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Los argumentos en contra (y a favor) del plan de Trump para Ucrania


WASHINGTON.–Los círculos de poder de Kiev no tienen demasiadas razones para agradecer esta semana: la fecha límite del Día de Acción de Gracias que le impuso el presidente Donald Trump al gobierno ucraniano para que acepte los términos de un posible acuerdo de paz con Rusia cayó como una bomba del otro lado del Atlántico.

El presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, declaró que su país tenía que elegir entre “perder la dignidad y el riesgo de perder a un socio clave”, es decir, ponerse en contra a la Casa Blanca si se resiste al acuerdo. Ante la presión de Trump, muchos de los líderes europeos reunidos este fin de semana en Sudáfrica para la cumbre del G-20, salieron otra vez a las corridas a sumar apoyos para Ucrania.

El plan de 28 puntos presentado por el equipo de Trump y que al parecer fue consultado con sus interlocutores rusos cruza varias de las “líneas rojas” de Ucrania. Según ese plan, Kiev tendría que ceder territorio que Rusia no logró conquistar militarmente en sus casi cuatro años de invasión, que arrancó en febrero de 2022. El plan también obliga a Kiev a reducir el tamaño de su ejército, a descartar recibir a tropas de la OTAN en su territorio y a consagrar en su Constitución que nunca se unirá a la alianza militar de la OTAN, y todo eso sin una verdadera garantía de seguridad de parte de Occidente.

Jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania
Andriy Yermak y el Secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, hablan con la prensa mientras continúan sus consultas en la Misión de EE. UU. ante Organizaciones Internacionales en Ginebra, Suiza, el domingo 23 de noviembre de 2025
Martial Trezzini – Keystone

Los funcionarios norteamericanos, encabezados por el secretario de Estado, Marco Rubio, y por el enviado especial de Trump, Steve Witkoff, están en Ginebra para reunirse con Zelensky y sus homólogos europeos en un intento de acercar posiciones. El domingo, ambas partes indicaron avances en ese sentido, aunque sin entrar en detalles sobre las revisiones que se introdujeron en el documento.

A primeras horas de la mañana, la presidenta de la Comisión Europea (UE), Ursula von der Leyen, dijo a través de un comunicado que Europa no quería que las Fuerzas Armadas de Ucrania sufrieran restricciones que la dejaran “vulnerable a futuros ataques” y que anhelaba un acuerdo que “detuviera la matanza” y al mismo tiempo “no sembrara las semillas de un futuro conflicto”. Von der Leyen recalcó el compromiso de la UE con el proceso de integración de Ucrania al bloque regional europeo.

En medio de esa inquietud entre ucranianos y europeos en general, Trump dijo ante la prensa que el acuerdo no era necesariamente una “última oferta”. Sin embargo, fue directo al decir que era imperioso que Zelensky se tomara la propuesta en serio. “Mejor que le guste, porque si no le gusta, supongo que deberán seguir luchando”, declaró Trump el viernes. Al día siguiente, de nuevo ante la prensa, Trump dijo que Zelensky podía aceptar el acuerdo o “seguir luchando con todas sus fuerzas”.

La retórica de Trump revela que va perdiendo la paciencia. La Casa Blanca ya retiró la ayuda a Ucrania, y quien hoy proporciona la mayor parte de la asistencia es Europa. El afán de Trump por sellar un acuerdo de paz chocó durante meses tanto con la resistencia de Ucrania a ceder parte de su territorio al invasor ruso como con el dudoso interés del propio presidente ruso, Vladimir Putin, en sentarse seriamente a negociar.

Pero la sensación de los gobiernos europeos ante las declaraciones de los últimos días es que Trump, una vez más, está siendo funcional a Rusia.

“Siento náuseas”, le dijo a The Atlantic un diplomático europeo radicado en Kiev tras asistir a una reunión informativa con el secretario del Ejército de Estados Unidos, Dan Driscoll, quien la semana pasada le entregó formalmente a Zelensky el plan de 28 puntos en la capital ucraniana. “Es como si el mundo se desmoronara a nuestro alrededor mientras lo vemos en tiempo real”, agregó.

