a Estados Unidos hacia el futuro, el discurso de Trump apeló a la nostalgia: fue pensado para tranquilizar a los norteamericanos alarmados por el rotundo cambio social que perciben, los que piensan que nuestra sociedad ha avanzado demasiado rápido y eso los hace sentir ajenos a su propio país.

Prometió que el monte Denali, por su nombre indígena, volverá a llamarse monte McKinley, y amenazó con recuperar el Canal de Panamá. Evocó los días de gloria de la carrera espacial cuando juró “plantar la bandera de barras y estrellas en el planeta Marte”. Rechazó los programas de Diversidad, Equidad e Inclusión, prometiendo lograr que la sociedad sea “daltónica y basada en el mérito”, y también declaró: “A partir de hoy y de ahora en adelante, la política oficial del gobierno de los Estados Unidos será que solo haya dos géneros: masculino y femenino”.

La última vez que Trump tomó el poder, lo trataron como el villano de un reality show que estaba a punto de recibir una lección sobre cómo funciona el poder real. Para el establishment, sus grandes promesas y sus descaradas cavilaciones, sus impulsivos decretos y su desprecio por los mecanismos institucionales eran vulnerabilidades que garantizaban su fracaso. Había hablado maravillas de deshacerse del Colegio Electoral, y el establishment estaba feliz de tenerlo distraído en cuestiones sin salida.

En su segunda toma de posesión, Trump ya no era aquel presidente atípico y accidental. Ahora es un conocedor consumado que sabe mucho más sobre el ejercicio del poder.

Los demócratas se quejan de que Trump y Melania son estafadores que aprovecharon la ocasión de la toma de posesión para lanzar sus monedas de memes de criptomonedas y embolsar millones. Amazon también pagó 40 millones de dólares por el documental de Melania.

Donald Trump jura el cargo en la 60ª Inauguración Presidencial en la Rotonda del Capitolio, en Washington, el 20 de enero de 2025.Kevin Lamarque – Pool Reuters

Pero tildar de estafadores a los Trump no tiene el mismo impacto cuando después de indultar a su hijo Hunter, Joe Biden siguió con un indulto a sus tres hermanos y dos de sus cónyuges, y el mismo día de la toma de posesión de Trump. Lo que plantea interrogante de por qué sus hermanos necesitaban ser indultados. La noticia se conoció justo antes de que Trump comenzara a hablar.

Para mí, el momento más impactante del lunes fue cuando los miembros del Club Glee de la Academia Naval de Estados Unidos cantaron el “Himno de batalla de la República” mientras marchaban por el pasillo de la Rotonda. Trump se balanceó al ritmo de la canción mientras el club cantaba a todo pulmón la letra “Su verdad viene marchando”.

Acá estoy, dijo Trump, y ahora tiene el control como nunca lo hemos visto. En medio de tanta pompa, esa frase del “Himno de batalla” me trae a la mente una pregunta seria: dado el talento de Trump para la mentira, ¿la verdad vendrá marchando o marchará de salida?

Traducción de Jaime Arrambide

The New York Times

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