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Banfield empujó a Independiente bajo la lluvia pero la cancha no aguantó y el partido se suspendió a los 23 del segundo tiempo

Se intentó hasta donde se pudo. Pero fue realmente imposible terminar el partido entre Banfield e Independiente. Por eso, Silvio Trucco, el árbitro, lo dio por suspendido a los 23 minutos del segundo tiempo cuando empataban 0 a 0. A esa altura, los charcos ocupaban gran parte de la cancha y el diluvio era universal. Habrá que ver cuándo se reanudará. El Taladro recibirá a Argentinos el viernes y el Rojo visitará a San Lorenzo el sábado.

El cielo no se cansó de dejar caer agua durante toda la noche. El pasto del Florencio Sola se fue inundando por sectores de a poco. Y los espejos se fueron agrandando cada vez más sobre el paño verde. Cuando parecía que daba un respiro, de pronto, la furia de la tormenta volvía a encenderse y más fuerte eran las precipitaciones. Y el fútbol quedó ahogado en más chapoteo que pases precisos, en más resbalones que remates y en más lucha que juego.

La persistente e intensa lluvia distorsionó lo que se proponía a ser un interesante partido. Porque Banfield se disponía a revertir la imagen de sus últimas actuaciones. Ganó las dos primeras fechas y después acumuló cinco derrotas y un empate. Y porque Independiente llegaba con ganas de cambiar su semblante fuera de Avellaneda, en donde todo se le dificulta más.

Sin embargo, ambos equipos se encontraron de pronto con un cambio de planes. Lo planificado no le iba a funcionar a ninguno. Los técnicos arribaron con una idea en la cabeza que quedó obsoleta de inmediato al ver que la pelota se frenaba en los sectores más inundados y, por el contrario, se deslizaba en otros tramos generando mayor velocidad. No había punto medio.

Vaccari sorprendió en la formación. No por el ingreso de Santiago Hidalgo para reemplazar a su tocayo Montiel, lesionado; sino por meter de titular a Matías Giménez como centrodelantero en el puesto de Gabriel Avalos. Fue un error del entrenador rojo. Justamente no parecía la noche para sacar al ‘9’ guaraní. Por las condiciones del campo, con la pelota yendo más por el aire que por abajo, con la obligación de apelar a un juego más directo y no elaborativo, convenía tener en cancha precisamente a un hombre con mejor cualidades para bajar pelotazos frontales, por estatura, por salto, por porte.

Intentó los primeros minutos buscar con su propuesta de tocar y tocar, pero fue imposible para el visitante. Apenas una llegada al arco de Facundo Sanguinetti tuvo en toda la primera parte y fue por un centro desde la derecha de Felipe Loyola a Giménez, que cabeceó a las manos del arquero del Taladro. Banfield, que se topó con las mismas barreras que su rival, avisó de pelota parada: un tiro libre de Gerónimo Rivera que se fue al lado del palo más lejano de Rodrigo Rey.

Los hinchas locales se levantaban para cantar más empujados por la adrenalina que inyectaban los temibles chaparrones que por lo que contagiaba el trámite de lo que ocurría sobre un césped que ya no era césped sino más bien un pantano. El marco, más allá del pobre espectáculo, estaba encendido. Faltaban las emociones dentro de las áreas.

Recién a los 10 minutos del complemento, Vaccari mandó a Avalos al embarrado terreno, por un Giménez que poco pudo hacer. También metió a Ignacio Maestro Puch por un exhausto Federico Mancuello. Igualmente, toda intención de modificar algo se veía objetada por la imparable lluvia que hacía cada minuto menos posible jugar a un deporte parecido al fútbol.

A los 18 minutos, el árbitro Silvio Trucco llamó a los capitanes para consultarles si deseaban continuar o no. Los dos levantaron el pulgar y, aunque el juez no estaba muy convencido, dio la orden de dar continuidad mientras ya eran baldazos los que caían sobre el campo. Igual avisó: “Una más y vemos”.

Apenas 5 minutos pasaron cuando Trucco revoleó sus manos para avisarle a todos que la cosa no iba más, que hasta ahí había llegado el partido, si es que se lo podía llamar así. “Le dimos prioridad a la salud física de los jugadores. Por eso pusimos un límite. La decisión fue mía porque entre los capitanes estaba dividido”, explicó el árbitro. Vaccari y compañía querían seguirlo, pero fu imposible. Esta historia quedó inconclusa y a la espera de saber cuándo se completará.

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