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La película brasileña que ganó el Oscar desató una nueva lucha por juzgar a militares en Brasil


RÍO DE JANEIRO.- Aún estoy aquí, la película que ganó el Oscar a la mejor película extranjera sobre el asesinato de un diputado brasileño a manos de la dictadura militar del país, concluye con una sola frase que asesta un duro golpe a la realidad histórica: los cinco soldados acusados del asesinato nunca fueron castigados debido a las leyes que les concedieron la amnistía.

Ahora la película podría ayudar a cambiar esa situación.

Este mes, el Supremo Tribunal Federal de Brasil decidió por unanimidad revisar si debía revocar la amnistía de los oficiales del ejército acusados de asesinar al diputado Rubens Paiva y a otras dos personas. Esta decisión se produjo después de que en diciembre un juez recomendara retirar la amnistía en otro caso de la época de la dictadura. En su fallo, el juez citó explícitamente Aún estoy aquí.

El repentino y extraordinario ajuste de cuentas judicial que ha provocado la película podría tener amplias implicaciones jurídicas: ¿seguirá amparando la ley de amnistía brasileña, como lo ha hecho durante casi medio siglo, a quienes cometieron atrocidades durante la dictadura?

El hecho de que la cuestión se plantee ahora demuestra que Aún estoy aquí —además de su notable éxito comercial y de crítica— ha tenido también una gran repercusión política en Brasil.

La película está inspirada en el libro del hijo de Paiva, Marcelo Rubens Paiva

La película ha reavivado el debate nacional sobre el legado de la brutal dictadura militar que gobernó Brasil de 1964 a 1985. Ha desencadenado nuevas protestas en apoyo de las víctimas, incluso frente a la casa de uno de los dos oficiales acusados de matar a Paiva en 1971 que aún siguen vivos.

Y desde el estreno de la película en noviembre, las autoridades han revisado los certificados de defunción de las víctimas para dejar claro que murieron a manos de militares y reabrir casos sin resolver para ver si estaban relacionados con el régimen militar.

“Brasil todavía tiene muchas heridas abiertas”, dijo el hijo de Paiva, Marcelo Rubens Paiva, cuyo libro sobre la forma en que su madre trató la desaparición de su padre inspiró la película. “Creo que todo este movimiento ha hecho reflexionar a la sociedad, especialmente a los jóvenes, sobre qué tipo de país quieren”.

A través de la historia del calvario de una familia a manos de la dictadura, la película ha logrado en gran medida cruzar las líneas políticas y unir a los brasileños en torno a la idea común de justicia, dijo Fernanda Torres, cuya interpretación de Eunice, la viuda de Paiva, le ha valido elogios generalizados y una nominación a la mejor actriz en los premios de la Academia.

“Eso no ocurría desde hacía mucho tiempo: un fenómeno cultural en torno al cual todos estamos de acuerdo en que no es justo, que esta familia no se lo merecía, que este padre no se merecía el destino que tuvo”, dijo Torres en una entrevista. “Realmente estamos viviendo un momento de revolución”, añadió. “La cultura tiene un poder inmenso”.

El mensaje de la película se hizo especialmente escalofriante porque llegó en medio de nuevas acusaciones de amenazas modernas a la joven democracia brasileña por parte del expresidente Jair Bolsonaro, que fue acusado este mes de supervisar planes para dar un golpe de Estado y asesinar a su rival, el presidente Luiz Inacio Lula da Silva, tras perder las elecciones de 2022.

Jair BolsonaroEraldo Peres – AP

Esto ha contribuido a ampliar las peticiones de justicia. Caetano Veloso, uno de los cantantes y compositores más prolíficos de Brasil, dijo en una entrevista que en sus conciertos más recientes, las enormes multitudes han coreado “No a la amnistía”, una referencia aparentemente a las leyes que protegían la dictadura, pero también a los nuevos proyectos de ley que podrían proteger a Bolsonaro.

“Nunca he visto algo así”, dijo Veloso, quien estuvo encarcelado y luego exiliado durante la dictadura.

Los grupos de derechos humanos calculan que más de 400 personas desaparecieron forzosamente y unas 20.000 fueron torturadas en Brasil durante la dictadura. Pero, a diferencia de Chile o Argentina, donde muchos crímenes cometidos bajo las dictaduras militares han dado lugar a juicios y castigos, y el número de muertos fue mucho mayor, Brasil no ha perseguido la rendición de cuentas por las atrocidades de su ejército.

