WASHINGTON.- El plan del presidente Donald Trump para apoderarse de la Franja de Gaza, expulsar a sus 2 millones de palestinos y convertir esta franja costera desértica en una especie de Club Med demuestra solo una cosa: qué corta es la distancia entre el pensamiento innovador y el pensamiento delirante.
Puedo decir con confianza que la propuesta de Trump es la iniciativa de “paz” en Medio Oriente más idiota y peligrosa jamás presentada por un presidente estadounidense.
Aun así, no estoy seguro de qué es más aterrador: si la propuesta de Trump sobre Gaza, que parece cambiar a diario, o la rapidez con la que sus asesores y miembros del gabinete —casi ninguno de los cuales fue informado previamente— asintieron con aprobación como una colección de muñecos cabezones.
Presten atención, damas y caballeros: esto no se trata solo de Medio Oriente. También es un microcosmos del problema que enfrentamos ahora como país. En su primer mandato, Trump estaba rodeado de filtros: asesores, secretarios del gabinete y generales que muchas veces desviaron y contuvieron sus peores impulsos.
Ahora, Trump está rodeado solo de amplificadores: asesores, secretarios del gabinete, senadores y miembros de la Cámara de Representantes que viven con miedo a su ira o a ser atacados por multitudes en línea desatadas por su ejecutor, Elon Musk, si se salen del guion.
Esta combinación de un Trump desatado, un Musk sin restricciones y gran parte del gobierno y del sector empresarial viviendo con miedo a ser mencionados en un tuit por cualquiera de los dos es una receta para el caos dentro y fuera del país. Trump opera más como un padrino de la mafia que como un presidente: “Bonito territorio tienes ahí (Groenlandia, Panamá, Gaza, Jordania, Egipto); sería una pena que le pasara algo…”.
Eso puede funcionar en las películas, pero en la vida real, si la administración Trump realmente intenta obligar a Jordania, Egipto o cualquier otro estado árabe a aceptar a los palestinos que viven en Gaza —y hacer que el ejército israelí los reúna y los traslade, ya que Trump ha dicho que la transferencia no involucraría tropas estadounidenses ni costaría un centavo a los contribuyentes—, esto desestabilizará el equilibrio demográfico en Jordania entre los habitantes de Cisjordania y los palestinos, desestabilizará Egipto y desestabilizará a Israel. Por mucho que los israelíes odien a Hamas, estoy seguro de que muchos soldados, fuera de los más radicales, se negarían a participar en una operación que pudiera compararse con la deportación de judíos de sus hogares durante la Segunda Guerra Mundial.
Como opinó el periódico israelí Haaretz: “No existen soluciones mágicas que simplemente puedan disolver el conflicto. La audacia de presentar una solución así —una que evoca términos como transferencia, limpieza étnica y otros crímenes de guerra— es un insulto tanto para palestinos como para israelíes”.
Trump también provocará una reacción violenta contra las embajadas e intereses estadounidenses en todo el mundo árabe y musulmán, con muchas protestas en Europa, Medio Oriente y Asia en contra del desplazamiento forzado de palestinos en nombre del proyecto de Trump de construir un resort en la Franja de Gaza que, según él, “sería de su propiedad” y al que los palestinos no tendrían derecho a regresar.
Sería el mayor regalo que Trump podría hacerle a Irán para recuperar influencia en Medio Oriente, al avergonzar a todos los regímenes suníes pro-norteamericanos. Empresas estadounidenses como McDonald’s y Starbucks, que ya han enfrentado boicots debido al apoyo militar de Estados Unidos a Israel en la guerra de Gaza, sufrirían aún más.
¿Trump tiene algún punto válido? Bueno, sí. Tiene razón en que Hamas es una organización enferma y retorcida, cuyo asesinato de unas 1200 personas el 7 de octubre de 2023 y el secuestro de unas 250 más desencadenaron el despiadado ataque israelí contra el grupo, que se esconde bajo tierra en Gaza sin preocuparse por los civiles que viven allí. Hamas utilizó a sus vecinos palestinos como sacrificios humanos con el objetivo de deslegitimar a Israel en todo el mundo. Para muchos jóvenes que solo se informan a través de videos de TikTok, funcionó, aunque fue una estrategia de lo más cínica.
Trump también tiene razón en que Gaza es ahora un infierno como resultado de ello. Y tiene razón en que el problema de los refugiados palestinos ha sido mantenido artificialmente durante demasiado tiempo por cínicos en el mundo árabe, en Israel y por líderes palestinos incompetentes.
Salir del 7 de octubre y volver a un proceso de paz no será fácil, pero la idea de que se ha intentado todo y que la única opción restante es la limpieza étnica es errónea. Sin embargo, eso es precisamente lo que la derecha israelí y Hamas quieren que todos crean.
