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José Néstor Pekerman, el gran sabio del fútbol y la trama invisible que llevó a Messi a venir a la Selección: “Yo hice mucho para que juegue en Argentina”

Charlar con José Néstor Pekerman es lo más parecido a una escucha prolongada y serena porque este hombre de 75 años tiene una extensa vida por contar, además de pasión por el fútbol y por el diálogo. “No podés hablar tanto”, le suelta su compañera Matilde en la redacción de Clarín. “Llega la noche y después se queja del trajín del día”, completa quien mejor conoce al entrenador que refundó las Juveniles de AFA. “No le hagan caso”, dice José y sigue con sus anécdotas aún después de las más de dos horas de entrevista. “Messi, todos me preguntan por Messi”, lanza al aire tras intercambiar palabras con un periodista de este diario. “Yo a Leo lo llevé al Mundial de Alemania 2006 con 18 años. César Menotti, por ejemplo, a Maradona no lo citó para el Mundial de 1978. Mirá, voy a contar una historia que pocas veces conté. Porque yo hice mucho para que Messi juegue en Argentina”, sacude Pekerman casi al despedirse, cuando la cámara ya estaba apagada y varios curiosos se acercaban a saludarlo. Y la atención de todos los presentes se posó en él, por supuesto.

Y lo que siguió es una versión lateral de la primera vez de Lionel Andrés Messi con la Selección Argentina. El arranque: “Muchos se quedan con la historia de cuando Messi no entró en el Mundial de Alemania, pero mi relación con él y con su familia siempre fue buena. La primera vez que escuchamos hablar de él fue en el Mundial Sub-17 de Finlandia en 2003, donde perdimos en semifinales contra España. Recuerdo que nos pusimos a conversar con el entrenador español, Juan Santiesteban, y nos dijo que si hubiésemos convocado al chaval del Barcelona ganábamos el torneo. Nos contó de Leo y ya nos quedó dando vueltas el nombre. Unos meses después, yo estando en España trabajando para Leganés, fui a ver un partido de juveniles entre Barcelona y Alcorcón y quedé maravillado con lo que vi. Casi sin perder tiempo, me fui hasta la casa de Messi a hablar con él y con su papá. Le pregunté a Jorge para quién quería jugar. Y me respondió que Lionel ya era grande y que decidía él. Lo miré a Leo y me dijo: ‘Yo estoy muy agradecido a Barcelona, pero yo soy argentino’. Ahí llamé a Hugo Tocalli y empezamos a diagramar el amistoso para que firmara planilla”.

-El famoso partido contra Paraguay en cancha de Argentinos del 29 de junio de 2004…

-Hugo Tocalli estaba preparando el equipo Sub-20 y me pidió que yo hablara con Julio Grondona para organizar. Había que hacerlo todo a las apuradas y no era fácil porque tenía que ser un amistoso oficial, con árbitros internacionales. A Grondona le pedí solo una cosa a cambio: que se jugara en la cancha de Argentinos porque ahí había jugado el mejor de todos los tiempos, Maradona.

El relato provocó un silencio reflexivo en los presentes. Pekerman amagó una despedida luego de mirar a los ojos a cada de uno de los oyentes, pero volvió sobre sus pasos para rematar: “Y existe otra historia con Leo y Diego como protagonistas: nosotros, el cuerpo técnico, elegimos a propósito a Hungría como rival para el debut de Messi en la Selección Mayor, en agosto de 2005. No hace falta que diga quién había debutado contra el mismo equipo, ¿no?”.

Pekerman junto a Messi durante el Mundial de Alemania 2006.

La rica vida de José Pekerman comienza en Ibicuy, Entre Ríos, el pueblo en el que vivió en su infancia. Ahí, en canchas de poco pasto, de terrenos irregulares y con el ruido del ferrocarril de fondo, José conoció la pasión que abrazó para siempre: el fútbol. “Me entró primero por los oídos porque la televisión no existía en ese época. En Ibicuy, mi papá, Oscar, con mucho esfuerzo empezó a vender helados, bebidas y sánguches, hasta que levantó un pequeño bar en la estación de trenes. Ese se hizo un lugar de mucha gente que hablaba de fútbol. Todos salían del trabajo y yo los escuchaba debatir horas y horas mientras tomaban y comían algo. Me impactó eso, el interés que tenía la gente por el fútbol y lo que generaba socialmente. Ahí pensé que lindo sería jugar”, cuenta.

