El párroco de la iglesia Sagrada Familia de Gaza, el sacerdote argentino Gabriel Romanelli considera que es “una bocanada de esperanza” que se haya alcanzado una tregua en el conflicto entre Israel y Hamas, y si bien señala que “no constituye necesariamente el final de la guerra”, anhela que sea “el primer paso para su finalización y el comienzo de una paz justa, basada en el respeto y en la reconciliación”.
“Es una muy buena noticia que nos alegra”, dice Romanelli, quien desde el ataque de Hamas y el comienzo del conflicto hace quince meses tiene alojadas en dependencias de la parroquia y de una de las tres escuelas con que cuenta su congregación -las otras dos fueron destruidas por los bombardeos- a unos 500 habitantes que sobreviven gracias a la ayuda humanitaria que gestiona el sacerdote y las monjas que lo acompañan.
El padre Gabriel dice que este domingo, con el comienzo de la tregua, va a celebrar una misa con los refugiados “para dar gracias a Dios, pedirle por la paz completa entre Palestina e Israel y por la liberación de todos los secuestrados, por todos aquellos que injustamente sufren y para que sean tratadas diez mil personas que necesitan ser curadas porque el sistema sanitario está colapsado, sobre todo por los bombardeos”.
“Ahora también deberemos pedirle a Dios que nos dé fuerzas para la reconstrucción espiritual, moral y material de la Franja de Gaza y de la sociedad en general porque la guerra destruye todo, destruye la confianza, destruye a las personas, además de las terribles pérdidas humanas, sean de una parte o de otra, pérdidas que son irreparables”, afirma Romanelli.
En ese sentido, subraya que “si ya es muy triste que para una familia el perder un hijo, una hoja, un esposo, una esposa, un abuelo de muerte natural, cuanto más lo es por una muerte violenta como se vivió tan penosamente aquí desde aquel terrible 7 de octubre hasta estos días porque sigue habiendo bombardeos y decenas de muertos y heridos”.
“Pero hay que trabajar por la paz, por la reconciliación sabiendo que la mayor parte de la población palestina e israelí desea la paz”, afirma, al tiempo que reconoce que el restablecimiento de los vínculos y la reconstrucción de Gaza “no va a ser sencillo, no va a ser fácil, pero no es imposible”.
Ayuda humanitaria
El padre Gabriel señala que desde su parroquia tratan de “hacer todo lo que se puede en orden a la ayuda humanitaria a tantas personas y el mes pasado llegamos a unas diez mil familias, o sea, a una sesenta mil personas de nuestro barrio y de otras barriadas muy pobres que necesitan de todo en una Franja triturada”.
“Ciertamente estamos muy cansados, todo estamos muy agotados, algunas personas dicen que volverán a sus casas, los poquísimos a los que les quedaron en pie, otros que volverán a ver cómo está la zona, otros dicen que van a vivir en contenedores o carpas que se distribuirán”, cuenta.
Tras afirmar que “todo está por rehacer” en la Franja de Gaza, destaca que a pesar de todo “gracias a Dios empezamos hace varios meses las clases en la escuela lindante a la parroquia y se pudo salvar el año académico 23-24 al menos para los niños y jóvenes que estaban refugiados aquí”.
“También se pudo dar clases a los chicos que están en el sur de la Franja con clases on line cuando había conexión, aunque fue más dificultoso porque no siempre había internet, y con ayuda de otros profesores que están allá y entonces se pudo salvar el año académico”, sostiene.
Dice que comenzaron el ciclo 24-25 “con la esperanza de poder abrir las puertas a todos los alumnos que estén pesar de que quedan pocos en la ciudad de lo que era el alumnado de las tres escuelas, de las cuales dos habrá que reconstruir y la otra la usamos como refugio”.
A pesar de los escollos, Romanelli se muestra esperanzado y cita al sacerdote Werenfried van Straaten, fundador de una asociación católica que se llama Ayuda a la Iglesia que Sufre, quien decía que “no solamente Dios, sino también el hombre es mucho mejor de lo que nosotros pensamos”.
“Hay que pensar y estar convencido de que Dios es bueno, que Dios nos quiere, que Dios nos da fuerzas para hacer el bien y no dejarnos vencer por el mal, sino para vencer el mal con el bien”, concluye.