SANTO DOMINGO.– Nicolás Maduro revalidó este viernes su condición de dictador de Venezuela tras consumar la toma del poder sin presentar evidencias electorales, de espaldas a un país que lo rechazó en las urnas de forma abrumadora. Una coronación en presencia de los dictadores de Cuba y Nicaragua, durante la cual desplegó un vendaval de falsedades en la hora y media de discurso, en un acto deslucido.
Ni se realizó en el hemiciclo de la Asamblea Nacional, ni se pudo transmitir más allá de la conexión con los canales chavistas. Tampoco contó con presencia de periodistas, vetados a última hora. Sin pueblo en las calles, más allá de los cientos de personas trasladadas por el gobierno para la ocasión, que fueron premiadas a final de la jornada con una bolsa de pollo. Con Caracas militarizada, una ciudad en duelo por la democracia, y con el país cerrado a cal y canto, con fronteras bloqueadas y con el espacio aéreo bajo férreo control gubernamental.
El peor escenario posible para el primer día de su tercer mandato, en el que prometió cambiar las normas para hacerlas aún más “democráticas”. A lo largo de su largo discurso, Maduro se dirigió en varias ocasiones a los generales del alto mando militar, comandados por el comandante en jefe Vladimir Padrino López, consciente de que todo pasa por sus armas.
Así de claro lo dejó muy temprano el comandante estratégico Domingo Hernández Lárez, que anunció el despliegue del sistema antiaéreo de misiles, no fuera a pasar que a Edmundo González Urrutia, la persona que debería estar en ese mismo lugar tomando posesión, se le fuera a ocurrir volar a Caracas, idea de la que finalmente la oposición desistió.
El presidente electo reconocido por una docena de países decidió quedarse en Santo Domingo, desde donde ordenó a esos mismos militares, como comandante en jefe (cargo que viene aparejado con la presidencia legítima) “desconocer órdenes ilegales que sean dadas por quienes confiscan el poder y preparen las medidas de seguridad para asumir el cargo de presidente de la república”.
De momento, el alto militar chavista, el que cuenta con más generales del planeta (2000) y que se ha enriquecido gracias al esquema de corrupción de la revolución, mantiene su fidelidad al “conductor de victorias”, que contó también con el respaldo de los otros dos dictadores de América Latina, el cubano Miguel Díaz-Canel y el nicaragüense Daniel Ortega, que llegó tarde y de sorpresa. México, Colombia, Bolivia y Brasil enviaron a sus respectivos embajadores.
“¡No pudieron impedir la toma de posesión, es una victoria venezolanista! A mí no me ha colocado como presidente el gobierno de Estados Unidos ni los gobiernos proimperialistas de la derecha latinoamericana, vengo del pueblo”, predicó Maduro, que el 28 de julio solo obtuvo 3.385.155 votos frente a los 7.443.584 del diplomático, una de las mayores palizas en la historia electoral del continente, según las actas de la oposición.
Mientras el “hijo de Chávez” disertaba comparándose con David frente a Goliat, la División Antinarcóticos del Departamento de Estado ultimaba el millonario cartel de “se busca” en su contra: 25 millones de dólares para todo aquel que aporte información para su captura, bajo la acusación de ser un narcoterrorista y de importar y distribuir cocaína. Las autoridades de Washington ofrecen la misma millonada por la cabeza de Diosdado Cabello, ministro de Interior y principal represor en la actualidad.
La principal novedad de la batería de sanciones que cayeron este viernes sobre el régimen chavista es la incorporación del general Padrino López, hasta ahora “protegido” por quienes pensaban que ofrecía un perfil institucional. Su cabeza vale hoy 15 millones de dólares.
Washington extendió las sanciones vigentes a otro grupo de jerarcas chavistas y, en paralelo, Bruselas hizo pública la lista de los 15 jerarcas sancionados en diciembre, para un total de 70, encabezada por la presidenta del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), Caryslia Rodríguez, una de las presentes en el acto de este viernes que aplaudía con más vehemencia. Antes de llegar al TSJ era concejala.
La Plataforma Unitaria opositora, en un comunicado apenas después de la asunción, quiso dejar claro que “con la usurpación del poder por parte de Nicolás Maduro de la Presidencia de la República, apoyado por la fuerza bruta y desconociendo la soberanía popular expresada contundentemente el pasado 28-J, se ha consumado un golpe de Estado en contra de los derechos del pueblo venezolano”.
La respuesta contra la “coalición de potencias extranjeras liderada por Estados Unidos” llegó con Padrino López, que comandó el acto de “reafirmación de lealtad” de los militares con Maduro. El “hijo de Chávez” aprovechó el desfile militar para asegurar: “Soy el presidente constitucional, no estoy aquí como un pelele o un cobarde”.
Mucho más complicado lo tuvo este viernes María Corina Machado para explicar al país lo sucedido el jueves. El corte del suministro de internet en la zona donde se cobija en la capital venezolana retrasó sus palabras un día después de su secuestro violento por policías bolivarianos.