WASHINGTON, DC.- El Senado confirmó el jueves de manera ajustada al candidato de Donald Trump Kash Patel como director del FBI, ubicándolo al frente de la principal agencia federal de la ley del país. Los demócratas desconfían de sus calificaciones para el puesto y les preocupa que actúe en beneficio del mandatario persiguiendo a sus adversarios políticos, entre otras posibles acciones.
“No puedo imaginar una peor elección”, dijo el senador Dick Durbin, demócrata de Illinois, a sus colegas antes de la votación de 51-49 en un Senado controlado por el Partido Republicano. Las senadoras Susan Collins de Maine y Lisa Murkowski de Alaska fueron las únicas republicanas en oponerse al candidato.
Patel, un leal a Trump que ha criticado ferozmente a la agencia, heredará un FBI sumido en la incertidumbre en momentos en que el Departamento de Justicia ha forzado la salida de altos funcionarios y ha pedido los nombres de miles de agentes que participaron en investigaciones relacionadas con el asalto al Capitolio perpetrado el 6 de enero de 2021.
El abogado de 44 años ya expresó su deseo de implementar importantes cambios en el FBI, incluyendo una reducción de la sede en Washington y un renovado énfasis en las funciones tradicionales de lucha contra el crimen de la agencia, en detrimento del trabajo de recopilación de inteligencia y seguridad nacional que ha llegado a identificarse con la agencia en las últimas dos décadas.
Patel también hizo eco del deseo de Trump por represalias, alarmando a los demócratas al decir, antes de ser nominado, que “iría tras” los “conspiradores” anti-Trump en el gobierno federal y en los medios.
Los republicanos, enojados por lo que ven como un sesgo de la ley contra los conservadores durante la administración demócrata de Biden, así como por las investigaciones criminales sobre Trump, se unieron en apoyar a Patel como la persona adecuada para el cargo.
“El señor Patel quiere hacer que el FBI rinda cuentas una vez más, recuperar la reputación que el FBI ha tenido históricamente en la aplicación de la ley”, aseguró el senador Chuck Grassley, republicano de Iowa y presidente del Comité Judicial del Senado.
“Quiere que el FBI rinda cuentas al Congreso, al presidente y, lo más importante, a las personas a las que sirven, el contribuyente estadounidense”, dijo antes de que Patel fuera confirmado.
Los demócratas, por su parte, se quejaron de la falta de experiencia de Patel en comparación con los directores anteriores de la agencia e hicieron hincapié en ciertas declaraciones del pasado que, según ellos, ponían en duda su juicio.
“Estoy absolutamente seguro de una cosa: esta votación perseguirá a cualquiera que vote por él. Lamentarán el día en que lo hicieron”, declaró el senador Richard Blumenthal, demócrata de Connecticut.
“A mis colegas republicanos, piensen en lo que le dirán a sus electores” y a su familia “sobre por qué votaron por esta persona que deshonrará tan completamente y de manera absoluta esta oficina y causará un daño tan grave al sistema de justicia de nuestra nación”, agregó el congresista.
Alrededor de media docena de demócratas del Comité Judicial del Senado se reunieron fuera de la sede del FBI el jueves por la mañana en un último intento por descarrilar su confirmación.
“Esta es una persona en la que no podemos confiar”, indicó el senador Adam Schiff de California. “Esta es una persona que carece del carácter para hacer este trabajo, alguien que carece de la integridad para hacer este trabajo. Lo sabemos, nuestros colegas republicanos lo saben”.
Los sorprendentes comentarios de Patel en cientos de podcasts y en otras entrevistas durante los últimos cuatro años incluyen referirse a funcionarios que investigaron a Trump como “gánsteres criminales”, decir que algunos de los alborotadores del 6 de enero eran “prisioneros políticos” y proponer cerrar la sede del FBI y convertirla en un museo para el llamado “estado profundo”, termino con el que los partidario de Trump se refieren a un supuesto poder fáctico de empleados del estado que gobiernan en las sombras de la política.
En su audiencia en el Senado en enero, Patel insistió en que los demócratas estaban sacando algunos de sus comentarios de contexto o malinterpretando el punto más amplio que intentaba hacer. Patel también negó que una lista de funcionarios del gobierno por el compilada en la que se incluían quienes, según él, eran parte del “estado profundo” equivaliera a una “lista de enemigos”, calificándolo de una “total tergiversación”.
Los directores del FBI tienen mandatos de diez años como una forma de aislarlos de la influencia política y evitar que se vuelvan dependientes de un presidente o administración en particular. Patel fue seleccionado en noviembre para reemplazar a Christopher Wray, quien fue elegido por Trump en 2017 y sirvió durante más de siete años, pero que en repetidas ocasiones contradijo y enfureció al presidente, quien pasó a desconfiar de su lealtad. Renunció antes de que Trump asumiera el cargo.
Desde la renuncia de Wray, el FBI ha sido dirigido por líderes interinos, quienes chocaron con el Departamento de Justicia sobre sus demandas de detalles respecto de los agentes que investigaron el motín en el Capitolio.
Patel negó tener conocimiento de discusiones sobre despidos potenciales. Sin embargo, una carta del senador Durbin la semana pasada que citaba información que, según él, provenía de informantes sugirió que Patel podría haber estado involucrado de manera encubierta en ese proceso.
Trump afirmó que espera que algunos de aquellos agentes sean despedidos.
Patel es un exdefensor federal y fiscal de contraterrorismo del Departamento de Justicia. Atrajo la atención de Trump durante el primer mandato del presidente cuando, como asistente en el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes liderado por los republicanos, ayudó a redactar un memorando con críticas contundentes a la investigación del FBI sobre los vínculos entre Rusia y la campaña de Trump en 2016.
Patel luego se unió a la administración de Trump, tanto como funcionario de contraterrorismo en el Consejo de Seguridad Nacional como jefe de personal del secretario de defensa.
El 6 de enero de 2021, cientos de partidarios de Donald Trump irrumpieron en el Capitolio de Washington para impedir la ratificación de la elección presidencial de Joe Biden, luego de que el entonces presidente instará a sus seguidores a “luchar como demonios” en un discurso frente a la Casa Blanca esa misma mañana.
El magnate, quien afirmó sin pruebas que le habían “robado” las elecciones, instó a su vicepresidente Mike Pence a negarse a certificar la victoria de Biden.
El templo de la democracia estadounidense experimentó entonces una inédita ola de violencia. Los atacantes golpearon con barras de hierro a agentes de policía desbordados y rompieron ventanas antes de entrar al edificio al grito de “cuelguen a Mike Pence”.
Ese día murieron cuatro personas entre la multitud, dos de ellas de ataque cardíaco y otra por posible sobredosis de drogas. La última, Ashli Babbitt, fue abatida por un policía cuando intentaba entrar por la fuerza en la Cámara de Representantes.
Donald Trump siguió los incidentes por televisión desde la Casa Blanca y recién exhortó a la calma después de varias horas.
Agencias AP y AFP
