La guerra entre Hezbollah e Israel se produce en el contexto de profundas divisiones en el Líbano sobre el papel del partido chiíta.
Estas divisiones ya existían antes de la decisión que tomó el 8 de octubre de lanzar ataques contra posiciones militares israelíes en apoyo de Gaza.
Sin embargo, las divisiones no se pueden simplificar fácilmente como una clara separación entre los que están a favor de Hezbollah y los que están en contra de éste en el Líbano.
Durante años, las opiniones divergentes sobre Hezbollah han estado en el centro de casi todos los debates políticos en el país.
Estar a favor o en contra de Hezbollah era un punto clave en las conversaciones en público y en privado, en un país que disfruta de un grado muy alto de libertad de opinión y expresión, especialmente en comparación con el resto de la región.
Hay muchos aspectos que considerar al definir las posiciones de la gente hacia el grupo militar más poderoso del país y también uno de sus actores políticos más prominentes.
Líbano es un país multisectario donde la identidad religiosa tiene un fuerte impacto en la política de las personas.
Muchos de los partidarios de Hezbollah son musulmanes chiítas, y un gran número de sus críticos y oponentes no son chiítas, incluidos musulmanes sunitas y cristianos.
Pero esto es cierto sólo hasta un punto.
Hay grupos importantes con diferentes afiliaciones religiosas e ideológicas que se oponen completamente a Hezbollah.
La mayoría de ellos lo consideran un representante iraní que dicta si Líbano está en guerra o en paz y socava el gobierno del país.
Están pidiendo el desarme de su poderoso ejército.
Pero también hay otros que no están de acuerdo con Hezbollah en muchas cuestiones, pero apoyan su arsenal.
Hasta hace poco, uno de sus principales aliados políticos era el entonces mayor partido cristiano, el Movimiento Patriótico Libre (MPL).
Durante años, los dos grupos habían llegado a un acuerdo pragmático para apoyarse mutuamente.
El MPL obtuvo un valioso aliado político chiíta y Hezbollah logró un partidario cristiano que no pedía su desarme inmediato.
Aunque desde entonces el acuerdo se rompió, ilustra cómo los diferentes grupos de Líbano pueden crear alianzas que trascienden las líneas religiosas.
Mientras que algunos piden el desarme de Hezbollah, otros apoyan más al partido porque su capacidad de combate es muy poderosa.
La fuerza militar de Hezbollah y la relativa debilidad del ejército nacional de Líbano significan que mucha gente –incluso fuera de su base principal– cree que es necesario que siga armado.
Israel invadió el Líbano en 1982, ocupó el sur del país hasta el año 2000 y todavía ocupa parte de él.
El ejército de Hezbollah es la única fuerza en Líbano que ha sido eficaz combatiendo a las fuerzas israelíes.
El ejército libanés está mal armado y depende en gran medida de Estados Unidos y otros países occidentales para obtener armas y municiones, que son obsoletas.
Frente a esta situación, muchos en Líbano siguen apoyando a Hezbollah para que mantenga su fuerza de combate, aunque en general no simpatizan con el partido.
La ya compleja red de simpatías, antagonismos y alianzas en Líbano puede cambiar aún más durante una crisis, como los intercambios transfronterizos con Israel que se han intensificado en los últimos días.
En esta situación, mucha gente dejó de lado sus diferencias.
Incluso muchos de los que han criticado la decisión de Hezbollah de lanzar ataques contra Israel en apoyo de Gaza y lo acusaron de arrastrar al país a una crisis costosa, han mostrado solidaridad con las víctimas de los recientes ataques con beepers y walkie talkies dirigidos contra sus miembros.
El ataque masivo, en el que miles de personas resultaron mutiladas, heridas y muertas como resultado de la explosión de sus dispositivos de comunicación inalámbrica, fue ampliamente atribuido a Israel, aunque el país no ha admitido la responsabilidad.
Esta solidaridad no ha hecho más que intensificarse tras el lanzamiento de una masiva campaña aérea israelí sobre el sur de Líbano y el valle de Bekaa, acompañada por el ataque a Dahiyeh, un suburbio muy concurrido del sur de Beirut.
Esto ha provocado la muerte de civiles, entre ellos muchos niños, y el desplazamiento de decenas de miles de personas.
“Ha habido una solidaridad natural”, señala el doctor Jamil Mouawad, profesor de ciencias políticas en la Universidad Americana de Beirut.
“Para mí está claro que hay un sentimiento antiisraelí generalizado en el país, incluso entre los grupos contrarios a Hezbollah”.
Añadió: “Mucha gente está diciendo que las divisiones deberían dejarse de lado por el momento. No se trata de un punto de vista ideológico o político, sino ético a la luz de las atrocidades que Israel ha estado cometiendo”.
Pero las divisiones en torno a Hezbollah siguen siendo significativas e Israel parece estar tratando de alimentarlas.
Mientras los aviones israelíes bombardeaban las ciudades libanesas del sur y el valle de Bekaa, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dijo en un mensaje al pueblo libanés: “La guerra de Israel no es contra ustedes. Es contra Hezbollah”.
El grado de apoyo que pueda mantener Hezbollah dentro de Líbano podría ser un factor importante para determinar si la crisis transfronteriza se intensifica o se atenúa.