Distinta. Así será esta Navidad para los más de 1400 millones de católicos que hay en el mundo. Además de festejar el nacimiento de Jesús, este 24 de diciembre la Iglesia católica dará inicio a un evento que desde hace siete siglos vino registrándose y que solo se produce en un par de ocasiones cada siglo: un Año Santo o un Jubileo.
La celebración, que tendrá por lema “Peregrinos de Esperanza”, se extenderá a lo largo de 2025 hasta el 6 de enero de 2026, según anunció el papa Francisco. Pero, ¿qué es un Jubileo? ¿De qué se trata y desde cuándo y con qué motivo se celebra? Para responder a estas y otras incógnitas, BBC Mundo consultó a teólogos e historiadores y revisó textos sagrados e históricos.
“Jubileo” es el nombre que recibe un año particular y especial en el calendario litúrgico, según se lee en la página web que el Vaticano lanzó especialmente para la ocasión. El evento tiene orígenes bíblicos. “Yahvé dijo a Moisés en el monte Sinaí: ‘El año 50 será para ustedes un Año Santo, un año en que proclamarán una amnistía para todos los habitantes del país. Será para ustedes el Jubileo’”, dice en el libro de Levítico, texto que forma parte tanto de la Torá judía como del Antiguo Testamento de la Biblia cristiana.
“Era un gran evento de liberación; consistía en una especie de indulto general”, explicó en 2015 el papa Francisco. “Era un tiempo para que el israelita restableciera su relación con Dios y volviera a una vida justa y moralmente recta”, le dice a BBC Mundo Andrés Martínez Esteban, profesor de Historia de la Iglesia de la Universidad San Dámaso (España).
Se cree que el término Jubileo deriva de la palabra hebrea “yobel”, que se utiliza para identificar a un instrumento musical elaborado a partir del cuerno de un carnero y que era usado por los judíos para marcar el comienzo de esta festividad.
El Jubileo judío tenía un fin espiritual y también material. “Los que habían tenido que empeñar su propiedad, la recobrarán. Los esclavos regresarán a su familia. Este año 50 será para ustedes el Jubileo. No sembrarán ni segarán los rebrotes, ni vendimiarán la viña sin cultivar, pues es año jubilar. Será para ustedes un Año Santo en el que comerán de lo que el campo produce por sí solo. Este año jubilar, cada uno volverá a su propiedad”, se ordena en el capítulo 25 del libro de Levítico.
“Es un año sabático”, agrega María Jesús Fernández Cordero, profesora de Historia de la Iglesia de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Comillas (España). “Un año en el que se restituían las propiedades, pues las compra-ventas no eran para siempre, sino que duraban hasta el Jubileo. Un tiempo en el que se dejaba descansar la tierra y se debían liberar a los esclavos hebreos y perdonar las deudas”, le dice la experta a BBC Mundo.
El propio pontífice aseguró que la celebración judía buscaba favorecer materialmente “a los pobres, a los huérfanos y a las viudas”. “Se cancelaban las deudas y se restituían las tierras a sus propietarios, porque la idea central es que la tierra pertenece a Dios y ha sido confiada a los hombres como administradores”, explicó en 2015.
En el año 1300, el papa Bonifacio VIII incorporó la tradición judía al acervo de la Iglesia y convocó al que se considera el primer Jubileo católico universal. La decisión papal vino motivada por la petición que le hiciera una multitud de romanos para celebrar el inicio del nuevo siglo, se lee en un libro de los archivos vaticanos.
“La Iglesia toma esta tradición gracias a lo que (el evangelio de) Lucas relata que ocurrió cuando Jesús comenzó su prédica pública en la sinagoga de Nazaret”, apuntó Fernández Cordero. “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió y me envió a anunciar la buena nueva a los pobres, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año de gracia del Señor”, dice el pasaje bíblico al que se refiere la experta.
Antes de la decisión de Bonifacio VIII otro papa, Calixto II, instauró décadas antes otro jubileo católico, pero de alcance más limitado: el jacobeo (xacobeo en gallego), que se celebra en la ciudad española de Santiago de Compostela.
Este año santo está dedicado a Santiago, uno de los doce apóstoles de Jesús y cuyo sepulcro se cree está en la catedral de la ciudad gallega. La celebración se da cada vez que el 25 de julio, cuando es la fiesta del Apóstol, coincide con un domingo.
Originalmente, los jubileos católicos se celebraban cada siglo, pero en 1342 el papa Clemente VI estableció que se producirán cada 50 años, como los hebreos, según figura en los registros vaticanos. Sin embargo, en 1389, bajo el pontificado de Urbano VI, se aprueba otra modificación de los lapsos y se estableció que los años santos se celebrarían cada 33 años, en memoria del número de años que, según la Biblia, vivió Cristo.
Pero en 1475 otro papa, Sixto IV, decidió que se celebrarían regularmente cada 25 años, para que “cada generación participara al menos en uno”, indicó el teólogo Santiago Ausín Olmos. Esta tradición se mantiene hasta la actualidad.
