CÚCUTA.- “Hoy, cuando se cumplen exactamente nueve meses de mi entrada a la embajada argentina, buenos días muy especiales. Un abrazo profundamente agradecido de la compañía que me brindaron ininterrumpidamente durante todo el trayecto, invalorable apoyo”, dijo Fernando Martínez Mottola, uno de los seis asilados opositores en la legación argentina, quien la abandonó sorpresivamente.
Tras salir de la embajada la noche del jueves, se trasladó de inmediato a su hogar caraqueño, desde donde envió su saludo de agradecimiento. Había dejado lo que fue su refugio desde marzo pasado sin que casi nadie lo anticipara, ni adentro ni afuera. En la negociación que facilitó su salida participaron diplomáticos suizos, que lo trasladaron desde la embajada argentina en Caracas hasta la sede del Ministerio Público.
Según fuentes cercanas a quien fuera negociador del entonces presidente encargado, Juan Guaidó, en los primeros encuentros en Barbados de 2019, se le han impuesto medidas cautelares, entre ellas que no conceda declaraciones a la prensa. En aquellos diálogos fue el gobierno de Noruega el que participó como facilitador.
“[Martínez Mottola] se puso a derecho y rindió declaración en sede fiscal en torno a los graves hechos violentos, conspirativos y desestabilizadores que se vienen organizando desde la mencionada sede diplomática durante los últimos meses”, informó la Fiscalía.
Y aseguró que el exministro socialdemócrata, titular de Transportes en la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez, “se encontraba residenciado en la Embajada de la República de Argentina con un grupo de integrantes de la organización extremista Vente Venezuela (VV), que se encuentran prófugos”, en alusión al partido político de la líder opositora María Corina Machado.
El Ministerio Público asegura que el estratega político decidió colaborar de forma activa con la Justicia chavista. Desde el aparato de propaganda revolucionaria se ha asegurado que Martínez Mottola, el único que no militaba en VV, guardaba fuertes diferencias internas con los otros cinco asilados, poseídos por una especie de agenda radical. Fuentes opositoras desmintieron a LA NACION que se hayan producido presiones de ningún tipo y aseguraron que pese a no ser dirigente de VV se lo consultaba las distintas estrategias y él mismo decidía qué hacer.
Con Martínez Mottola fuera de la residencia, quedan asilados asilados Magalli Meda, jefa de campaña de María Corina Machado; Pedro Urruchurtu, coordinador internacional de Vente Venezuela; el exdiputado Omar González; el coordinador electoral Humberto Villalobos; y Claudia Macero, al frente de la comunicación de Vente Venezuela.
Contra ellos se emitieron órdenes de captura con falsas acusaciones de conspiración ya el año pasado, e incluso se vieron obligados a refugiarse en la embajada de Países Bajos. Gracias a las presiones de Estados Unidos y al canje del magnate colombiano Alex Saab, presunto testaferro de Maduro, pudieron recuperar la libertad durante unos meses hasta la siguiente embestida bolivariana.
La sede diplomática se mantiene bajo asedio, sin luz ni agua desde hace tres semanas, con francotiradores que apuntan desde las viviendas colindantes y con sobrevuelos de drones de las fuerzas chavistas. Y alrededor, las embajadas de Rusia y Corea del Norte, estrechas aliadas del chavismo.
En las últimas horas el gobierno de Ecuador desmintió que fuera a aceptar el canje planteado al parecer desde Caracas para intercambiar al exvicepresidente revolucionario Jorge Glas por los seis colaboradores de Machado. Maduro también exigía la libertad de Milagros Sala, la dirigente social argentina condenada por corrupción.
Tanto el gobierno de Javier Milei como buena parte del bloque democrático de las Américas han exigido al chavismo que entregue los salvoconductos necesarios para que los seis puedan viajar en libertad a la Argentina.
“Maduro usa a los asilados en la embajada como pieza de cambio. Tratan de canjearnos como herramienta de negociación para ayudar a sus compinches tránsfugas y cómplices”, señaló Omar González, uno de los refugiados.
La estrategia del chavismo, tras la fuerte presión internacional de los últimos días, pasa por dividir a los refugiados y quebrar la unidad opositora. La coartada oficialista se basa en “demostrar” que no existe semejante asedio, que se trata de un “show del extremismo” y que en Venezuela hay un Estado de derecho, para animar al resto de los refugiados a que se presenten ante la Justicia. “Lo que quieren es una rendición”, precisaron fuentes opositoras.
Las muy tensas relaciones que ya mantenían la Argentina y Venezuela se rompieron horas después del megafraude electoral del 28 de julio. Los diplomáticos argentinos abandonaron Caracas y fue Brasil quien asumió la protección de la embajada.
El encarcelamiento del gendarme Nahuel Gallo, nuevo rehén del régimen revolucionario, ha complicado aún más la situación. El chavismo lo acusa, sin pruebas, de querer organizar una operación para extraer a los asilados de la embajada.