El autor es profesor de sociología en el Palm Beach State College y autor del libro publicado en idioma inglés “El Enigma del Medio Oriente: El proceso de paz en tiempos de cambio en el mundo árabe”
PALM BEACH.- Finalmente, se alcanzó el tan ansiado acuerdo que permitiría la liberación de los rehenes secuestrados durante la masacre del 7 de octubre de 2023, un episodio que evocó imágenes de los pogromos en la Rusia zarista e incluso los horrores del Holocausto.
Una vez en cautiverio estos rehenes fueron maltratados, torturados y abusados sexualmente. Otros fueron directamente ejecutados.
Si bien dentro de Israel hay algunos que se oponen a este acuerdo y temen que el país se encuentre en un futuro en situación vulnerable, un Estado democrático como Israel existe en servicio de sus ciudadanos. Y por el monumental fracaso del gobierno y de las fuerzas de seguridad israelíes de proteger a éstos del salvaje ataque de Hamas, se redobla esta obligación del Estado hacia los rehenes. Es por eso por lo que al aceptar el plan de cese de fuego Israel actuó correcta y moralmente.
Si no se logró un acuerdo antes es por dos razones. Una, porque Hamas se rehusó a aceptarlo y la otra porque los objetivos de Israel de debilitar o aniquilar al enemigo para eliminar una amenaza permanente a la nación no habían sido cumplidos.
Es cierto que la administración Biden propuso este plan de cese de fuego en mayo, el cual fue rechazado por Hamas.
Sin embargo, esta vez el cambio en la estrategia militar israelí alteró el curso de los acontecimientos y facilitó la llegada al acuerdo.
Israel logro notables resultados. Debilitó significativamente el poder de Hamas como también el de sus aliados en todos los frentes creados por Irán alrededor de Israel que incluyen a Hezbollah desde el Líbano y Siria, los Hutíes desde Yemen, y de brigadas pro-Iranies desde Irak. Y, finalmente, Irán también lanzó ataques directos contra Israel.
En el curso de la guerra Hamas perdió todas sus brigadas y batallones. También sus depósitos, fábricas de armas, y laboratorios han sido destruidos. Mas de la mitad de sus túneles, de valor estratégico primordial, fueron derrumbados o deshabilitados y sus principales lideres como Yahya Sinwar y Mohammed Deif han sido eliminados.
Israel también logró resultados significativos en el resto de los frentes.
Empezando por Hezbollah, el grupo proiraní más importante con tamaño de ejército regular, que ha entrenado a otras milicias aliadas de Irán y ha actuado como fuerza de choque de Irán en Siria. En octubre de 2023, Hezbollah disponía de 150.000 cohetes que apuntaban contra Israel.
El 80% de esos cohetes han sido destruidos, Israel ha diezmado el liderazgo de Hezbollah, desmantelado su estructura de mando y control y socavado sus comunicaciones.
Mas importante aún, debilitó su posición en el Líbano, donde un nuevo presidente anti-Hezbollah fue recientemente elegido y en Siria donde su aliado Bashar-Al Assad fue derrocado por rebeldes disidentes.
Además, Israel logró destruir las defensas aéreas y antimisiles estratégicas de Irán, capacidades que Rusia no podrá reponer en un corto plazo.
En este contexto, Hamas, aislado, busca una salida de una guerra que podría conducir a su aniquilación. Por su parte, Israel acepta el acuerdo después de haber consolidado su superioridad en la región y recuperado gran parte de su moral nacional y capacidad de disuasión, que habrían sido afectadas por los eventos del 7 de octubre.
Sin embargo, esto está lejos de poner fin a la crisis Israel-Palestina o incluso o a la crisis general que afecta a la región.
Queda pendiente una pregunta clave: ¿Quién gobernará Gaza una vez que el ejército israelí se retire?
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, declaró que no permitiría que Hamas vuelva a gobernar Gaza. Sin embargo, si Israel no ocupará Gaza, como estipula el acuerdo, solo quedaría una alternativa: darle una oportunidad a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) para gobernar la Franja. Si bien Netanyahu había rechazado esta posibilidad en el pasado, es probable que ahora no le quede más remedio que aceptarla.
El premier israelí tuvo razones fundadas para rechazar el rol de la ANP. En el pasado, esta rechazó tres ofertas israelíes de paz. Si bien la ANP se ha opuesto públicamente al uso de la violencia, ha usado su sistema educativo y los medios de comunicación para adoctrinar a su población en contra de Israel, además de ofrecer compensaciones a los familiares de aquellos individuos que cometieron actos de terrorismo en nombre de Hamas o la Yihad islámica.
Si se le permite a la ANP asumir el control de Gaza, tendrán que cambiar su retórica y sistema educativo, no solamente en Gaza, sino también en Cisjordania, donde gobierna a la mayoría de la población palestina desde hace casi tres décadas. La cooperación en materia de seguridad entre Israel y la ANP, que ha funcionado relativamente bien en Cisjordania, debería también replicarse en Gaza. Además, debería aceptarse el plan de Trump propuesto en 2019, que pone énfasis en el desarrollo económico y la mejora de la estructura administrativa de los territorios palestinos. Si la ANP logra establecer las bases de un estado autónomo y legítimo, capaz de marginar a sus extremistas, se sentarían las condiciones para la creación de un futuro Estado palestino.
Este es un momento clave que no se debe desaprovechar. Está en manos de los palestinos tomar las decisiones acertadas.
A nivel regional, los desafíos no son menos complejos. Mientras Irán se ve debilitado, avanza rápidamente hacia el desarrollo de un arma nuclear. Un país con un régimen fanático y ambiciones regionales es capaz de utilizar un arma nuclear, lo que representa una amenaza no solo para Israel, sino también para los países del Golfo pérsico, incluido Arabia Saudita. Estados Unidos bajo la administración Trump, no atacaría el reactor nuclear iraní dado su oposición a las intervenciones militares. Si se optara por una opción militar contra el programa nuclear iraní, esta recaería exclusivamente sobre Israel, con Estados Unidos brindando, en el mejor de los casos, apoyo logístico.
Sin embargo, EE. UU. continuará impulsando la creación de una alianza regional entre Israel y los países del Golfo pérsico, incluido Arabia Saudita, para contrarrestar el poder de Irán. Además, seguirá promoviendo la normalización de relaciones entre los países árabes e Israel, y buscará alcanzar un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos.
Podemos celebrar el fin de las hostilidades en Gaza, pero los retos en esta compleja región persistirán durante mucho tiempo.
