Park House, en Grimsby (a unos 300 kilómetros al norte de Londres), da clase a algunos de los alumnos más conflictivos de la zona.
Se la conoce como la “escuela de los mala conducta”, porque la mayoría de sus 63 alumnos han sido expulsados permanentemente o corrían el riesgo de serlo de otros centros educativos. Pero, como descubrió la BBC, la institución está cambiando la vida de muchos de ellos.
“No son revoltosos; sólo necesitan aprender de otra manera”, asegura Angela Connell, responsable de aprendizaje, que ayuda a enseñar cocina y peluquería.
“Tenemos unas instalaciones fantásticas y les damos la oportunidad de hacerlo de forma un poco diferente”, agrega.
“Hemos tenido niños de todos los orígenes que vienen y dicen: ‘Nunca voy a conseguir nada ni hacer nada’ y lo hacen, salen ahí fuera y prosperan y eso es un orgullo absoluto para nosotros”, agrega.
Dos de las alumnas de Angela son Summer y Destiny.
Summer fue expulsada permanentemente de la escuela -o “permoed”, como ella lo llama- por mal comportamiento y peleas, mientras que la gota que colmó el vaso para Destiny fue activar la alarma de incendios en su anterior colegio.
“Cuando hay un montón de gente y un solo profesor en una escuela ordinaria, no recibes la ayuda que necesitas”, dice Summer, de 14 años, que aspira a estudiar peluquería, lo que considera que no habría sido posible sin la ayuda de Park House.
Destiny está de acuerdo: “Aquí hay menos alumnos y más profesores, y es más pequeño, por lo que recibes más ayuda que en el general”.
En una mesa en la cocina cercana, Brogan prepara pollo al curry. Quiere alistarse en el ejército y está deseando hacer el bachillerato.
“Me excluían y así es como he venido aquí. Me peleaba demasiado y en clase me enojaba mucho”, dice.
“Es un gran cambio para mí. Ahora sólo quiero hacer mi trabajo cuando estoy en clase”, asegura.
Los estudiantes son sorprendentemente abiertos sobre por qué fueron expulsados de sus escuelas originales, y la mayoría tiene una historia similar sobre por qué ahora están volviendo a encarrilar sus vidas.
“Nunca iba a ninguna de mis clases y luego empecé a retrasarme un poco, y cuando entraba, no sabía lo que estaba pasando, así que pensé: ‘Dejaré esto’”, añade Katelyn, otra de las alumnas.
“No me gustaba la forma en que los profesores hablaban a los niños, así que siempre solía gritar, dar patadas, o cuando un profesor regañaba a otro alumno, me entrometía”, explica Talisha, de 15 años.
“Hay tantos alumnos en las escuelas convencionales que les resulta difícil vigilar a todos, y no se dan cuenta hasta que están muy hundidos”, agrega.
Un informe encontró que 23 estudiantes perdieron sus cursos por suspensiones en la región inglesa de North East Lincolnshire en 2022-23 y que otros 55 estudiantes fueron expulsados permanentemente. Casi la mitad de esas medidas fueron para estudiantes con necesidades educativas especiales o discapacidades.
Park House, que ofrece una educación concertada con las autoridades locales para los niños de la región, forma parte de Phoenix Park Academy y está gestionada por Wellspring Academy Trust, una organización sin fines de lucro.
El centro cuenta con un gimnasio, una zona al aire libre recién renovada, un taller y una peluquería para ofrecer formación práctica e inspirar carreras profesionales.
Aunque los días pueden ser difíciles, con problemas de mal comportamiento y batallas ocasionales para mantener a algunos niños en clase, los responsables de la escuela atribuyen su éxito al desarrollo de relaciones afectuosas y eficaces con los alumnos, basadas en el apoyo social, emocional y de salud mental.
“Creo que hay otra manera, y lo que tenemos es un planteamiento muy coherente que funciona para muchos jóvenes cuando el entorno ordinario no funciona para ellos”, afirma el director de la institución, John Mansfield.
“Hemos tenido un estudiante que fue a la Universidad de Oxford. Otros han creado su propia empresa”, enumera.
“Te da una gran sensación de orgullo y te hace darte cuenta de que estás haciendo lo correcto, y de que realmente estás apoyando a los estudiantes con sus resultados y sus próximos pasos en la vida”, remata.
Ellie Newport, de 19 años, es una de esas historias de éxito. Ahora dirige su propio negocio de peluquería canina y además tiene un segundo empleo. Tras varios suspensos durante sus años escolares, dice que todo se lo debe a la academia.
“Sigo pensando en la escuela y en los profesores todos los días, porque les debo todo”, asevera.
“Se dice que es la escuela de los revoltosos, pero no es así, está ahí para ayudarte”, apunta.
“Da un vuelco a la vida de todo el mundo, aunque no llegues a donde quieres, siempre vas a estar un paso más allá de donde estabas”, explica.
“Sin duda, estas escuelas salvan a muchos niños”, remata.
Josh Greaves, director general adjunto de Wellspring Academy Trust, afirma que la expulsión permanente de una escuela ordinaria tiene importantes repercusiones en términos de oportunidades en la vida.
“De lo que se trata es de asegurarnos de que tengan un buen comienzo y puedan dar un paso adelante hacia algo realmente optimista y atractivo, para que puedan vivir una vida significativa, feliz y larga”, explica.
Por Phillip Norton