Tras el juramento este lunes, en medio de un clima gélido que golpea Washington, Donald John Trump pronunciará su discurso inaugural, una tradición seguida por todos los presidentes desde George Washington en 1789, que marcará el tono de la administración entrante y proporcionará una visión de las prioridades de gobierno. ¿Qué se espera que diga?
El diario Wall Street Journal informó en la mañana de este lunes que el presidente entrante pedirá una «revolución del sentido común» en su discurso inaugural.
El diario, que obtuvo una copia del esperado discurso, afirma que Trump dará la bienvenida a «una nueva y emocionante era de éxito nacional».
Según el WSJ, el discurso será más optimista que el de 2017, y se espera que Trump enfatice la «vitalidad de la civilización más grande de la historia».
Ceremonia en el interior de Capitolio
Cuando apoye su mano sobre la Biblia y jure fidelidad a la Constitución, Trump se convertirá al mediodía este lunes en el presidente número 47 de los Estados Unidos, en una ceremonia que, por el frío inclemente que está pronosticado, se trasladó al interior del Capitolio, ese edificio que sus seguidores asaltaron hace apenas 4 años en uno de los episodios más dramáticos de la democracia estadounidense.
Desde aquel momento oscuro que podría haber enterrado las ambiciones de cualquier político, Trump batalló por regresar al poder y, a pesar de los innumerables juicios y de las peleas con sus enemigos, con 77 millones de votos a su favor logró conquistar otra vez la Casa Blanca, donde se instalará otra vez con su esposa Melania y desde donde dirigirá por otros cuatro años la primera potencia mundial.
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El panorama es muy diferente al de 2017, cuando juró en su primer mandato. Apenas cuatro años atrás, las calles de Washington se habían desbordado con una inmensa marcha convocada como una especie de movimiento de resistencia nacional ante la asunción del disruptivo magnate. Pero estos días las manifestaciones anti-Trump, si bien han ocurrido, convocaron muchísima menos gente.
Por el contrario, en las calles, a pesar del frío y las veredas nevadas y resbaladizas, se ven puestos que venden gorritas MAGA y merchandising de todo tipo y color. Los hoteles están desbordados de trumpistas que llegaron de todas partes del país y también del mundo, como el presidente Javier Milei y otros amigos de Trump que han sido invitados especialmente.
Ante una multitud de 20.000 simpatizantes en un acto en un estadio cerrado, cuando afuera arreciaba una nevada, Trump prometió este domingo actuar con “una rapidez y fuerza históricas” cuando asuma. “Solucionaré cada una de las crisis a las que se enfrenta nuestro país. Tenemos que hacerlo”, dijo.
A diferencia de su primer mandato, Trump asume definitivamente con mayor poder real: los republicanos también ganaron la mayoría en la cámara de Representantes y del Senado, además de contar con una Corte Suprema que le es favorable. Además, en estos últimos cuatro años, el magnate se ha encargado de devorar toda la resistencia dentro del establishment del Partido Republicano y ahora lo controla totalmente. Muy pocos se atreven a contradecirlo.
Washington se ha rendido a los pies de Trump, pero sobre todos los empresarios, que entienden que es mejor ser aliado del nuevo presidente, que no duda en tomar fuertes represalias con sus enemigos. Por eso han muchos han desfilado por su casa en Mar-a-lago y han aportado dinero para récords de recaudación para las fiestas de estos días de su regreso a la Casa Blanca.
Desde que ganó las elecciones de noviembre, el comité para su asunción ha recaudado más de US$150 millones. Esas donaciones incluyen aportes de 1 millón de empresas tecnológicas como Microsoft, Google, Meta y Uber, así como otros sectores de la industria tradicional como Boeing y Lockheed Martin. El 60 por ciento de ellos no habían aportado en 2017, reveló un análisis del Washington Post.
“Han aprendido que el presidente Trump es muy transaccional, por lo que creo que hay un incentivo para que sean mucho más generosos en esta asunción”, dijo Marc Short, que fue el jefe de Gabinete del ex vice Mike Pence.
Por eso el republicano sentará en primera fila en la ceremonia inaugural a los hombres más multimillonarios del mundo como Elon Musk (que conducirá una agencia de desregulación), Mark Zuckerberg y Jeff Bezos. Los dueños de Meta, Amazon y The Washington Post habían tenido duros enfrentamientos con Trump en el pasado y ahora miran con entusiasmo al nuevo presidente.
El presidente saliente, Joe Biden, los denunció a quienes rodean a Trump como parte de una “oligarquía” y de un “complejo tecnológico-industrial” que amenazan la democracia.
Junto a su familia, Trump llegó el sábado a Washington con aire triunfal para dar inicio a los actos de su investidura. Durmió en la Blair House, frente a la Casa Blanca, la residencia oficial destinada a los invitados extranjeros y donde habitualmente duermen los presidentes el día antes de asumir.
El domingo visitó el Cementerio de Arlington y luego fue al acto con sus simpatizantes en el Capital One Arena. Ese evento finalmente se convirtió en el mayor contacto de Trump con sus seguidores, luego de que el presidente electo decidiera el viernes trasladar la ceremonia de asunción prevista al aire libre, en las escalinatas del Capitolio, y con miles de invitados que lo saludarían agolpados desde el “mall”, un enorme espacio verde que se extiende desde el Congreso hasta el Lincoln Center.
Pero como las temperaturas este lunes caerán a menos 15 grados bajo cero, la ceremonia será ahora dentro del edificio del Congreso, con muchos menos invitados y sin la participación de los simpatizantes. El último antecedente hace 40 años fue el de Ronald Reagan, quien asumió bajo techo también por el frío. Ahora, a la jura asistirán mandatarios como Milei, el salvadoreño Nayib Bukele, la italiana Georgia Meloni y el paraguayo Santiago Peña.
El día iniciará con una tradición establecida por años: Trump y su esposa asistirán a un servicio religioso en la iglesia St. John’s Episcopal, conocida como “La iglesia de los presidentes”, ubicada cerca de la Casa Blanca. Luego serán recibidos a tomar el té por el presidente saliente, Joe Biden, como parte del protocolo de transición. Desde allí, se dirigirán al Capitolio para la ceremonia de jura a las 11, hora de Washington, (las 13 de Argentina).
El vicepresidente electo Vance asumirá primero, seguido por Trump, quien jurará ante el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts.
Tras su discurso, Trump se trasladará luego a la Casa Blanca donde se estima que firmará sus primeros decretos. Pero será una noche de fiestas. El flamante presidente participará del Liberty Ball, un baile con entre 10 y 15.000 invitados y luego se trasladará hasta la Union Station para el Starlight Ball, donde lo esperan unos 3.500 invitados, miembros de su futuro gabinete y el presidente Javier Milei.