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Crimen organizado y violencia: los chilenos cambian sus costumbres frente a la crisis de seguridad


SANTIAGO, Chile.- Muros alambrados, joyas con botones antipánico, autos blindados y rastros de sangre en las calles. Chile enfrenta un aumento del crimen organizado que deterioró su reputación como uno de los últimos países seguros de América Latina. Frente a esta situación, el lunes el presidente Gabriel Boric promulgó la ley que crea el Ministerio de Seguridad Pública.

Ciudadanos chilenos y argentinos que viven en el país trasandino confirmaron que las noticias de los crímenes violentos han provocado una sensación de inseguridad que los llevó a modificar sus hábitos, según señalaron a LA NACION y a la agencia AFP.

Un camión policial blindado patrulla la zona donde fue encontrado el cuerpo del exmilitar venezolano Ronald Ojeda, durante un operativo policial contra la organización criminal venezolana Tren de Aragua, en Santiago, Chile, el miércoles 22 de enero de 2025. (AP Foto/Esteban Felix)Esteban Felix – AP

Junto con la Argentina, Costa Rica y Uruguay, Chile registraba hasta hace poco más de una década una de las tasas más bajas de homicidios de la región (2,5 por cada 100.000 habitantes), de acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

Sin embargo, ese indicador se disparó desde 2012 hasta situarse en 6,74 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2022, aún por debajo del promedio de América (15), el continente con más crímenes de ese tipo en el mundo, según muestran los últimos datos disponibles del organismo.

Lejos de los números, en Recoleta, un barrio bohemio de clase media en el norte de Santiago, el miedo pasa de boca en boca. “Ahora se ve sangre en las calles, casquillos de balas, cuchillos tirados. No estábamos acostumbrados y hoy es muy cotidiano”, afirma a AFP Lina Bilbao (45), presidenta de una junta de vecinos.

Los bares y viviendas lucen diferentes en comparación a dos años atrás. De manera paulatina se multiplicaron las ventanas con rejas, los muros alambrados y las cámaras de seguridad. Incluso se ven carteles con números de emergencia en caso de riñas y robos, según observó la AFP durante un recorrido.

En Chile, las barrios están muy segmentados por nivel socioeconómico, pero aún así, todos perciben el aumento en la sensación de inseguridad.

Vista panorámica de los distritos de Providencia y Las Condes, Santiago de ChileJose Luis Stephens – Shutterstock

Yanina Cugota es una argentina que vive en Providencia, un barrio de Santiago, desde hace diez años y cuenta a LA NACION que ella personalmente vive en una “burbuja” y no ha tenido problemas de inseguridad, con la excepción del período de pandemia, cuando la asaltaron con un arma. “Las situaciones más picantes se dan en las zonas más humildes”, señala. Algo que reconoce que cambió en su vida diaria es que cuando llegó a Chile volvía de cenar a la noche caminando sola a su casa y ahora se pide un auto: “Hoy ni loca camino de noche, me pido un auto y mando a mi marido ubicación en tiempo real”.

“Otro cambio del día a día es que ahora vas a los shoppings y la zona de las joyerías tienen seguridad privada, unos tipos armados, con cascos y chalecos antibalas”, cuenta Cugota, que explica que eso sucede desde que empezaron a robar en los centros comerciales. En el Costanera Center de Santiago, advierten a los clientes por autoparlantes que “cuiden sus pertenencias”, según cuenta a LA NACION otra argentina que estuvo allí.

La inseguridad está afectando al sector gastronómico en el barrio bohemio de Bellavista, cuenta un argentino que solía ir allí a cenarFlickr – Claudio Olivares Medina

Para las autoridades, el aumento de la criminalidad está estrechamente ligado a bandas como el Tren de Aragua, de Venezuela, y Los Pulpos, de Perú, implicadas en secuestros, tráfico de drogas, trata de personas y asesinatos a sueldo.

Son “organizaciones criminales que el país no tenía, que se expandieron en distintas partes de América Latina”, señala a la AFP el viceministro del Interior Luis Cordero. Básicamente se distinguen de los grupos criminales locales por delinquir “con mayor violencia”, enfatiza.

