WASHINGTON – El silencio se hace más fuerte cada día.
Los trabajadores federales despedidos que temen perder sus casas piden que no se mencione su nombre.
Los rectores de las universidades, temerosos de que puedan desaparecer millones de dólares de financiamiento federal, evitan lanzar ataques.
Los directores ejecutivos alarmados por los aranceles que podrían perjudicar a sus empresas están mudos.
Incluso los republicanos que siempre han abogado por la mano dura en el Capitolio, asombrados por la historia revisionista del presidente Donald Trump, según la cual Ucrania es culpable de la invasión rusa, y por su arrebato en el Despacho Oval en contra del presidente Volodímir Zelensky, guardan silencio, y atenúan sus críticas sin mencionar a Trump o dan marcha atrás por completo en sus posiciones.
Transcurridas más de seis semanas del segundo mandato de Trump, un escalofrío se extiende por el debate político en Washington y más allá.
Actitud
Personas de ambos partidos que normalmente formarían parte del diálogo público sobre los grandes temas del día dicen sentirse intimidadas ante la perspectiva de los ataques online de Trump y Elon Musk, preocupadas por el daño a sus empresas y atemorizadas por la seguridad de sus familias.
Los políticos temen ser desterrados por un partido rehecho a imagen de Trump y la perspectiva de que sus opositores en las elecciones primarias sean financiados por Musk, el todopoderoso socio del presidente y el hombre más rico del mundo.
“Cuando ves que importantes actores de la sociedad (ya sean rectores de universidades, figuras de los medios de comunicación, directores generales, alcaldes, gobernadores) cambian su comportamiento para evitar la ira del gobierno, eso es señal de que hemos cruzado la línea hacia alguna forma de autoritarismo”, afirmó Steven Levitsky, profesor de Gobierno en la Universidad de Harvard y coautor del influyente libro de 2018 “Cómo mueren las democracias”.
Durante su campaña de 2024, Trump prometió represalias contra sus enemigos y no ha tardado en enviar señales amenazadoras desde la Casa Blanca.
Revocó las autorizaciones de seguridad de críticos de alto nivel, como el general Mark Milley, jefe de personal retirado del Estado Mayor Conjunto, amenazado de muerte por Irán, y dijo que retiraría las autorizaciones de seguridad de los abogados de un reconocido estudio que representan a Jack Smith, el fiscal especial que lo investigó.
Un destacado crítico de Trump durante su primer mandato dijo en una entrevista reciente que no solo no haría ningún comentario oficial, sino que no quería que se le mencionara en este artículo.
Agregó que, cada vez que su nombre aparece en público, las amenazas contra él por parte de la extrema derecha aumentan.
En el Capitolio, el senador republicano de Carolina del Norte Thom Tillis dudaba en apoyar a Pete Hegseth, candidato de Trump a secretario de Defensa, hasta que el presidente lo amenazó con las elecciones primarias y Tillis reviró (la oficina de Tillis declaró que el senador simplemente estaba realizando una investigación cuidadosa).
El senador republicano de Mississippi Roger Wicker le dijo a Zelensky en una reunión en el Hotel Hay-Adams la semana pasada que estaba allí con otros senadores “como muestra de apoyo”.
Pero tras el enfrentamiento de Trump con Zelenski ese mismo día, Wicker retiró una publicación en las redes sociales en la que aparecía dándole la mano al dirigente ucraniano.
Más de media decena de halcones republicanos de la defensa en el Senado (un grupo que no suele ser tímido a la hora de comunicar sus opiniones) declinaron hacer comentarios para este artículo o no respondieron a las peticiones de comentarios sobre las declaraciones de Trump sobre Ucrania o sobre por qué otros republicanos no se pronunciaban.
La mayoría de los republicanos electos están totalmente a favor de Trump y su agenda y, en cuestiones como la inmigración, algunos demócratas coinciden, para reflejar la opinión pública.
Los demócratas estaban divididos sobre la conveniencia de la protesta del representante demócrata de Texas Al Green durante el discurso de Trump ante el Congreso el martes por la noche.
Pero la falta de una respuesta contundente por parte de quienes podrían verse afectados por las represalias y la agenda política de Trump es sorprendente, aunque comprensible en otros casos.
Ted Mitchell, presidente del Consejo Estadounidense de Educación, explicó que los rectores de las universidades guardan silencio en gran medida porque están protegiendo sus instituciones.
“No hay que luchar con un cerdo”, dijo.
“Solo te enlodarás y molestarás al animal”.
Los líderes empresariales no suelen criticar a los presidentes de ninguno de los dos partidos y, en cualquier caso, les gustan los planes de Trump de recortes fiscales y desregulación, aunque no sus aranceles.
Uno de ellos comentó que también reconocen que “sacrificar de cuando en cuando la mano de obra es en realidad bueno para una organización sana”.
Pero ese líder empresarial cree que los directores ejecutivos consideran que la manera en que Musk está reduciendo la plantilla federal es “totalmente descabellada”, pero solo aceptó decirlo bajo condición de anonimato, por temor a represalias.
Presión sobre la vida intelectual
No todos se quedan callados.
