ROMA.- Después de una semana internado en el hospital Gemelli por una mal tratada bronquitis que degeneró en neumonía, según los últimos partes médicos el Papa, de 88 años y siempre de buen humor como se filtra desde su suite del décimo piso, se está recuperando. Está respondiendo a las terapias, los focos de la infección pulmonar están circunscritos y ya no reina la alarma.
Pero como aún nadie sabe cuántos días más deberá quedarse en esa suite del décimo piso -quizás unos diez días más-, cómo será la convalecencia y, vista la fragilidad de su estado, si podrá retomar ese ritmo de trabajo frenético e hiper exigente que se imponía, la incertidumbre ante lo que vendrá es total. Y como ya ocurrió durante las últimas tres internaciones del líder máximo de la Iglesia católica -en julio de 2021, y en marzo y en junio de 2023-, hay quienes vuelven a agitar el fantasma de la renuncia. Una decisión que el Papa en diversas oportunidades siempre dijo que podría llegar a tomar, siguiendo el ejemplo de su predecesor, Benedicto XVI, que había “abierto una puerta”. Aunque también remarcó que pensaba que las dimisiones papales no podían ser una “moda” y que para él el papado es “ad vitam”, de por vida.
Desde que ayer el cardenal italiano Gianfranco Ravasi en una entrevista radial opinó que, para él, Francisco sí podría llegar a renunciar, los medios italianos, que interpretaron que había roto “un tabú”, salieron a abonar esta posibilidad con grandes titulares sobre “la sombra de las dimisiones sobre la salud del Papa”. Un diario hasta se animó a escribir que había comenzado una campaña para presionar a la renuncia al papa Francisco -enfermo y con 88 años-, bautizada “Operación Biden”.
“No vale la pena que algunos grupos presionen para una renuncia. Ya lo han hecho varias veces en los últimos años, y esa solo puede ser una decisión ‘completamente libre’ del Santo Padre, aun para que pueda ser valida”, dijo a LA NACION el cardenal Víctor Manuel “Tucho” Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, desde siempre muy cercano a Francisco, citando lo contemplado por el derecho canónico para las renuncias papales.
“Para mí es importante que el organismo del Papa ha reaccionado bien al tratamiento actual. Los signos de esta reacción positiva son objetivos: no solamente lo que se puede ver en su aspecto, sino sobre todo los resultados de los estudios científicos diarios”, agregó el prelado cordobés, que, ante una consulta de este medio, se mostró sereno.
“No veo clima de pre-cónclave, no veo más conversaciones sobre un posible sucesor que las que había un año atrás, es decir, nada especial. Hasta ahora percibo bastante respeto”, aseguró.
No opinó lo mismo el historiador católico y fundador de la Comunidad de San Egidio, Andrea Riccardi, quien en una entrevista con el diario La Repubblica, no ocultó su molestia ante esa insistencia sobre una renuncia. “Tengo la sensación de que hay un cierto ensañamiento sobre la salud del Papa, un juego de voces, muchos que se improvisan analistas de la salud del Papa, siempre queriendo descubrir un dato pesimista. Los cuervos vuelven a volar”, lamentó.
“Mi actitud, en cambio, es de simpatía por un hombre que tiene una edad avanzada, no está bien, merece solidaridad, pero también respeto por su salud y por su cuerpo”, aseguró, al considerar que no le parecía el momento de hablar de dimisiones. “Me parece que el tema de la renuncia es un poco una obsesión que vuelve también porque este es un pontificado que nació de la renuncia de Benedicto XVI”, agregó.
“Mi sensación es que Francisco quiere seguir con su su ministerio hasta que tenga la fuerza de seguir, y no estamos en ese momento”, aseguró. Subrayó, por otro lado, que no necesariamente un Papa tiene que estar presente en todos y cada uno de los eventos previstos en el marco del Jubileo en curso. “Corremos el riesgo de ser más papistas que el Papa: el Jubileo no quiere decir una presencia constante del Papa, es el peregrinaje a la Iglesia de los apóstoles Pedro y Pablo, es la puerta santa, es la oración común. El Jubileo no es sólo ver el Papa”, explicó, al estimar, por otro lado, que “es justo que la presencia de un Papa que no está bien se reduzca. “Es más, sería aconsejable para su salud”, subrayó.
En tanto, esta mañana, como viene haciendo regularmente, el Vaticano difundió unas breves líneas para tranquilizar a todos. “La noche ha transcurrido bien, el Papa esta mañana se ha levantado y ha desayunado”, informó.
El último parte médico, del jueves por la noche, había dicho que las condiciones clínicas del Papa estaban en “leve mejora”, que seguía sin fiebre y que su corazón está aguantando bien la terapia puesta en marcha por su equipo médico, que dejó de mencionar ese “cuadro clínico complejo” que inquietó a todo el mundo el lunes pasado. Se espera para esta tarde un nuevo parte.