Paz Rodríguez es chilena y está a cargo del marketing digital de una empresa. “Si bien siempre hubo inseguridad, lo que más me impresiona es la violencia y agresividad. Porque ahora te asaltan con pistolas y están dispuestos a disparar, algo que antes no pasaba”, dice a LA NACION.

Rodríguez, que es madre de tres niñas pequeñas, afirma que ve un cambio notable desde hace cinco años atrás, sobre todo por el miedo que crece a partir de las noticias de robos y crímenes violentos: “Yo ahora pienso si voy a salir, a dónde, si me conviene ir en Uber o con mi auto”.

Alarmada por “las noticias” sobre “delincuencia, robos y secuestros”, Sofía Carvajal, una diseñadora de 29 años, se sumó a una tendencia en ascenso: accesorios con botones de pánico. Camino a un punto céntrico de Santiago, donde compra telas para su negocio, exhibe un collar con un cuarzo azul revestido de plata. Dentro de la gema está un diminuto chip que, al oprimirse, envía la ubicación en tiempo real a contactos de emergencia.

Recuerda que hace dos años su hermano fue asaltado a punta de pistola. Desde entonces, ella se desplaza a pie más rápido y usa ropa desgastada para no llamar la atención. “Hay inseguridad. Ya no camino tranquila en la calle. Si le pasó al de al lado, me puede pasar a mí”, señala a AFP.

Junto al naciente mercado de las joyas con botones de pánico, se consolida la industria del blindaje de autos en Santiago, una capital de ocho millones de habitantes y ciudad con más homicidios al año en Chile. Una de las empresas especializadas, Blindatek, pasó de adaptar 30 vehículos en 2020 a 200 el año pasado, según su gerente, Rodrigo Rivera.

A su taller acuden desde empresarios hasta funcionarios, algunos todavía en “shock” por el robo violento de sus autos. De 2014 a 2023, los robos con violencia aumentaron un 25%, según cifras oficiales. Son clientes “que han tenido experiencias traumáticas y que se están protegiendo porque el poder de fuego que hay en las calles ha aumentado”, señala Rivera.

ARCHIVO – El presidente Gabriel Boric se vio obligado a fijar como prioridad el combate a la criminalidadEsteban Felix – AP

Con el auge del crimen organizado, Chile se estrelló con una realidad: la falta de una policía preparada para hacer frente a estructuras que se disputan barrios enteros. Como era un país que se consideraba seguro, “se postergó el desarrollo de las instituciones de seguridad y justicia”, opina Jorge Araya, exdirector de Seguridad Pública del ministerio del Interior.

Ante una ciudadanía que clama mano dura, el gobierno del izquierdista Gabriel Boric se vio obligado a fijar como prioridad el combate a la criminalidad y el lunes pasado promulgó la ley que crea el ministerio de Seguridad Pública. En esa ocasión, Boric se dirigió directamente a los ciudadanos: “Que usted se sienta segura de caminar por su barrio, que se sienta segura de tomar el transporte, que se sienta seguro y segura de estar en cualquier espacio público. Que no renuncie a su derecho de transitar libremente por cualquier espacio del territorio nacional por temor a la delincuencia”.

Según el sitio del gobierno, el ministerio “es parte de la estrategia para contar con un Estado más fuerte y herramientas sólidas y eficaces para combatir el crimen y la violencia”. Y agrega que el organismo “deberá proponer la Política Nacional de Seguridad Pública, que deberá incluir expresamente una estrategia de prevención del delito, la protección y atención de víctimas, así como medidas de combate y prevención del crimen organizado y de actos terroristas, entre otros”.

Por lo pronto, los homicidios parecen ir en descenso: de los 1330 casos registrados en 2022 pasó a 1248 el año siguiente, según el Ministerio Público. Aún así siguen siendo cifras escandalosas para este país de unos 20 millones de habitantes. “A Chile le costó un poco asimilar este nuevo crimen. Pero así como el crimen se adapta, las intervenciones del Estado también se tienen que adaptar”, asegura el viceministro Cordero.

Con información de la agencia AFP

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