Una proyección de la película en Río de JaneiroMARIA MAGDALENA ARRELLAGA – NYTNS

Paiva, diputado de izquierda, fue expulsado de su cargo por la dictadura, pero siguió resistiendo al régimen, y fue acusado por este de intercambiar cartas con disidentes en el exilio.

En Brasil, la transición hacia la democracia estuvo determinada en gran medida por la propia junta militar, que aprobó una ley de amnistía en 1979 que protegía de la persecución tanto a los disidentes como a los militares.

“La amnistía, de la forma en que se hizo en Brasil, borró el pasado”, dijo Nilmário Miranda, asesor especial sobre memoria y verdad del Ministerio de Derechos Humanos de Brasil, quien dijo haber sido él mismo víctima de tortura. “Trataba a los perpetradores como a sus víctimas, a los torturadores como a los torturados”.

Los intentos de responsabilizar a los militares de los crímenes de la época de la dictadura a lo largo de los años se enfrentaron a la firme resistencia de los militares, que siguieron teniendo una enorme influencia política incluso después del retorno de Brasil a la democracia.

Pero ahora la película ha contribuido a iniciar quizá la amenaza más importante a la impunidad que se ha concedido a los militares.

En diciembre, el juez Flávio Dino citó la película en una sentencia para revocar la amnistía concedida a dos coroneles acusados de asesinar a activistas políticos durante la dictadura. Aún estoy aquí ha “conmovido a millones de brasileños”, escribió. “La historia de la desaparición de Rubens Paiva, cuyo cuerpo nunca fue encontrado ni recibió un entierro adecuado, pone de relieve el dolor imperecedero de innumerables familias”.

El juez Dino ha respaldado un argumento jurídico según el cual, en cualquier caso en que los cadáveres sigan desaparecidos, se trata de un “delito permanente” perseguible hasta que se encuentren los restos.

A principios de este mes, el Supremo Tribunal Federal también decidió revisar si debía revocar la amnistía en el caso de Paiva. En 2014, las autoridades brasileñas acusaron a cinco hombres de su tortura y muerte; nunca confesaron haber cometido delito alguno. Dos de ellos siguen vivos y han guardado silencio en su mayor parte; uno de ellos dijo a los fiscales que estaba de vacaciones durante la detención de Paiva, afirmación refutada por documentos de ese periodo.

La decisión del Supremo Tribunal Federal en el caso podría sentar un precedente legal que podría afectar al menos a otros 41 casos de la época de la dictadura.

En un gesto simbólico, un organismo federal ordenó la revisión de 434 certificados de defunción de personas asesinadas o desaparecidas durante la dictadura. El de Paiva fue el primer registro que se corrigió, pasando de no indicar ninguna causa de muerte a citar la causa como “no natural, violenta, causada por el Estado brasileño”.

Dándole crédito a la película, una comisión especial del gobierno ha reabierto una investigación sobre la muerte en accidente automovilístico del expresidente Juscelino Kubitschek en 1976, alegando indicios de que podría haber sido orquestada por la dictadura militar.

Pelé muestra la Copa al pie del avión en 1958; lo recibió el presidente Juscelino Kubitschek

“El papel de la película fue extraordinario”, dijo Miranda. “El arte tiene ese poder”, añadió, para garantizar que “la historia no se olvide, para que nunca vuelva a ocurrir”.

Bolsonaro, un capitán retirado del ejército que a menudo ha hablado con cariño de la dictadura, ha atacado repetidamente Aún estoy aquí, tachándola de película política que demoniza a los militares y muestra solo “un lado” de la historia.

“Ni siquiera voy a ver esa película suya”, dijo en una entrevista con The New York Times el mes pasado, cuando le preguntaron si apoyaría a Torres en los Oscar del domingo.

Algunos de los partidarios de Bolsonaro también han boicoteado Aún estoy aquí y se han opuesto a los esfuerzos para llevar a los militares ante la justicia por crímenes del pasado.

Lula, por su parte, ha elogiado la película, calificándola de “fuente de orgullo nacional” y creando un premio en honor a Eunice Paiva. Esta semana, el presidente de Brasil reunió en el palacio presidencial a ministros del gobierno y líderes del Congreso, así como a dos de los nietos de Paiva, para una proyección especial.

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