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Europa desafía la hoja de ruta de Trump y se planta en las negociaciones por la paz en Ucrania


PARÍS.– Durante un fin de semana de intensas negociaciones en Suiza sobre la base del plan de 28 puntos propuesto a Kiev por Donald Trump, y considerado ampliamente favorable a Rusia, Estados Unidos y Ucrania elaboraron un nuevo plan de paz de 19 puntos, que pospone las decisiones más importantes, para ser discutidas por el presidente norteamericano y su homólogo ucraniano Volodimir Zelensky. Por su parte, preocupados por la posibilidad de que el futuro de la seguridad europea quede en manos de Vladimir Putin, los europeos presentaron un “contraplan” de paz, que corrige algunas exigencias inaceptables de Washington.

Después de horas de negociaciones meticulosas, los equipos de Estados Unidos y Ucrania llegaron a acuerdos sobre varios temas, pero “pusieron entre paréntesis” los puntos más polémicos: incluyendo las cuestiones territoriales y las relaciones entre la OTAN, Rusia y Estados Unidos, para que Donald Trump y Volodimir Zelensky los decidan, afirmó este lunes el primer viceministro de Relaciones Exteriores ucraniano, Sergiy Kyslytsya, que asistió a las negociaciones.

Jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania
Andriy Yermak y el Secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, se reúnen en la Misión de EE. UU. ante Organizaciones Internacionales en Ginebra, Suiza, el domingo 23 de noviembre de 2025
Martial Trezzini – Keystone

Las discusiones fueron lideradas por el lado ucraniano por el poderoso jefe de gabinete de Zelensky, Andriy Yermak, y el secretario del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa, Rustem Umerov, con Kyslytsya y un grupo de oficiales militares y funcionarios de inteligencia desempeñando un papel de apoyo en el lado de Kiev.

La delegación estadounidense incluía al secretario de Estado, Marco Rubio, al secretario del Ejército, Dan Driscoll, al enviado especial de Trump para Rusia, Steve Witkoff, y al yerno del presidente Jared Kushner, cuya presencia sorprendió a funcionarios ucranianos y observadores.

Oficialmente, la secuencia de intercambios entre estadounidenses, ucranianos y europeos del fin de semana terminó el domingo. Pero el ballet diplomático prosigue. El secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, partió en la noche del 23 al lunes 24 de noviembre de Ginebra hacia Washington, seguramente para informar al presidente Trump sobre el estado de las discusiones.

Rubio se mostró “muy optimista”.

“Fue el día más productivo que hemos tenido. No quiero cantar victoria, todavía hay mucho por hacer, pero estamos mucho más avanzados que esta mañana y que hace una semana. Los puntos que quedan no son insuperables”, dijo. El ucraniano Sergiy Kyslytsya también reconoció un resultado “positivo”. Por su parte, Volodimir Zelensky estimó este lunes que se habían dado “pasos importantes”, pero que “para lograr una paz real, se necesita más, mucho más”.

Actitudes tranquilizadoras que se tradujeron el domingo por la noche en un comunicado conjunto de la Casa Blanca y Kiev. El futuro acuerdo de paz “deberá respetar plenamente la soberanía” de Ucrania, afirma el texto. Washington parece tener más en cuenta las expectativas y los intereses de los ucranianos.

Ucrania y Europa parecen haber obtenido un poco de respiro. Pero, en el fondo, las posiciones siguen siendo muy distantes. Así lo prueba la contra-propuesta europea revelada por la agencia Reuters el domingo. Un plan de paz que se basa en el de Donald Trump, que también incluye 28 puntos, pero corrige varios puntos inaceptables del plan estadounidense original.

Las potencias europeas rechazan primero la propuesta norteamericana de limitar el tamaño del ejército ucraniano a 600.000 soldados y quieren aumentarlo a 800.000, es decir, su tamaño actual, según varios expertos. Una modificación importante, ya que ambos planes insisten en no estacionar tropas de la OTAN en el territorio ucraniano. Además, Vladimir Putin había pedido la “desmilitarización de Ucrania”, hasta ahora rechazada por Kiev.

Queriendo deshacerse de este conflicto en Europa para concentrarse en la amenaza china en el Pacífico, Trump solicitaba una presencia de aviones europeos en Polonia para disuadir a Rusia, los europeos preferirían un estacionamiento de aviones de la OTAN, y por lo tanto estadounidenses o canadienses. Una manera de implicar más directamente a Estados Unidos que despliega hoy aproximadamente 90.000 militares en 37 bases.