Uno de los mayores problemas de este equipo de Trump es que toda su visión de Medio Oriente está filtrada a través de la extrema derecha israelí y los cristianos evangélicos. En la medida en que los asesores de Trump conocen el mundo árabe, es a través de la comunidad inversora del Golfo Pérsico. Así que son víctimas fáciles de las manipulaciones del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.
Por ejemplo, el secretario de Estado Marco Rubio les sigue diciendo a los líderes árabes que “Hamas nunca podrá volver a gobernar Gaza ni amenazar a Israel”. Pero Rubio parece no tener ni idea de que fue Netanyahu quien hizo los arreglos para que Qatar le diera a Hamas cientos de millones de dólares que desvió a su programa de construcción de túneles y fabricación de armas para que pudiera gobernar Gaza para siempre.
“Bibi” Netanyahu quería que Hamas “gobernara Gaza” y no la Autoridad Palestina de Cisjordania para que los palestinos siempre estuvieran divididos y nunca pudieran ser socios para una solución de dos estados, el objetivo de todos los presidentes estadounidenses desde George H.W. Bush.
Y la razón por la que Netanyahu se ha negado a definir un liderazgo alternativo para Gaza es porque sabe que la única alternativa creíble es una Autoridad Palestina reformada, pero que la extrema derecha en Israel lo derrocaría si aceptara esa solución.
Así que, por favor, ahórrenme la idea de que todo lo demás, excepto la limpieza étnica, se ha intentado de buena fe por ambas partes.
Si Trump realmente quiere hacer un cambio radical y sacar provecho de parte del miedo que infunde en la gente, no lo hará con esta propuesta infantil de Mar-a-Gaza. Sería llamar públicamente a todas las partes y desafiar a cada una de ellas a que realmente, de buena fe, hagan lo que se requiere para salir de este infierno.
Sería decirle a la Autoridad Palestina que si quiere gobernar Gaza necesita nombrar un nuevo líder no corrupto y un nuevo primer ministro efectivo –alguien como el ex primer ministro Salam Fayyad– inmediatamente. Esta Autoridad Palestina reformada necesita entonces crear un gabinete tecnocrático para invitar a una fuerza árabe de mantenimiento de la paz a tomar el control de Gaza de manos de Israel, terminar el desalojo de los líderes de Hamas y solicitar la asistencia internacional necesaria para reconstruir Gaza. Esa fuerza árabe también tendría que comprometerse a entrenar a una fuerza de seguridad de la Autoridad Palestina para que eventualmente pudiera gobernar Gaza por sí sola, con ayuda árabe.
Y sería decirle a Netanyahu que tan pronto como la fuerza de paz árabe esté en funcionamiento, Gaza se dividirá en Área A y Área B. La Autoridad Palestina y la fuerza de paz árabe gobernarán el Área A -todos los centros de población- y el ejército israelí puede permanecer en todo el perímetro -Área B- durante varios años. Después de eso, los palestinos celebrarán elecciones en Cisjordania y Gaza y negociarán una solución de dos estados con Israel para ambos territorios. Una vez que ese proceso esté en marcha, Arabia Saudita normalizaría las relaciones con Israel y el tratado de seguridad entre Estados Unidos y Arabia Saudita podría seguir adelante.
Prácticamente todo el establishment de seguridad de Israel ha estado furioso por el hecho de que Netanyahu se haya negado a identificar un plan para traducir la victoria militar de Israel en Gaza en una victoria política sostenible. Esto es lo que Bibi le dijo a la Knesset esta semana: “La visión de Trump es nueva, creativa, revolucionaria y está decidido a implementarla. Ustedes hablaron del ‘día después’ [plan para Gaza], ¡así que ya tienen su ‘día después’! Sólo que no coincide con la visión de Oslo. Porque no repetiremos este error otra vez”. Bibi solo está usando a Trump para ganar más tiempo en un camino que no lleva a ninguna parte.
Si Bibi llega a donde quiere ir, cada joven judío de hoy aprenderá lo que es crecer en un mundo donde el estado judío es un estado paria.
Presidente Trump, repito: hay razones reales para que usted plantee nuevas ideas sobre este problema. Pero su plan para la Gaza de Trump no es una idea nueva. Es una improvisación nueva. Son conceptos descabellados de un plan de paz lanzados sin la aprobación de sus asesores o aliados, cuyos detalles usted cambia todos los días, obligando a sus cabezones ayudantes a asentir vigorosamente, sin tener en cuenta los intereses estadounidenses a largo plazo ni su propia credibilidad. Es un plan que Israel amará a muerte, resucitará a Irán y desestabilizará a todos los amigos estadounidenses.