WASHINGTON.- ¿Qué pasará con el famoso programa espacial Artemis? Un mes después del regreso del republicano Donald Trump al poder, aún reina la incertidumbre sobre el futuro de este proyecto que apunta a que los estadounidenses regresen a la Luna.
Ya durante el primer mandato del magnate (2017-2021) se había anunciado que el programa podría ser dejado de lado o revisado seriamente para reorientar los esfuerzos hacia Marte, un objetivo compartido de Trump y su gran aliado, el empresario multimillonario Elon Musk.
“Llevaremos nuestro destino hasta las estrellas, enviando astronautas para plantar la bandera de Estados Unidos en el planeta Marte”, declaró el presidente en su discurso de investidura el 20 de enero, sin mencionar el regreso planificado a la Luna.
Musk, dueño de la compañía aeroespacial SpaceX y con gran influencia sobre el líder republicano, ha sido un firme defensor de centrar los esfuerzos en Marte, considerando innecesario el paso intermedio por la Luna. Esta visión choca con el programa Artemis, que busca establecer una presencia sostenida en la superficie lunar antes de emprender misiones al planeta rojo.
Asimismo, un nuevo enfoque con objetivo Marte haría correr el riesgo de dejar vía libre a China, potencia rival, que ya anunció que quiere enviar una nave tripulada a la Luna en 2030.
Pero para los críticos del gasto gubernamental, como Musk, Artemis representa un modelo de ineficiencia: su presupuesto ha escalado hasta los 93.000 millones de dólares en 2025, superando con creces las estimaciones iniciales, mientras que cada misión lunar costaría más de 4000 millones debido a que el cohete SLS y la nave Orion son de un solo uso.
A falta de noticias de las autoridades sobre el tema, los recientes anuncios de salidas y posibles despidos han reavivado las especulaciones sobre una reestructuración de este programa insignia de la NASA.
La NASA ya está bajo la supervisión del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), dirigido por el propio Musk. Así lo confirmó la administradora interina de la agencia espacial, Janet Petro, en un correo enviado a todo el personal. En el mensaje, adelantó que los enviados de Musk revisarán los contratos de la NASA y que la institución acatará el mandato presidencial de aplicar “reducciones de plantilla a gran escala, entre otras medidas”.
Además, en las últimas semanas, la agencia ha suspendido la actividad de varios comités asesores para asegurarse de que cumplen con las nuevas directrices presidenciales. Entre los afectados está el grupo Mexag, encargado de coordinar la investigación y exploración de Mercurio. Su sitio web ha sido desactivado y muestra únicamente un mensaje: “El sitio web de Mexag está siendo revisado en respuesta a la recomendación dada por el liderazgo de la NASA”.
Los miembros del comité también se vieron obligados a cancelar una reunión presencial programada para este mes, según reveló SpaceNews. Esto ocurrió pese a que ya habían eliminado previamente las sesiones sobre diversidad, igualdad de género e inclusión, en un intento por ajustarse al decreto de Trump que prohíbe estos criterios en la contratación pública. Además, han desaparecido páginas del sitio web de la NASA, como la que conmemoraba la promoción de astronautas de 1978, la primera en incluir mujeres y representantes de minorías étnicas.
Por su parte, el DOGE anunció el lunes su intervención en la agencia a través de un tuit, en el que instó a la ciudadanía a colaborar en la identificación y corrección del “despilfarro, fraude y abuso de poder” dentro de la NASA.
Mientras tanto, la agencia espacial estadounidense formalizó el miércoles el retiro de uno de sus principales funcionarios y un acérrimo defensor de Artemis, Jim Free.
“Ya sea que haya decidido irse o que lo hayan obligado a hacerlo, su partida es una prueba más de que el liderazgo en la agencia está cambiando”, declaró a la AFP la analista de la industria espacial Laura Forczyk.
Musk, que es dueño de la empresa SpaceX, que recibe millonarios contratos de la NASA, ha criticado duramente el enfoque del programa de la agencia espacial para reconquistar la Luna: “La arquitectura de Artemis es extremadamente ineficiente. Es un programa que maximiza los puestos de trabajo, no un programa de maximización de resultados. Se necesita algo completamente nuevo”, declaró en su red social X el pasado diciembre.
En este sentido, el gigante estadounidense Boeing, que desarrolla el megacohete SLS de la NASA dedicado al programa, anunció este mes que podría despedir a unas 400 personas hasta abril “para alinearse con las revisiones del programa Artemis y las proyecciones de costos”.
“Han aceptado los hechos”, expresó Keith Cowing, excientífico de la NASA que dirige el sitio web especializado Nasa Watch.
Reina la incertidumbre, pero estos anuncios hacen pensar “que habrá un cambio”, afirma Forczyk, quien espera modificaciones más o menos significativas del programa más que su cancelación directa. Entre las posibles medidas se encuentran el abandono del costoso cohete SLS, cuyo desarrollo se ha retrasado, para dar prioridad a la participación de empresas privadas, con SpaceX en primer lugar, o incluso la cancelación de algunas misiones lejanas del programa.
Sin embargo, un eventual abandono del cohete SLS en favor de uno Starship, actualmente desarrollado por SpaceX, reduciría el margen de maniobra de las autoridades en caso de dificultades y podría causar varios problemas legales y políticos.
Uno en particular sería el posible conflicto de intereses, pero otro sería la amenaza sobre decenas de miles de puestos de trabajo en estados conservadores afines a los republicanos como Texas, Alabama, Misisipi y Florida.
Ted Cruz, senador republicano por Texas, ya ha dicho que el programa debería seguir adelante intacto durante por lo menos un año, y que piensa promover una votación pronto para garantizarlo. A pesar de haber recibido duras críticas por sus retrasos ―la misión está ahora prevista para “mediados de 2027″ y sobrecostes, el programa SLS es un ejemplo de consenso entre demócratas y republicanos, que en el Congreso siempre han votado juntos su financiación.
Es por eso que aunque el equipo de Musk acabase recomendando abortar el programa Artemis, el presidente estadounidense no tiene competencia para ejecutar esa cancelación.
A pesar de estos argumentos, todo es posible, advierte Forczyk, que recuerda: “El gobierno de Trump es impredecible y no tenemos ni idea de lo que Donald Trump o Musk tienen en mente”.
Habrá que esperar a la llegada de Jared Isaacman en los próximos meses. El multimillonario y astronauta comercial es el candidato de Trump para dirigir la NASA, aunque su nombramiento aún debe ser confirmado por el Senado. Isaacman tampoco parece ser un defensor del actual programa lunar estadounidense. Al aceptar su nominación en diciembre, mencionó los desafíos en la exploración de Marte y la Luna, pero evitó cualquier referencia a las misiones Artemis. Su postura al respecto ya había quedado clara en octubre, cuando respaldó una contundente crítica del empresario y político Michael Bloomberg, señalando a Artemis como un ejemplo de los problemas de la agencia espacial.
Agencia AFP y diario El País, SL