Soldados de la 148va brigada de artillería del ejército de Ucrania cargan munición en un M777 antes de disparar contra posiciones rusas en el frente, en la región ucraniana de Zaporiyia, el 7 de agosto de 2025. (AP Foto/Evgeniy Maloletka)Evgeniy Maloletka – AP

Para reconstruir Ucrania, devastada por diez años de guerra con Rusia —desde la anexión de la península de Crimea— y tres años de invasión a gran escala, los europeos quieren usar los cerca de 230.000 millones de activos rusos congelados, mientras Moscú no haya ofrecido una compensación financiera. Washington quisiera, por su parte, crear un fondo dotado con 100.000 millones de activos congelados y con 100.000 millones de euros invertidos por los europeos. Los estadounidenses también piden una reversión del 50% de las ganancias. Todo esto, sin tener en cuenta que esos activos están depositados en bancos exclusivamente europeos.

En el vigésimo punto, se espera que Ucrania “adopte las reglas de la UE en materia de tolerancia religiosa y protección de las minorías lingüísticas”. Moscú asegura, para justificar su invasión, que las minorías rusoparlantes son perseguidas, así como las iglesias ortodoxas vinculadas al Patriarcado de Moscú. Desde la invasión, la Iglesia ortodoxa ucraniana está dividida entre una Iglesia autocéfala —es decir independiente y que solo depende del Patriarcado de Constantinopla— y otra vinculada al Patriarcado de Moscú, sospechada de servir a los intereses del Kremlin. El uso del ruso ha disminuido drásticamente tanto en el espacio público como en los medios desde 2022. Si los estadounidenses piden la aplicación de las reglas europeas, también añaden la prohibición de “toda ideología y actividad nazi”, un elemento recurrente de la propaganda rusa.

Europa presentó su propia propuesta para frenar lo que considera un rediseño riesgoso de la seguridad continentalDiego Herrera – Europa Press – Diego Herrera – Europa Press

Finalmente, las diferencias más importantes conciernen las concesiones territoriales a los rusos. En casi diez años de guerra, Moscú ha conquistado aproximadamente el 20% del territorio ucraniano. Washington pide a Kiev que se retire del Donbass (un territorio industrial del Este), y que ratifique la anexión de estos así como de Crimea. En cambio, los oblasts (regiones) de Zaporiyia y Jersón “quedarán congelados a lo largo de la línea de contacto, lo que equivaldrá a un reconocimiento de facto a lo largo de esa línea”. Para los europeos, “los intercambios (deberían) comenzar a lo largo de la línea de contacto”. En claro, el ejército ucraniano no estaría obligado a retirarse de territorios que aún posee y por los cuales ha hecho importantes sacrificios humanos. Este aspecto es esencial dado que es inflamable en Ucrania.

Donald Trump quiere elecciones en Ucrania “100 días” después de un eventual acuerdo, dando razón a Vladimir Putin quien asegura que Zelensky es ilegítimo, ignorando el hecho de que la constitución ucraniana prohíbe la realización de tales elecciones mientras el país está en guerra. Para los europeos, las elecciones deben celebrarse, pero “tan pronto como sea posible”, dejando así un margen para implementar el acuerdo y enfrentar las inevitables tensiones relacionadas con esta aplicación. Finalmente, el presidente estadounidense pide la amnistía de los protagonistas, y por lo tanto de Vladimir Putin bajo orden de arresto de la Corte Penal Internacional (CPI).

Los europeos también piden, al igual que los estadounidenses, el establecimiento de un alto el fuego “una vez que todas las partes hayan aceptado este memorándum”. Hasta ahora, los europeos, y en particular Emmanuel Macron, exigían primero un “alto el fuego incondicional” como condición previa a la negociación. La presión estadounidense parece haber prevalecido sobre esta cuestión.

Pero más allá de Ucrania, las principales objeciones de los líderes europeos se centran globalmente en la arquitectura de seguridad europea. El plan Trump prohíbe no solo la entrada de Ucrania en la OTAN, sino cualquier futura ampliación de la Alianza Atlántica. También pretende colocar el respeto del acuerdo de paz bajo la supervisión de un “grupo de trabajo” estadounidense-ruso, y presenta extrañamente a Estados Unidos como mediador entre la Alianza y Rusia.

Por el contrario, europeos y ucranianos han subrayado la necesidad de estar presentes en el “grupo de trabajo” que supervise el acuerdo. Más fundamental aún, los europeos rechazan que la ampliación de la OTAN, incluso a Ucrania, pueda ser objeto de un veto ruso.

“Cualquier decisión que corresponda a la competencia de la UE o de la OTAN será examinada y decidida por los miembros de la UE y de la OTAN en el marco de un procedimiento distinto”, afirmó el lunes en X el presidente finlandés Alexander Stubb.

El desafío es rechazar la visión rusa de la “seguridad indivisible de Europa”, según la cual la arquitectura de seguridad europea debe ser coarbitrada por Moscú. También se trata de evitar una revolución en el orden europeo de la posguerra fría, que comprometería aún más el futuro de la Alianza Atlántica. Y los europeos no se equivocan. Este lunes, el asesor de Vladimir Putin para política exterior, Yuri Ushakov, calificó el plan europeo de “totalmente contraproducente”.


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