No obstante, el líder de la Iglesia católica tiene la potestad de convocar jubileos de manera extraordinaria como el que se registró en 1983, decretado por Juan Pablo II para conmemorar los 1950 años de la crucifixión y resurrección de Jesús; o el más reciente de 2015 que Francisco dedicó a la misericordia, explicaron los expertos.
Aunque el próximo Jubileo se desarrollará a lo largo de 2025, comenzará antes de que el año se inicie como tal, en particular en vísperas de Navidad. ¿Por qué? “Porque es la fecha religiosa clave más cercana”, responde Martínez Esteban. Sin embargo, solamente los años santos ordinarios suelen ponerse en marcha en esta festividad. El Año Santo de la Misericordia de 2015 comenzó el 8 de diciembre y terminó el 20 de noviembre del año siguiente.
El Jubileo se iniciará con una tradición que tiene más de cinco siglos de antigüedad: la apertura de la Puerta Santa que está en la Basílica de San Pedro por parte del papa Francisco. Así se anuncia en la bula Spes non confundit (La esperanza no confunde) que el pontífice argentino publicó el pasado 9 de mayo. Y entre el 29 de diciembre y el 5 de enero se abrirán las otras puertas santas que hay en las otras tres basílicas papales que hay en Roma (San Juan de Letrán; San María, la Mayor; y San Pablo Extramuros).
Por estas puertas, que se abren exclusivamente durante años santos, se espera que pasen los millones de fieles que se estima viajarán a Roma a lo largo de 2025 como parte de los ritos que deben seguir para ganar la “indulgencia”; es decir el perdón de los pecados.
El rito de cruzar las puertas santas tiene su explicación teológica en el evangelio de San Juan, donde Jesús asegura: “Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará”. Sin embargo, en esta ocasión, a las cuatro puertas antes mencionadas se sumará otra, que no está ubicada en un templo o santuario, sino en una cárcel. En la penitenciaria romana de Rebibbia.
Un gesto con el que Francisco no solo quiere ofrecer “a los presos un signo concreto de cercanía”, sino con el cual aspira dar fuerza a sus demandas para que a estos se les garanticen sus derechos humanos y los gobiernos proscriban la pena de muerte. La exhibición pública de reliquias de los santos es otra de las costumbres de los jubileos.
El principal objetivo de los años santos es que los creyentes obtengan la indulgencia plenaria. “Perdonar no cambia el pasado, no puede modificar lo que ya sucedió; y, sin embargo, el perdón puede permitir que cambie el futuro y se viva de una manera diferente, sin rencor, sin ira ni venganza”, escribió el papa en su bula.
“El futuro iluminado por el perdón hace posible que el pasado se lea con otros ojos, más serenos, aunque estén aún surcados por las lágrimas”, agregó el líder de la Iglesia católica. El Vaticano aún no informó detalladamente cuáles serán los requisitos que los fieles deberán cumplir para obtener la absolución en esta ocasión, pero la peregrinación a Roma es uno. “Ponerse en camino es un gesto típico de quienes buscan el sentido de la vida”, escribió el Papa.
Durante el Gran Jubileo del año 2000, 24,5 millones de personas visitaron la llamada ciudad eterna, de acuerdo con los datos del Vaticano, mientras que el Centro Italiano de Estadística elevó esa cifra a 32 millones. En el primer Jubileo se exigió a los fieles que visitaran 30 veces en el año las basílicas de San Pedro y de San Pablo Extramuros.
Pero ¿por qué Roma y no Jerusalén, Belén o los otros sitios sagrados de Tierra Santa? “Por razones históricas y sentido eclesial”, explica Fernández Cordero. “Cuando se celebra el primer Jubileo documentado, en 1300, Jerusalén estaba en poder de los musulmanes y el papa (Nicolás IV) solo había conseguido, tras negociar con el sultán, enviar un grupo de frailes franciscanos para mantener la liturgia latina en el Santo Sepulcro”, apunta la historiadora.
“Desde la época de los apóstoles se considera a Roma como el centro de la cristiandad, porque es ahí donde el primero de los apóstoles (Simón-Pedro) fundó la comunidad de la que él fue obispo y al poner el centro de la cristiandad en Roma, capital del imperio, quedaba clara su universalidad”, agrega Martínez Esteban.
¿Y qué pasa con aquellos que por razones económicas o de salud no puedan trasladarse hasta la capital italiana? También podrán conseguir la absolución, aseguró el pontífice. “La indulgencia jubilar (…) podrá obtenerse según las prescripciones contenidas en el mismo ritual para la celebración del Jubileo en las Iglesias particulares”, anunció el papa en su bula. A este Año Santo le seguirá el que se celebrará en 2033, con motivo de los 2000 años de la muerte y resurrección de Cristo.
Por Juan Francisco Alonso