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Cuba, el régimen que nunca toca fondo: ¿podría sobrevivir a una caída del chavismo en Venezuela?


Al comienzo de las operaciones de Estados Unidos en el Caribe frente a las costas venezolanas, el canciller cubano Bruno Rodríguez advirtió que bajo el pretexto de enfrentar al narcotráfico, Estados Unidos estaba desplegando una decena de navíos y casi 10.000 efectivos para “reimponer su dominación sobre nuestra América”.

La advertencia, más que una muestra de solidaridad con el gobierno de Nicolás Maduro, pareció un reconocimiento del impacto que puede tener en la región y particularmente en la isla comunista, una desestabilización y eventual caída del régimen venezolano.

“Si el chavismo cae, el castrismo pierde su más importante muleta geopolítica y energética”, señaló en una entrevista con LA NACION la bloguera Yoani Sánchez, que dirige el sitio opositor 14ymedio y sigue viviendo en La Habana pese a las presiones y amenazas del régimen contra ella y su esposo, el periodista Reinaldo Escobar.

La bloguera Yoani SánchezFacebook

Cada barco de la petrolera venezolana Pdvsa que no llega a Cuba se traduce en apagones más largos y menos transporte. Aunque el gobierno intenta fingir autosuficiencia, la verdad es que dependemos de Venezuela en el rubro más vital: el combustible”, agregó.

Ejercicios militares de EE.UU. en el Caribe

En efecto, Cuba necesita unos 125.000 barriles de petróleo por día, pero solo produce 40.000. En los tiempos de Hugo Chávez, principalmente entre 2005 y 2013, Caracas enviaba a La Habana entre 90.000 y 120.000 barriles diarios.

El especialista cubano Oscar Grandío Moráguez, autor del reciente libro Mejor no me callo. Notas ante una transición en Cuba, coincidió con Sánchez en la dependencia del régimen castrista con el crudo que manda Caracas.

“Aunque ha disminuido la producción y envío de petróleo venezolano, los 32.000 barriles diarios que llegan ahora son vitales para evitar apagones y mantener la operatividad del aparato estatal”, señaló a LA NACION el historiador y licenciado en Relaciones Políticas Internacionales, que vive exiliado en México desde 1994.

La gente enciende una linterna mientras cruza una calle con su perro durante un apagón en La Habana, el miércoles 10 de septiembre de 2025. (AP Foto/Ramón Espinosa)Ramon Espinosa – AP

Grandío Moráguez advirtió que “si Maduro cae, Cuba perdería este flujo vital, obligando a buscar alternativas como el petróleo mexicano que, de todas maneras, no podría suplir los volúmenes que entrega Caracas. O si no, habría que acudir a opciones costosas como Rusia o los mercados internacionales, lo que agravaría la inflación, el desabastecimiento y el descontento social”, agregó.

Pero pese a los pronósticos funestos, no sería esta la primera crisis a la que sobreviviría la Revolución Cubana en sus casi 67 años de vida. Y más allá de las especulaciones de los últimos años, especialmente luego de la muerte de Fidel Castro en 2016 o el estallido social de 2021, la isla sigue en caída libre con su deterioro económico, social y en materia de derechos humanos, sin un cambio de régimen a la vista.

Aún en este contexto, los encantos naturales siguen siendo una meca para los 2,2 millones de visitantes extranjeros que llegaron a Cuba el año pasado y que aportaron hasta un 80% del PBI, según algunas estimaciones. Pero la cifra está muy lejos de los 4,6 millones de turistas que llegaron en 2018.

Un país con una infraestructura arruinada y decadente no es lo que suele buscar un visitante, que cuenta con tantísimas otras opciones con similares bellezas naturales y mejor infraestructura en el resto del Caribe.

Hombres mayores se reúnen en el malecón de La Habana. (Foto AP/Ramón Espinosa, Archivo)Ramon Espinosa – AP

El relato de Yoani Sánchez sobre lo que es la vida cotidiana para los cubanos no resulta menos desalentador.

Los apagones son ya una enfermedad crónica, agravada en los últimos años. Hay barrios enteros de La Habana que pasan 15 o 18 horas diarias sin electricidad. La población vive con velas compradas en el mercado informal o con lámparas recargables que mandan los exiliados, la comida se echa a perder en los refrigeradores apagados y la noche se vuelve un territorio de ansiedad y mosquitos. Ahora mismo, una epidemia de dengue y chikungunya está agravada, no solo por la falta de combustible que impide recoger la basura e higienizar las ciudades, sino también por los cortes eléctricos que dificultan la protección contra los vectores”, señaló.

En este contexto, según Sánchez, el gobierno tiene “el mismo guion discursivo desde hace décadas: promesas de nuevas plantas generadoras, planes de parques fotovoltaicos, cronogramas de mantenimiento que se aplazan, y sucesivas justificaciones a partir de averías ‘imprevistas’”.

La pregunta que surge es por qué semejante crisis no alcanza como disparador para hacer saltar el régimen.

“La represión sigue siendo eficaz, y además la emigración masiva funciona como válvula de escape”, argumentó Sánchez. En efecto, desde el estallido de 2021 Cuba registró el éxodo más grande de su historia: casi un millón y medio de habitantes en cuatro años, más del 10% de la población. (En una paradoja perversa, los 2000 millones de dólares anuales en remesas que envían los exiliados son también un gran alivio para el régimen y ayudan a evitar el estallido de la economía cubana). “El cambio demográfico afecta directamente el entramado cívico y la posibilidad de convocatorias populares. Cada joven que se va es un potencial manifestante menos”, agregó la bloguera cubana.

Todo lo que el sistema tiene de ineficiente para resolver la situación económica -responsabilizando históricamente al bloqueo norteamericano-, lo tiene de hábil para perfeccionar su maquinaria represiva, al punto de que esta semana fue ubicado por Naciones Unidas al tope de un ránking mundial: el del país con el mayor número de detenciones arbitrarias.

La policía reprime una protesta en La Habana en julio de 2021Ramon Espinosa – AP

Según las conclusiones del Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria (GTDA) de la ONU, con 93 casos certificados en los últimos seis años, la isla superó a Egipto, que registraba 73 detenciones, convirtiéndose así en el país con la mayor cifra de arrestos por motivos políticos e ideológicos.

“El caso más extremo hoy es el de los detenidos el 11 de Julio de 2021. El precio de esa protesta fue altísimo, más de mil presos políticos, la mayoría jóvenes con largas condenas sin pruebas reales, muchos de ellos menores de 20 años en el momento del arresto”, advirtió Sánchez.

Los largos años de represión y de partido único han generado también en Cuba una situación que la diferencia de Venezuela: la ausencia de líderes y organizaciones políticas que puedan ser alternativas válidas de poder.

“Si eventualmente se produjera un colapso del régimen cubano, habría una carencia de liderazgos estructurados, coordinados y estratégicos dentro de sectores disidentes en Cuba y fuera de la isla”, reconoció Grandío Moráguez. “Si la disidencia no se organiza, lo más probable es que sean sectores del régimen actual o vinculados de alguna manera, los que logren controlar el poder y revertir cualquier proceso de transición democrática”, concluyó Grandío Moráguez.


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