Los observadores internos del establishment de la política exterior norteamericana comparten la misma opinión. “Es algo inimaginable para Ucrania, y además socava la seguridad nacional de Estados Unidos”, señaló Bridget Brink, exembajadora norteamericana en Kiev, y compara las posibles concesiones con la política de apaciguamiento de los europeos hacia el régimen nazi antes de la Segunda Guerra Mundial. “Apaciguar a los dictadores nunca logra una paz duradera: no funcionó en 1938 y tampoco va a funcionar ahora”.

El senador republicano Roger Wicker posteó en la red social X que “Este supuesto ‘plan de paz’ presenta graves problemas, y soy muy escéptico de que logre la paz. Cualquier concesión que se le haga a Putin no debería recompensar su malicioso comportamiento ni socavar la seguridad de Estados Unidos o sus aliados”.

La publicación de Roger Wicker

Pero en este momento hay otras consideraciones de peso. En el campo de batalla, a Ucrania le está costando frenar a Rusia, y el estratégico nodo logístico y ferroviario de Pokrovsk, un en la región del Donetsk, está a punto de caer en manos rusas tras meses de encarnizados combates. Y en Kiev se desató un escándalo de corrupción aún más dañino, que socava la confianza en el gobierno de Zelensky y que ha concentrado la bronca popular en su círculo más cercano, incluido su principal asesor, Andriy Yermak, quien este fin de semana justamente participó en las conversaciones en Ginebra.

El plan de Trump también puede interpretarse como una especie de vía de escape para ambos bandos en pugna: le ofrece a Putin una salida del freezer geopolítico en el que se encuentra, a Zelensky la oportunidad de dejar que el pueblo ucraniano decida el camino a seguir con la promesa de elecciones 100 días después de la firma de un acuerdo, y una amnistía para todos los funcionarios rusos y ucranianos por su conducta durante la guerra (incluidos los aliados de Zelensky).

“Lo que impulsó esta propuesta de paz fue la sensación de que los recientes reveses en el campo de batalla en la región del Donetsk y el escándalo de corrupción en Kiev empujaron a Ucrania a un punto de inflexión”, escribió el columnista de The Washington Post, David Ignatius. “Rusia, por su parte, está bajo una fuerte presión económica y podría preferir terminar con la guerra en vez de seguir luchando durante los dos años que podría tardar en ocupar el Donetsk por completo”.

Si bien la mayoría de los líderes europeos manifestaron su deseo de reformular el plan de Trump, un destacado mandatario lo aplaudió sin ambages. “Los europeos deben apoyar inmediata e incondicionalmente la iniciativa de paz de Estados Unidos”, escribió en un comunicado el primer ministro húngaro, Viktor Orban, que lleva meses criticando la asistencia militar a Kiev y reclamando un acercamiento de Europa con el Kremlin. “Además de apoyar al presidente norteamericano, debemos iniciar sin demora negociaciones autónomas y directas con Rusia”, agregó el mandatario húngaro.

Orban no es el único europeo que desea una resolución rápida, sin importar lo que le cuesta a Ucrania en términos de soberanía o lo que implique para su futuro: en el Parlamento Europeo hay un bloque prorruso cada vez más grande, integrado por legisladores de los partidos de extrema derecha que están en auge en Europa.

Otros analistas sostienen que a Kiev se le agota el tiempo para conseguir un mejor acuerdo. “Dada la creciente evidencia de las debilidades militares de Ucrania y de la capacidad de avance de Rusia con sus ofensivas, la prudencia dicta que hay que buscar una paz en términos razonables y lo antes posible”, dice Anatol Lieven, del Instituto Quincy, un centro de estudios de Washington que fomenta la moderación en materia de política exterior.

Según Lieven, en los próximos años, el acuerdo propuesto por Trump tal vez no resulte un trago tan amargo: “Para Ucrania, un acuerdo que garantice la independencia de tres cuartas partes de su territorio y con el camino despejado para su ingreso a la UE, sería una especie de victoria”.

Traducción de Jaime Arrambide


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