Estados Unidos volvió a padecer este martes un día caótico con amenazas cruzadas, idas y venidas con los aranceles, fuerte caída de Wall Street y una enorme incertidumbre. El presidente Donald Trump escaló la guerra de tarifas con su vecino Canadá y anunció que aplicaría a partir de este miércoles otra drástica suba de aranceles de 25% a las importaciones canadienses de acero y aluminio a Estados Unidos, con lo que elevaba la tarifa al 50% para esos metales. Pero más tarde, con el mercado en baja, y luego de negociar con Canadá, anunció que ya no las impondría.
Wall Street cayó tras el anuncio inicial de Trump y el desconcierto general, generando más preocupaciones después de una brutal venta masiva de acciones el lunes que pone a Trump bajo presión para demostrar que tiene un plan legítimo para hacer crecer la economía en lugar de quizás empujarla hacia una recesión, un escenario que predicen los expertos.
En una batalla tarifaria que parece sin fin, la medida de este martes fue tomada en represalia a una suba de aranceles de electricidad que efectivizó el lunes la provincia canadiense de Ontario. Trump amenazó además con responder con aumentos adicionales a los “atroces” aranceles de Canadá y reiteró su idea de anexar a su vecino a Estados Unidos.
La tensión creció. Poco después de conocerse la nueva suba anunciada por la Casa Blanca, el flamante primer ministro canadiense, Mark Carney, dijo que habría más represalias: «Mi gobierno asegurará que nuestra respuesta tenga el máximo impacto en EE.UU. y el mínimo aquí en Canadá». «Mi gobierno mantendrá nuestras tarifas hasta que los estadounidenses nos muestren respeto y tomen compromisos creíbles y confiables con el comercio libre y justo», agregó.
Con el correr de las horas y a medida de que la incertidumbre crecía y Wall Street caía, se produjo una llamada telefónica entre el Secretario de Comercio de EE.UU., Howard Lutnick, y el primer ministro de Ontario, Doug Ford. Poco antes del cierre de la jornada bursátil acordaron que la provincia suspende el 25% de las tarifas a la electricidad canadiense y anunciaron que se reunirán el miércoles para discutir los aranceles recíprocos que Trump anunció para todo el mundo el 2 de abril y que negociará con cada país.
Poco despues salió un comunicado de Casa Blanca en el que anunciaba que ya no aplicaría el aumento adicional de tarifas como una gran victoria. «Después de que el presidente Trump amenazara con usar sus poderes ejecutivos para tomar represalias con un colosal arancel del 50 por ciento contra Canadá, el primer ministro de Ontario, Doug Ford, habló con el secretario Lutnick para transmitirle que está dando marcha atrás en la implementación de un cargo del 25 por ciento sobre las exportaciones de electricidad a los Estados Unidos».
Y agregó: «El presidente Trump ha utilizado una vez más la influencia de la economía estadounidense, que es la mejor y más grande del mundo, para lograr una victoria para el pueblo estadounidense. De conformidad con sus órdenes ejecutivas anteriores, un arancel del 25 por ciento sobre el acero y el aluminio sin excepciones ni exenciones entrará en vigor para Canadá y todos nuestros demás socios comerciales a la medianoche del 12 de marzo»
Trump festejó la medida como un gran triunfo. «Había un señor muy fuerte en Canadá que dijo que iba a imponer impuestos y costes a la electricidad de Estados Unidos y hemos sido informados hace poco de que no lo va a hacer», dijo ante los periodistas.
«Los mercados van a subir y van a bajar, pero tenemos que reconstruir el país», dijo.
Es verdad que Ontario bajó sus tarifas y se verá qué hace finalmente Trump. Pero el presidente no tuvo más remedio que salir al ruedo para frenar el creciente disgusto sobre su política arancelaria que viene impactando con fuerza en los mercados y en los empresarios.
Las tecnológicas son las que más han sufrido esta etapa de incertidumbre. De hecho las acciones de Tesla, la empresa de autos eléctricos de su socio Elon Musk, fue una de las más golpeadas estos días por la caída bursátil y las crecientes marchas contra el trabajo del empresario en la Casa Blanca.
Trump salió este martes en apoyo de su amigo — y donante de campaña con cerca de US$300 millones– y este martes dijo que se compraría un Tesla, aunque por su cargo no pueda manejarlo. Se sentó en un modelo S.

Las idas y venidas de Trump sube la apuesta tras la jornada del lunes, cuando Wall Street sufrió su mayor caída del año y el índice tecnológico Nasdaq perdiera brutalmente un récord desde 2022, por la guerra arancelaria y luego de que Trump no descartó que sus políticas pudieran desencadenar una recesión en Estados Unidos.
En las últimas semanas, Trump ha amenazado, impuesto, suspendido y reinstalado aranceles a los principales socios comerciales de Estados Unidos, Canadá, México y China. Estos cambios vertiginosos, incluidas las exenciones a último momento para algunos fabricantes de automóviles y productos energéticos, han desconcertado a los inversores y alarmado a los economistas que estiman que puede crecer la inflación en Estados Unidos y frenar el crecimiento de la primera potencia.
Los expertos, e incluso un duro editorial del diario especializado The Wall Street Journal, le recomiendan que cesara con la guerra de tarifas por el impacto que comienza a ser evidente. “Hay señales intermitentes de que la economía de Estados Unidos se está desacelerando”, dice el diario conservador.
Y menciona la lenta suma de empleos del mes pasado; la incertidumbre en el sector manufacturero y de servicios por el impacto en sus costos del alza de las tarifas; la ansiedad de los consumidores que frenan sus compras ante un panorama caótico. Todos señalan la política tarifaria de Trump como el principal desvelo.
Todo esto, dice el Wall Street Journal, “sugiere un crecimiento más lento en el futuro, incluso si la economía esquiva la recesión. La desregulación de Trump y una extensión de la reforma tributaria de 2017 deberían impulsar la inversión empresarial a largo. Pero los costos más altos y la incertidumbre causada por sus aranceles están dañando la economía ahora. Si Trump quiere calmar la alarma de la recesión, sería prudente dejar de lado sus planes arancelarios”.