Resulta difícil entender cómo Vélez entró en este tobogánsin fin que lo llevó de ser el campeón vigente de la Copa de la Liga Profesional -además de finalista de la Copa Argentina- a uno de los más pobres exponentes del Torneo Apertura que acaba de comenzar.
Es cierto que en el mercado de pases veraniego perdió a su entrenador (Gustavo Quinteros), a su figura (Claudio Aquino) y a su mejor defensor (Valentín Gómez). Y que además padece las lesiones de dos jugadores importantes (Emanuel Mammana Thiago Fernández y Joaquín García). Pero lo extraño es que nada queda de ese equipo, por momentos vistoso, que se lució a lo largo de la temporada pasada.
Quedó evidencia anoche en Alta Córdoba, donde Instituto, muy prolijo, le dio una clase de practicidad y le ganó por un inapelable 2-0 que deja al equipo de Sebastián Domínguez -vio el partido desde afuera por la suspensión que le impuso la AFA por sus amenazas a un árbitro- en el último lugar del Grupo B sin puntos y sin goles a favor -con seis encajados- al cabo de las primeras tres fechas. Preocupa en Liniers este laberinto deportivo.
Del otro lado se lució el equipo de Pedro Troglio, que pegó sobre el final del primer tiempo con un zurdazo de Gastón Lodico y en el arranque del complemento con una media vuelta de Damián Batallini. El Fortín se ilusionó con una patriada del pibe Montoro, que metía un golazo para acercar distancias hasta que el VAR detectó con acierto una mano. Ya no había tiempo para mucho más.
