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Por qué la ex tenista Anna Kournikova mantuvo en secreto a sus gemelos y construyó un muro de cinco metros en su mansión

La imagen de Anna Kournikova (43) se multiplicaba tanto en los medios deportivos como en las revistas del corazón a finales de los ’90. Su belleza no era obviada cada vez que se hablaba de un partido de tenis, aunque su máximo logro como singlista fue alcanzar las semifinales de Wimbledon a los 16 años. Más interesante, por esos años, parecía ser cada nuevo romance inventado hasta que en 2001 confirmó su relación con el cantante Enrique Iglesias. Dos años después, cuando su carrera deportiva se acabó por una lesión en la espalda, la rusa escondió su vida privada bajo siete llaves. Hasta ahora, que se la vio en silla de ruedas por las calles de Miami, acompañada por dos de sus tres hijos.

Tenía apenas 14 años cuando la nacida en Moscú el 7 de junio de 1981 se convirtió en profesional tras el esfuerzo de su madre, Alla, que vendió un televisor para comprarle una raqueta cuando tenía cinco años y menos de un lustro después también le consiguió un lugar en una prestigiosa academia de Florida.

La primera mujer rusa en destacarse en el circuito WTA, lo que le abrió las puertas a estrellas como Maria Sharapova, llegó a la cuarta ronda del US Open 1996 al toparse con a la postre campeona Steffi Graf. En el ranking, llegó al octavo puesto a finales de 2000 y fue número 1 del mundo en dobles un año antes; en esa especialidad conquistó 16 títulos, incluidos dos de Grand Slam (Australia 1999 y 2002) junto a Martina Hingis.

Amada. Anna Kournikova en Australia, poco antes de su retiro del tenis por una lesión en la espalda. Foto AFP PHOTO/William WEST

Pero sus resultados no fueron tan impactantes como su belleza: a pesar de nunca haber llegado a la final de un torneo de Grand Slam en individuales, estaba en tal demanda que fue la jugadora femenina que más ganó en 2000 y en 2001 embolsó siete millones de dólares solo por acuerdos de patrocinio. Tampoco fue sorpresa que la revista FHM la nombrara la mujer más sexy del planeta en 2002. Incluso, en los albores de Internet, cuando Google implementó la búsqueda de imágenes en su motor, su nombre siempre estaba en el top 10.

Uno podía imaginar que cuando su carrera se acabó en 2003, cuando todavía no había cumplido los 22 años, aprovecharía esa fama para seguir recaudando dinero. Más aún después de aparecer en la película de Jim Carrey Irene, yo y mi otro yo (2000). «Me encantaría aparecer en algo como Sex And The City o Friends», había dicho entonces. Ofertas no le faltaron, pero solo aceptó el de entrenadora en un reality de TV (The Biggest Loser) en 2010 y 2011.

Anna Kournikova y Enrique Iglesias están juntos desde hace más de veinte años.Anna Kournikova y Enrique Iglesias están juntos desde hace más de veinte años.

La maternidad, sin dudas, transformó su vida. El nacimiento de los gemelos Lucy y Nicholas ocurrió en 2017 y ella lo contó un mes después. El de Mary, en cambio, lo comunicó unos días después. Pero luego se recluyó. Seguramente, buscó que sus hijos no fueran esclavos de los flashes de los paparazzi que persiguieron a los padres. «Me encanta ser mamá. Absolutamente quería tener hijos, ya fuera biológicos o adoptados», contó en una de las pocas entrevistas que brindó en los últimos años.

Convertida en una especie de ermitaña, según cuenta el diario británico The Sun, Kournikova se refugia detrás de un muro de cinco metros de alto que recorre el perímetro de su mansión ubicada frente a las playas de Miami. Aunque las tiene, su actividad en redes sociales es escasa: la última foto que compartió de ella y su familia fue una del cumpleaños de Enrique Iglesias en 2022, a quien también le dedicó un posteo el año pasado aunque ella no estaba en la imagen.

Tenía motivos para querer resguardar a su familia. En 2005, William Lepeska, que tenía antecedentes de violencia, fue arrestado en una vivienda cercana a la casa de los Iglesias a la que había ingresado equivocado gritando “Anna, sálvame”. Un tribunal le ordenó al hombre mantenerse alejado de la extenista luego de encontrar como evidencia que le había estado enviado correos electrónicos sexualmente explícitos. Tras ese episodio, además, Kournikova reforzó su seguridad, contrató guardaespaldas y redujo sus apariciones públicas.

Ante esta reaparición en silla de ruedas, con una bota ortopédica en su pie derecho, su salud entró nuevamente en escena, como cuando se retiró del tenis y confesó: «Mi espalda realmente me obligó a parar. Se puso tan mal que no podía atarme los zapatos, literalmente. Estaba en un dolor insoportable».

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