Y amplía: “Mi papá no era un gran entendido en fútbol. Pero en un momento se armó un campeonato en la zona y jugó para un equipo; yo lo acompañé. Tendría 5, 6 años. Me senté a ver el partido cerca del banco de suplentes y era todo un espectáculo. De repente, los jugadores, preocupados, decían: ‘Va a ser la hora de jugar y no llega Morález’. Morález era una especie de salvador. Al rato, escucho un ruido arriba y era un pequeño avión. ‘Ahí viene Morález’, festejaron todos. Después del torneo, mi papá se acordaba de que le dije que a mí también algún día me iban a llevar en avión para jugar al fútbol”.

-¿Cómo llegás a Argentinos Juniors?

-Con edad de colegio secundario mis padres decidieron venir para Buenos Aires y nos mudamos a Martín Coronado. Ahí empecé a jugar a otro nivel porque en los barrios había muchos jugadores. Una tarde unos amigos me dicen que les faltaba uno para jugar contra la Séptima de Argentinos. Fui sin pensarlo. Me vio una especie de delegado y me dijo de jugar en el club. Pero yo no estaba para comprometerme. Igual, esa persona me llamó todos los viernes a mi casa para ver si había cambiado de opinión. Incluso me fichó por las dudas. Pasaron varios meses hasta que una tarde se plantó al teléfono y enojado me dijo que él había hecho mucho por mí y que tenía que darle una mano: Argentinos jugaba contra River de visitante y no tenían jugadores para completar. En ese tiempo no había cambios: terminaban los once que entraban. Sentí que debía ir. Debuté en Inferiores y enfrente estaban el Beto Alonso, Jota Jota López, Mostaza Merlo y Víctor Marchetti; tenían un equipazo. Perdimos 2-1 por poco. Después de bañarnos, esta persona que me llevó nos juntó a todos alrededor de una camilla y dijo: ‘Los quiero felicitar por el partido que hicieron y pido un aplauso para este chico que nos vino a ayudar’. Casi me largo a llorar de la emoción. Ahí pensé que Argentinos era mi club y que de ahí no me movía.

-¿Es cierto que vendías garrafas de gas al mismo tiempo que jugabas en la Primera?

-Sí. La mayoría de los jugadores hacían otras cosas mientras jugaban. Mi papá vio que se estaba viniendo lo del gas en lugar del querosén, que iba a ser algo más económico y más limpio. Él averiguó cómo se pasaba una cocina de querosén a gas y se metió en eso. Y con mi hermano lo empezamos a ayudar. El negocio creció al poco tiempo y pudimos comprar un jeep para hacer los repartos.

La carrera futbolística de Pekerman duró menos de lo que debía por una maldita lesión en una de las rodillas. De 1968 a 1974 jugó en Argentinos y de 1974 hasta 1978 en Independiente de Medellín. Después del forzado retiro, pasó por equipos en ligas del interior. “Los domingos jugaba en Ingeniero Luiggi o en Saladillo, por ejemplo, y en la semana manejaba un taxi”, rememora.

-¿Cómo fue que te hiciste taxista?

-Leí un aviso en Clarín que decía que la Municipalidad de Buenos Aires quería ampliar la flota de taxis. Lo llamé a mi hermano, que tenía un Renault 12, y se lo pedí. Nosotros estábamos con algunos problemas económicos porque los jugadores antes no ganaban tanto. En ese tiempo de taxista estaba medio peleado con el fútbol, no quería hablar ni escuchar nada. Ni prendía la radio de la bronca. No podía entender cómo la rodilla no me había permitido seguir jugando.

"El vestuario tras la eliminación del Mundial 2002 con Bielsa fue fatal, terrible", recuerda Pekerman. Foto: Mario Quinteros«El vestuario tras la eliminación del Mundial 2002 con Bielsa fue fatal, terrible», recuerda Pekerman. Foto: Mario Quinteros

-¿Tuviste alguna historia fuerte en el taxi?

-Una vez tuve un episodio en el que se subió una persona a los gritos con algo en la mano y me hizo ir de acá para allá. Nunca hice tan rápido el recorrido de Avenida Rivadavia; me hizo meter en la zona Sur. Ahí me dije que no podía arriesgar más andando a la noche. Entonces, por pedido de Matilde, empecé a hacer el curso de entrenador.

Una tarde, en un café de Villa del Parque, Pekerman se encontró con Ricardo Trigilli, quien lo invitó a ser su ayudante en Estudiantes de Buenos Aires. José aceptó. De ahí pasaron a Chacarita, que estaba en la la vieja Primera B. Hasta que le llegó la oportunidad de Argentinos. “Una tarde lo veo venir contento, silbando, con una sonrisa en la cara. Ricardo era un tipo serio. Recuerdo que se frotó las manos y me dijo que Argentinos había vendido a Maradona a Boca y que lo convocaban para dirigir. Era la cuarta vez de él en el club. ‘Esta vez no vamos a pelear el descenso, sino que vamos por el campeonato’, me decía. Así fue cómo llegamos a Argentinos”, cuenta Pekerman.