Para muestra, Michael Roth, rector de la Universidad Wesleyan.
“Es la mayor presión ejercida sobre la vida intelectual desde la época de McCarthy”, dijo Roth en una entrevista.
“Y creo que se verá en el futuro, como se vio aquella época, como una época en la que la gente o defendía sus valores o corría aterrada por el gobierno federal”.
Roth ha calificado de autoritaria parte de la retórica del gobierno de Trump y se ha manifestado a favor de programas de diversidad, equidad e inclusión.
En una entrevista publicada en la sección de opinión de The Washington Post el mes pasado, criticó a Trump, al vicepresidente JD Vance y al gobernador de Florida Ron DeSantis por utilizar sus títulos de las universidades pertenecientes a la Ivy League para progresar profesionalmente, al tiempo que se presentaban como populistas contra las universidades “woke” o progres.
Roth comentó que a veces la gente le dice que es valiente, pero él insiste en que no es así.
“Cuando la gente me dice: ‘Ah, eres valiente’, me da mucho miedo”, dijo.
“Soy un niño judío neurótico de Long Island. Tengo miedo de todo”.
Roth lo hace público, dijo, “porque es un escándalo que el gobierno federal intente impedir que la gente diga lo que piensa”.
El representante demócrata de California Eric Swalwell, un frecuente crítico de Trump, dijo que el verdadero temor entre los republicanos de la Cámara que, de otro modo, podrían expresar críticas al gobierno en algunos temas, era la violencia contra sus familias.
“Soy amigo de muchos de estos tipos, y había supuesto erróneamente que lo que les impedía hablar contra Trump era que tenían miedo de perder su trabajo”, dijo en una entrevista.
“Pero lo que temen es su propia seguridad personal. Me dicen que sus esposas les dicen:
‘No contribuyas a que nos acosen en la iglesia o en el supermercado o en el club’”.
El senador demócrata de Delaware Chris Coons, amigo de un amplio grupo de republicanos del Senado, dijo en una entrevista que “aquellos con los que he viajado y con los que he trabajado y rezado y con los que he estado implicado en la ayuda exterior y la política exterior están sorprendidos por la rapidez, la contundencia, la crueldad y la falta de organización de los recortes”.
¿Por qué no se pronuncian?
Musk, dijo, ha lanzado “una amenaza electoral creíble” para financiar a sus opositores en las elecciones primarias.
Y, sin embargo, los senadores solo se enfrentan a la reelección cada seis años.
“Francamente”, dijo Coons, “es una combinación de esperanza de que las cosas cambien y de alguna manera todo esto se venga abajo y se detenga la estrategia de la motosierra del gobierno”.
“Es totalmente razonable estar preocupado”
Marc Elias, destacado abogado demócrata que supervisó la estrategia ganadora de la campaña de Biden para rechazar las demandas interpuestas por aliados de Trump que pretendían anular su derrota en las elecciones de 2020, critica con dureza a los republicanos que dicen que consienten los actos de Trump por miedo.
“Sé lo que es estar en la mira de Trump y de la turba que desata”, comentó Elias en una entrevista.
“Es totalmente razonable estar preocupado. Pero que un senador republicano diga que está tan preocupado que va a traicionar el juramento que hizo al asumir el cargo es una cobardía. ¿Por qué están en el cargo?”.
A medida que Trump ha continuado con su agresivo esfuerzo por reconfigurar el gobierno, hay algunos indicios de que cada vez más gente está alzando la voz.
En una carta dirigida a los legisladores la semana pasada, cinco ex secretarios de Defensa que sirvieron bajo el mandato de republicanos y demócratas (Lloyd Austin, Jim Mattis, Leon E. Panetta, Chuck Hagel y William J. Perry) condenaron que Trump despidiera a los altos mandos militares el mes pasado y pidieron que la Cámara de Representantes y el Senado celebraran “audiencias inmediatas para evaluar las implicaciones de los despidos ordenados por Trump para la seguridad nacional”.
Los republicanos de la Cámara de Representantes se enfrentan a votantes enfadados por el ataque de Musk a la burocracia federal en asambleas municipales de todo el país, un indicio de una creciente reacción negativa.
Jim Farley, director ejecutivo de Ford, criticó el mes pasado la amenaza de Trump de imponer aranceles a los automóviles y componentes procedentes de México y Canadá, porque “abrirán un agujero en la industria estadounidense que nunca hemos visto”.
Trump cumplió esa amenaza e impuso esta semana aranceles del 25 por ciento a todos los productos procedentes de Canadá y México.
Pero tras una conferencia telefónica el miércoles con ejecutivos de los tres mayores fabricantes de automóviles, incluido Farley, Trump dijo que suspendería durante un mes los aranceles sobre los automóviles que lleguen a Estados Unidos procedentes de Canadá y México.
Levitsky dijo tener algo de esperanza. Afirmó que estados Unidos tiene una “oposición rica y diversa”, y en lugar de un autoritarismo abierto, podría haber “un deslizamiento lento y gradual hacia una zona gris”.
“ninguna democracia tan antigua o rica se ha roto nunca”.