A los 35 años, Ander Herrera atraviesa una experiencia que va más allá de lo futbolístico. El mediocampista bilbaíno se convirtió en el cuarto español en vestir la camiseta de Boca Juniors y desde su llegada se mueve por el predio de Ezeiza como si llevara años en el club. «Yo no quería conocer el fútbol argentino, yo quería jugar en Boca y en La Bombonera. Yo quería vivir este club único», aseguró con determinación en una entrevista con la revista Desde La Boca, una publicación oficial del Xeneize.
Tras su paso por Athletic Bilbao, Manchester United y PSG, Herrera siente que su desembarco en Boca es la concreción de un sueño. Sin embargo, su llegada coincidió con un momento doloroso: la reciente eliminación de la Copa Libertadores ante Alianza Lima, una de las más duras en la historia del club. «No vamos a olvidar lo que pasó el martes. Sabemos lo importante que es la Libertadores para el club y el golpe que sufrió la gente. Pero queríamos darle esta pequeña alegría», expresó tras la victoria ante Rosario Central. Y añadió: «Es doloroso, para nosotros también lo es, nos va a durar todavía unas semanas, pero debemos gastar energías en lo que podemos cambiar y en lo que podemos hacer en la cancha».
La elección de Herrera de sumarse a Boca generó admiración en colegas y amigos. «Mucha gente me dijo: ‘qué bonita locura has hecho’. Respeto mucho a los futbolistas que van a ganar su último dinero a Arabia Saudita o a Estados Unidos, pero yo no quería retirarme sin jugar en uno de los clubes más emblemáticos del mundo. Los futboleros de verdad sienten cierta envidia», reveló. Además, dejó una definición categórica sobre la esencia del Xeneize: «El que se quiera igualar con Boca va a salir perdiendo porque la pasión de acá es incomparable».
Su vínculo con Boca viene desde la infancia. «Los equipos del colombiano Córdoba, Ibarra, Schiavi, Arruabarrena, Battaglia, Román, Ledesma, Palermo, luego Rodrigo Palacio, también Barijho. Veía videos de la hinchada en internet y este club es único». Incluso, guarda un recuerdo especial ligado al Xeneize: «La más vieja que tengo es una del Kily González, porque a él lo fichó mi padre y le regaló una camiseta que conservo en mi casa de Zaragoza».
En su adaptación a Buenos Aires, el español eligió la autenticidad. «Me ofrecieron vivir en un country, pero no es mi estilo. Me gusta Buenos Aires, recorrer cafeterías, conocer la ciudad. Mis hijas están enamoradas de la gastronomía argentina». Y trazó un paralelismo con el equipo de su tierra: «En Bilbao hay gente que no le gusta mucho el fútbol pero es del Athletic, acá pasa lo mismo. Boca es mucho más que la pelota y el día del partido».
Sobre el plantel, destacó su equilibrio entre juventud y experiencia, pero dejó en claro la exigencia que impone vestir la azul y oro. «En Boca hay que ganar, no importa otra cosa. Es como en el Manchester United o el Real Madrid, solo vale ganar, la exigencia es muy grande». Y, fiel a su estilo, prefirió ir paso a paso: «Poner el foco en algo lejano te hace perder lo inmediato. Siempre fui muy prudente con mis objetivos y me fue bien así».

A lo largo de su carrera, Herrera compartió vestuario con algunos de los mejores jugadores del mundo. «Sería injusto elegir uno, pero lógicamente Leo Messi. Jugué con Sergio Ramos, Neymar, Mbappé, Rooney, Thiago Silva, Falcao, Di María, De Gea… Estoy orgulloso de haber estado al servicio de estas estrellas». También reconoció la influencia de los entrenadores que lo marcaron: «Bielsa en Bilbao me dejó mucho. Tuve a Mourinho, Tuchel, Van Gaal, Valverde. Aprendí de todos». Protagonista de asados con Di María, Messi e Icardi, confesó: «No me animo al mate, sigo con el café, pero todo me es familiar».
Su futuro aún es una incógnita. «Voy a disfrutar esta etapa porque sé que no hay nada parecido. Me gustaría ser técnico, pero también me atrae el análisis en los medios. No sé si eso me va a llenar el gusanillo competitivo que tengo dentro». Por ahora, su mente está puesta en Boca. «Hoy me enfoco en los desafíos de este semestre sin mirar mucho más allá. Luego, el tiempo dirá».