Pero las cosas no salieron bien y a Trigilli le pidieron rápido la renuncia. Sin embargo, los dirigentes del elenco de La Paternal vieron algo en Pekerman y le propusieron que se hiciera cargo de las Inferiores. Ahí estaría una década y formaría a notables futbolistas, el más destacado Fernando Redondo. “A Fernando lo volví loco para que fuera a la Selección. En la Sub-17 estaba de técnico Carlos Pachamé, que seguía la línea de Bilardo. Redondo volvía molesto de las citaciones porque decía que quería jugar como lo hacíamos en Argentinos. Yo le explicaba que en la Selección iba a aprender cosas que no iba a aprender en ningún lado”, asegura José.

A Pekerman las cosas le fueron tan bien en su década en Argentinos que le llegó una oferta importante para armar un proyecto en Colo-Colo. “Fui a Chile y vi otra cosa porque tenían más dinero; todo era más profesional. En Argentinos teníamos dos pelotas y el que la pateaba afuera la tenía que ir a buscar para poder seguir con el ejercicio de definición. En Colo-Colo teníamos bolsones de pelotas, arcos móviles, varios campos de entrenamiento. Ahí empecé a ver cómo era trabajar con un asistente social. En Argentina el criterio seguía siendo el que decía que de ‘acá los jugadores salen de hasta abajo de las piedras’. No era así. Pero bueno, todo eso que vi en Chile me sirvió para preparar el proyecto de Juveniles para Argentina”, explica.

El año 1994 fue el punto de quiebre en la carrera de José Néstor Pekerman. Hasta entonces, recuerda el entrenador que “solo el periodista Miguel Vicente, de Clarín, me había hecho una nota porque salimos campeones con la Reserva de Argentinos”. Luego del Mundial de Estados Unidos, el presidente de la AFA, Julio Humberto Grondona, avisó que recibiría proyectos para refundar las Juveniles. Pekerman, que ya había regresado de Chile, se presentó con una carpeta de 100 páginas y compitió contra Carlos Timoteo Griguol, el candidato del establishment, y contra Jorge Griffa, el preferido de Daniel Alberto Passarrella, el nuevo técnico de la Selección Mayor en reemplazo de Alfio Basile.

Pekerman en 1995. Foto: ArchivoPekerman en 1995. Foto: Archivo

“¿Quién es Pekerman?”, así comenzaba un artículo crítico en El Gráfico. Pero Grondona se decidió por José Néstor en el mes de septiembre. “Los entrenadores de inferiores estábamos disconformes con lo que pasaba en AFA porque en la Selección no se veía reflejado el potencial que tenía Argentina. Lo tomé como una gran oportunidad para nuestro fútbol. Pero yo no me tenía fe por los candidatos que se nombraban. Solo Matilde tenía esperanzas. Me dolía que no conocieran lo que yo había hecho en Argentinos. A mí, sin querer, me ayudó mucho Tinelli con el sketch que hacía, el de aquí Pekerman”, suelta.

-¿Fueron duros los primeros días?

-Sí. Cuando empiezo a armar el grupo de trabajo me dicen que tenía cupo para solo dos ayudantes y un preparador físico. Tuve que acomodarme porque el presupuesto era bajísimo. Pero se compensaba con la oportunidad. Por eso a los chicos del Sub-20 que se consagraron en Qatar 1995 yo les digo «los héroes». El tiempo de trabajo con el resto de las selecciones que vinieron después fue mucho más amplio. Por eso no me gustan las comparaciones. Los campeones de Malasia 1997 son «los fantasistas» por la calidad, los de Argentina 2001 «los asesinos» porque goleaban en todos los partidos, los de Países Bajos 2005 «los del impacto por la aparición de Messi» y los de Canadá 2007 «los del futuro».

-¿El Preolímpico Sub-23 de Brasil en el año 2000 fue la mayor decepción de tu carrera? A ese equipo se la decía el Dream Team: estaban Riquelme, Aimar, Saviola, Cambiasso, Scaloni, Gabriel Milito…

-Esa fue una de las desilusiones más grandes, la verdad que sí. Sabíamos que iba a ser difícil porque se repartían dos cupos y Brasil estaba de local. El nivel de los futbolistas era extraordinario. El objetivo no se cumplió, más allá de que estuvimos cerca. No fue un fracaso rotundo. El torneo se jugó en esta época en Brasil, con un calor impresionante. Los jugadores ya eran todos de Primera y en pocos días tenían que jugar Copa Libertadores. Algunos tenían la cabeza en eso. También estaban sometidos a los llamados de los dirigentes de sus clubes. Nunca nos había pasado eso. Los grupos siempre fueron muy sólidos y capaz no faltó un poco de eso.

Pekerman junto a Tocalli y el juvenil Scaloni en Malasia 1997.Pekerman junto a Tocalli y el juvenil Scaloni en Malasia 1997.

¿Fue más doloroso que la eliminación de Alemania 2006?

-Si el Preolímpico fue doloroso, el Mundial fue trágico. Ese equipo era la consolidación de muchas cosas. A veces necesitás el éxito. Quizás esta reivindicación de este último título del mundo en Qatar es la contrapartida. Es todo muy bueno, pero en los momentos críticos se dio lo que por ahí tenés que tener para ganar un título, como un arquero que tapa una eliminación. O no tener dos lesiones consecutivas (Abbondanzieri y Crespo) con solo tres cambios. Son situaciones accidentales que después te generan polémica. Yo tuve la posibilidad de vivir dos vestuarios de Mundiales tras eliminación en poco tiempo. El de 2002 y el de 2006. El de 2002 fue fatal, terrible; estuve ahí como coordinador general de la Selección. Era un equipo que jamás pensó que le iba a pasar eso. El nuestro fue lo opuesto. Fue un vestuario con dolor, pero tranquilo. Sabíamos que habíamos jugado un gran partido, que se hizo un gran Mundial y que no se dio. Eso te calma.

-¿Te molesta más que te digan por qué no pusiste a Messi contra Alemania o que se te cuestione por las no citaciones de Zanetti y de Verón para ese Mundial?

-Yo a los futbolistas siempre los respeté. Incluso hasta los he admirado. A veces gestionás un equipo en el que tenés que evaluar muchas situaciones. Y tenés que tener argumentos para justificar una decisión. Estábamos en un etapa de recambio, de movilización. Cuando ganás no pasa nada; cuando perdés se busca al que no juega, al que no entró, al que salió. Un entrenador tiene que ser ecuánime en el trabajo, en la elección, en el respeto. Zanetti y Verón son dos nombres muy fuertes. Pero a veces tenés jugadores fuertes en su clubes y no tanto en la Selección. Hay emblemas que no han ido a Mundiales. Te nombro a Hugo Ibarra, por ejemplo. En su club tuvo un ciclo impresionante y no tuvo la oportunidad en Argentina. Fue a un Sudamericano con Bielsa y no encajó. Y era un jugador espectacular. Lo importante es estar tranquilo con la elección que se toma.

-¿Alguna vez te los cruzaste a Zanetti o a Verón y te preguntaron por la decisión?

-No. Al Pupi lo he visto más seguido que a la Bruja. Son dos jugadores muy valorados. Pero cuando hacés recambio pensás en nombres viejos y por ahí a algunos ya le pasó el tiempo. Era evidente el recambio porque se venía de un mal Mundial en 2002. A veces, cuando las cosas no salen bien, se culpabiliza a uno solo. La prueba más grande la tenemos con Messi. Mucho tiempo no fue en la Selección el mismo que veíamos en su club y lo sufrió en muchos Mundiales.

Pekerman en Alemania 2006. Foto: AFOPekerman en Alemania 2006. Foto: AFO

¿Qué te pasa cuando ves la imagen de Leo sentado en el banco en Alemania 2006?

-Leo nunca tuvo un reproche conmigo; siempre nos saludamos bien. Con el padre me he cruzado varias veces y siempre tuvimos la mejor. En el Mundial de Qatar le dije a Jorge que nunca lo había visto tan contento a Leo. Cuando ganó la primera Copa América en Brasil despegó. Ahí te das cuenta lo que es un título porque él futbolísticamente fue igual a lo largo de los años. Sentir que no podés lograr algo te sobrecarga. Por suerte ya dejó de ser la generación que no ganó nada.

-¿Qué sentís cuando ves a Scaloni, Aimar, Samuel, Placente y más como entrenadores de la Selección?

-Felicidad porque los conozco hace mucho tiempo y sé cómo son. Veo con alegría que se retomó la línea de lo que fue nuestro proyecto porque este cuerpo técnico vivió todo eso. A Aimar lo citamos a la Selección cuando jugaba en Estudiantes de Río Cuarto, antes de fichar en la Séptima de River. Me acuerdo que después de un Sudamericano Sub-17 los de River no podían creer lo que jugaba Pablo. Francescoli decía que había que subirlo ya a Primera. Eso era parte de nuestro proyecto.

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